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Dedicar más de 35 años a una materia convierten al investigador en una referencia. Si además tiene las herramientas para convertir los resultados en amenos relatos, termina siendo uno de los autores más leídos del mundo. Es el caso de Orlando Figes (Londres, 1959), historiador, ... especialista en las revoluciones rusas, que ofreció la pasada semana un curso magistral en la UIMP, donde fue investido Doctor Honoris Causa y recibió la Medalla de la institución.
–Anne Applebaum dijo que 'La historia de Rusia' es el libro que necesitamos para entender la historia moderna del país. ¿Ese era su objetivo?
–Ese era el objetivo principal, sí, pero también entender el camino por el que los rusos han entendido su propia historia, sus mitos e ideologías, y cómo las han ido tejiendo los soberanos y revolucionarios para lograr sus objetivos políticos. Esa es la única vía con la cual podemos explicar la actual guerra.
–El trabajo de resumir mil años de historia rusa parece, de entrada, un largo y complejo desafío. ¿Lo fue?
–La clave es focalizarse en la continuidad de las estructuras duraderas; el papel de la geografía, el patrimonio y el aspecto de naturaleza sagrada que tiene el poder en Rusia.
–¿Trazar retratos más personales de los protagonistas de sus libros es una camino más fácil para que el lector conecte con la historia?
–Me gusta contar y comunicar la historia con historias, dotarle de vida a través de las biografías y contar detalles que iluminan la cara humana.
–En su último trabajo habla sobre la legitimación activa de la manipulación en distintos momentos de la historia. ¿Considera que ese proceso se está dando hoy en día?
–Muchísimo. La guerra de Putin contra Ucrania está basada en una visión imperial de la historia de Rusia, volviendo hacia atrás al siglo XIX. Pero también ha retorcido la historia, creando mitos que legitiman esa guerra.
–El poder en Rusia, tal y como plantea, ha residido en sus gobernantes desde el siglo XIII. ¿Podemos observar alguna evolución en esta percepción tras más de mil años?
–La palabra 'Estado' en ruso (gosudartsvo) deriva directamente de la palabra que designaba al señor soberano de Rusia (gosudar), en el sentido de ser propietario de ese poder. Esa es la naturaleza patrimonial de la monarquía, que todavía caracteriza el poder que Putin tiene en sus manos a día de hoy. Él «posee» a los oligarcas del mismo modo que Iván el Terrible tenía a sus boyardos.
–¿Cuál es el principal mito, el más poderoso para sostener esa visión de la estructura de poder?
– El mito del Santo Zar, que supone la sacralización del ese poder por el cual el culto a Lenin, Stalin y ahora a Putin está considerado como la salvación de Rusia.
–¿La invasión de Ucrania se puede entender como una muestra de fuerza para mandar un mensaje internacional o es un error extendido en el tiempo?
–Es tanto una apropiación de territorios ucranianos que los nacionalistas rusos creen que pertenecen a Rusia, como Crimea y el Donbass, como también una guerra contra occidente, sus valores y su democracia.
–¿Qué representa para usted recibir el Doctorado Honoris Causa de la UIMP?
–Es un gran privilegio y un honor, y me siento emocionado por estar en Santander, donde he recibido este nombramiento y he podido enseñar y conocer a mis alumnos de la universidad.
–¿Sería útil que los historiadores de su curso y los políticos del curso contiguo ('Quo Vadis Europa') se sentaran a analizar sus visiones para encontrar puntos en común?
–El intercambio es siempre una buena idea.
–¿Cree que alguno de sus libros sobre Rusia se podría representar en el teatro como su obra 'The Oyster problem'?
–Pues nunca me había planteado eso. ¡Déjame pensarlo!
–¿Quién es su figura histórica rusa favorita?
–Iván Turgenev, un maravilloso escritor y un ser humano muy decente.
–¿Qué final le gustaría escribir para la actual situación de Rusia?
–Me gustaría ver la caída del régimen de Putin lo más pronto posible. Solo entonces podrá acabar esta guerra.
–¿Para encontrar una voz que ilumine el camino de la investigación es obligatorio fumar, como hizo en sus primeros pasos en los archivos de Moscú?
–¡Efectivamente!
Las banderas, los colores, la iconoclasia, el peso profundo de una cultura autocrática. Para la catedrática de Historia María Jesús González, Figes hace con su perspectiva narrativa una aportación original y propia. Disecciona la cultura rusa superando la rigidez de los especialistas, entrelazando lopolítico y lo personal en obras como 'El baile de Natasha' que evolucionan a la crudeza de 'Los que susurran', que en su descenso a la domesticidad de la época de Stalin resulta sobrecogedora, o al lúcido repaso cultural de 'Los Europeos' con reminiscencias proustianas. Un amor por la historia que resulta contagioso.
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