Lola Salvador: «A los escritores de cine nos gusta mirar desde lejos»

–¿Cómo puede apoyar lo audiovisual a la España vaciada?

–Yo daría la vuelta a tu pregunta porque creo que es la España vaciada la que puede ayudar al mundo en general. Me parece que en un sitio donde hay más silencio y más posibilidades de pensar, seguramente se pueden resolver cosas para la España en general. Pero también creo que siempre hay que dudar de todos los fines que te venden grandes posibilidades y grandes ayudas. Lo que está bien es plantearse preguntas.

–De pequeña soñaba con ser detective.

–Pensaba que ser detective era una manera de saber cómo funciona el mundo y una forma de hacer justicia. Me llamaba mucho la atención que hubiera niños que no tenían regalos de Reyes y otros que tenían demasiados y no dejaba de preguntarme que de qué iba esto.

–Pero en vez de coger una lupa y buscar huellas dactilares se puso a escribir.

–El tema de la escritura está ligado a la imaginación, que es algo que tienen todos los niños a no ser que les machaquen o les encaucen. Yo estudié en un colegio donde no te ponían deberes, con lo cual podía sentarme en la terraza, que era algo que me encantaba, y pensar. Me divertía pensar. Me parece que lo importante de todos estos cursos y de toda esta búsqueda de soluciones debería ser que la gente sea más feliz, no que ganen más dinero.

–¿Y la escritura la ha dado la felicidad?

–Ganarte la vida escribiendo es un privilegio. Pero realmente no creo en la felicidad. Creo en la alegría y en el humor, pero la felicidad me parece un mito.

–Y esa niña llegó a recibir la Medalla al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Cinematografía. ¿Con esos galardones logró, de alguna manera, ese deseo de la niñez de hacer justicia, en este caso, con un oficio olvidado como el de los guionistas?

–No creo que estemos olvidados, aunque sí nos gusta estar ocultos, escribiendo y haciendo nuestro trabajo fuera del foco mediático. Al escritor le encanta mirar desde lejos y que le miren poco a él. Pero no es que estemos olvidados aunque en los títulos de crédito de las películas salgamos de los últimos.

–¿Puede haber una buena película sin un buen guion?

–Nunca. Es un tópico. Creo que es igual de necesario que la historia sea fascinante que qué este bien escrita, bien ordenada y estructurada. Hay otro tópico que dice que solo hay tres cosas importantes en el cine que son el guion, el guion y el guion. El guionista es un cineasta o si quieres un escritor/cineasta, alguien que conoce las formas del lenguaje audiovisual, del montaje, interpretaciones... Alguien que conoce bien todos esos mundos y que los escribe, los imagina.

–¿Una mala dirección puede estropear un buen guion?

–Sí. Todo el rato. Rafael Azcona, que era nuestro referente, decía que el guion lo quiere hacer todo el mundo porque parece muy fácil, pero no lo es. El guion es lo más parecido a una partitura musical que requiere unos tiempos, unos códigos... y las personas que quieren dedicarse al guion y se ponen a intentarlo se dan cuenta rápidamente porque asimilar ese lenguaje de las imágenes, de los tiempos, de los silencios o del primer plano lleva su tiempo. El lenguaje del cine es un lenguaje en sí mismo.

–Esta misma semana, en esta Universidad, se imparte un curso sobre Inteligencia Artificial. ¿Le parece una amenaza?

–De entrada creo que puede ser una herramienta útil, pero últimamente percibo tanta presencia del capitalismo, en el sentido de buscar el beneficio de unos pocos, que se ha creado una gran desigualdad e insatisfacción que no se puede calmar únicamente distrayendo a la gente mirando pantallas. Estamos en un momento en el que hay que hacerse preguntas sobre las preguntas.

–¿Y qué se pregunta Lola Salvador?

–¿Qué podemos hacer para parar la puta guerra?

–Uno de sus guiones más emblemáticos, del que luego escribió una novela, fue 'El crimen de Cuenca. ¿Tendría el mismo éxito hoy en día?

–Cuando se estrenó era un buen momento para contar esa historia real en la que se condenó a dos personas que acabaron confesado un asesinato después de ser torturados y luego apareció el supuesto muerto. Hoy se sigue torturando, se sigue matando y somos muy indiferentes a las desigualdades. Estamos en un momento en que la ciencia hace que vivamos más y seguimos queriéndonos muy poco. A lo mejor es porque soy una progre de los 70, pero tengo la sensación de que somos imbéciles.

–Fue una de las fundadoras de ALMA, el sindicato que agrupa a los guionistas. ¿Han cumplido los objetivos que se marcaron cuando se creó?

–Dentro de las cosas en las que he participado y de las que me siento muy orgullosa, una es este sindicato, que funciona fantásticamente,;y la otra es DAMA, la sociedad de gestión de Derechos de Autor de Medios Audiovisuales que creamos porque la SGAE nos estaba machacando. Y me parece bonito que hayan creado un premio para guionistas, que es el de mayor dotación de todos, treinta mil eurazos, al que han puesto mi nombre.

–¿En qué está trabajando ahora?

–En muchas cosas. Siempre he intentado dividir mi actividad en porcentajes y dedicar un 80% a pagar las facturas y el otro 20% a cosas que, de alguna manera, mejoraran la vida a los demás. Pensaba que ahora que ya soy mayor podría cambiar estos porcentajes y dedicar más tiempo a las utopías, pero no me acaba de salir bien. Debe de ser por los tiempos que estamos viviendo en los que predomina una indiferencia a los demás. La cruda realidad es que la gente que no tiene recursos se muere en las playas o les contratan para que hagan la guerra y eso hay que ponerlo encima de la mesa.

–Sería necesario un giro de guion.

–Pero tendríamos que hacerlo nosotros y veo mucha indiferencia.