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La Inteligencia Artificial (IA) gana terreno en silencio o precedida de un gran rumor mediático. Sin embargo, el hecho de que se consolide en nuestra cotidianidad no resuelve necesariamente los interrogantes que trae aparejados. Porque ¿qué define a la IA? ¿Somos capaces de detectarla en nuestro día a día? ¿De qué forma se inmiscuye en los sistemas democráticos? ¿Qué problemas y dilemas plantea?
El curso 'La Inteligencia Artificial y sus actuales desafíos' que se celebra esta semana en la UIMP planteará estas cuestiones y tratar de resolverlas gracias a un plantel de expertos de primer orden y disciplinas diversas: la socióloga y expresidenta del Consejo Europeo de Investigación Helga Nowotny; Txetxu Ausín, presidente del Comité de Ética del CSIC, o Argelia Queralt, letrada del Tribunal Constitucional, entre ellos. Con sus reflexiones, el curso pretende «dar herramientas» para entender el significado de la Inteligencia Artificial, sacrificando quizá la vertiente más técnica en favor de las dimensiones social, política, ética, jurídica o económica de esta tecnología, explica Daniel Innerarity, director del curso, catedrático de Filosofía y titular de la Cátedra Inteligencia Artificial y Democracia en el Instituto Europeo de Florencia. La meta, por tanto, es aportar una «visión lo más completa posible» sobre los problemas que entraña la IA, y también de las posibles soluciones.
Porque más allá de las «medidas legislativas» que puedan tomarse para regular la IA, lo principal, sostiene Innerarity, es comprender esta tecnología. «La gente tiene que entender el alcance y el impacto de la Inteligencia Artificial», y entender esto no significa reducir únicamente la IA a su dimensión tecnológica, sino poner el foco «en todos los asuntos que modifica, que cuestiona, y que nos obligan a hacer una reflexión». Y este debate «se aborda mejor cuando hay diversos lenguajes interviniendo. Los problemas de una disciplina se iluminan cuando tienen el contraste de otra», apunta.
La santanderina Susana de la Sierra, profesora titular de Derecho Administrativo y exdirectora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, será otra de las ponentes de este seminario. En su intervención expondrá cómo afecta y cómo podrá afectar la IA en el campo del Derecho, algo que suscita muchas dudas y para lo que, según señala, «será necesario diseñar un nuevo código ético y unos principios que rijan nuestras relaciones con las máquinas y el papel que estas van a desempeñar en nuestras vidas».
De la Sierra se ha convertido en una referencia en el campo de la Inteligencia Artificial desde que escribió su libro sobre las transformaciones de la justicia administrativa. En el campo del Derecho, al igual que en otros muchos, esta tecnología es ya muy utilizada, por ejemplo, para perseguir el fraude en la Seguridad Social.De la Sierra, que en 2020 formó parte del grupo de expertos a los que el Gobierno español encargó la elaboración de una carta de derechos digitales –un documento pionero que ha sido utilizado como referencia en la UE y en Iberoamérica–, prepara también una ponencia sobre este tema que presentará el próximo mes de enero en el congreso anual de profesores administrativos. Según señala, la IA convive con la ciudadanía, pero esta aún no es muy consciente de ello. «Oímos hablar mucho de ella, pero aún no somos conscientes y la ciudadanía se divide aún entre los que son favorables a los cambios que creen en los efectos positivos que pueden aportar y los adversos que solo se fijan en los riesgos. Yo creo que hay que guardar un equilibrio», reflexiona De la Sierra.
Al tratarse de un tema relativamente nuevo, considera que los profesionales del Derecho deben velar por garantizar los derechos sociales. «Esto es una nueva materia del Derecho y hay varias personas que se dedican ya a ello. En los últimos tiempos ha habido un crecimiento exponencial, primero por el interés de la materia y porque también es verdad que, en las ayudas públicas a proyectos de investigación, la transición digital y la ecológica se están priorizando. Se une un interés genuino por algo que es nuevo, que va muy rápido y que necesitamos configurar porque la duda sigue siendo si nosotros vamos a gobernar a las máquinas o están nos van a gobernar a nosotros. Hay quien alude a un nuevo contrato social, es decir, que como sociedad tenemos que pensar cómo queremos relacionarnos con las máquinas y diseñar un código ético, unos principios que rijan nuestras relaciones con las máquinas y el papel que estas van a desempeñar en nuestra vida. Como juristas, más allá del Código Ético que lógicamente es muy importante, hay que poner límites y velar porque se respeten los derechos fundamentales», concluye De la Sierra.
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