«Santander era en 1936 un núcleo cosmopolita que rebosaba cultura»

Durante el acto, celebrado en el Paraninfo de La Magdalena y presentado por el poeta Regino Mateo, el autor se reconoció encantado de estar en el marco en el que se sitúa su obra, cuyo título procede del poema 'Cero' de Pedro Salinas. Una novela de género negro, con toques históricos y también románticos que parte de la investigación sobre el asesinato de un estudiante de filiación izquierdista durante aquel curso. «Es una novela de misterio pero sobre todo es una novela sobre la duda y sobre la imposibilidad de conocer la verdad. Un libro en el que subyace la idea de que hubo un tercer bando, el de la duda, que tuvo que exiliarse porque no quería tomar parte de la carnicería que fue la Guerra Civil. No sentían que era su lucha», dijo.

La obra, tal y como señaló López Serrano, surgió a partir de un artículo sobre la depuración académica de varios profesores que ejercieron en 1936. De aquel texto saltó a la monografía de Benito Madariaga de la Campa y también a otro escrito por Augusto Pérez Victoria que da cuenta la odisea de la universidad tras el 36. «Se dio la circunstancia de que muchos de aquellos profesores y estudiantes no sabían como podían volver a casa pues el país estaba ya sumido en la guerra».

Novelista, narrador, traductor y poeta, el protagonista de los Martes Literarios ha publicado, entre otras, las novelas 'El país de la lluvia' (2004), 'Retrato del asesino en prácticas' (2005), 'El prado de los milagros' (2008), 'Diario de un asesino melancólico' (2016) y ha obtenido a lo largo de su carrera importantes premios En la ciudad de Santander, en concreto, ha sido galardonado dos veces con el Premio de Narrativa Corta Manuel Llano en 1995 y 1999, y el Premio José María de Pereda de Novela en 2004.

Lo cierto es que, en esos artículos sobre la Universidad de Verano descubrió que cinco alumnos, próximos a los partidos de derechas que promovieron ese golpe de Estado provocaron un tumulto en el comedor del Palacio de La Magdalena celebrando la noticia, un comportamiento fue afeado por los profesores que clamaban por la neutralidad de la institución. «Finalmente fueron detenidos y enviados al barco Alfonso Pérez donde fueron ejecutados. Este episodio fue el que me sugirió la historia aunque yo introduzco un crimen y un sexto alumno que no existió como principal sospechoso de ese asesinato».

Ese idilio del que hablaba al principio del acto con la UIMP, le hizo enamorarse también –así lo aseguró– de la ciudad, que visitó en varias ocasiones para buscar localizaciones, y de los personajes y personalidades que ocupaban aquellas aulas. «Descubrí que Santander, en aquellas fechas, era un núcleo cosmopolita en el que rebosaba cultura, con una universidad de verano, reuniones de científicos prestigiosos, una colonia de estudiantes ingleses (la de Allison Pierce). Un sustrato unido al comienzo de la guerra civil que hacía de la ciudad el lugar idóneo para una trama de espionaje». Y disfrutó tanto de esos lugares de la capital cántabra que, según confesó, a menudo buscaba excusas para volver. «De repente me daba cuenta tras un viaje que no había preguntado la marca del piano que sigue estando en La Magdalena y aunque me proponía hacer una llamada para que me lo dijeran acababa volviendo a esta ciudad para comprobarlo por mi mismo pero, sobre todo, para volver a disfrutarla». Y todos esos elementos de novela negra, a los que ha añadido partes de ficción, son los que componen la novela. «No soy propiamente un escritor de novela negra o policíaca, pero sí me interesa utilizar el tema para contar otras cosas», puntualizó. Así, lo policiaco es una excusa. Reconoció, eso sí que tuvo que eliminar parte del texto, lo cual le costó mucho. «Cuando vuelvo a mirar el manuscrito veo las partes suprimidas; es como a quien le amputan un brazo», afirmó. Para finalizar anunció que ya tiene tema para su nueva novela. «Será romántica, en clave de parodia».