Secciones
Servicios
Destacamos
«¿Podemos tener una subjetividad, un ser, sin cerebro?». Alrededor de esta pregunta, enunciada ayer por el catedrático de Psicobiología de la Universidad Complutense Manuel Martín-Loeches, girarán las ponencias de la 'Escuela de Psiquiatría Carlos Castilla del Pino', que en su décima edición quiere ... analizar las fronteras de la Inteligencia Artificial (IA). «Intentamos enfocar los límites que plantea el conocimiento del sujeto y la conducta, que es un patio muy concurrido», resumió Martín-Loeches.
Expertos de la filosofía, derecho, neurociencia, psiquiatría, psicología o informática debatirán estos días sobre la posibilidad de que llegue a existir una máquina que se considere «un ser sin cerebro». Los dilemas e interrogantes que surgen a partir de aquí son muchos: «¿Tendrá derechos? ¿Se podrá considerar una persona o un sujeto? ¿Tendrá trastornos psiquiátricos? ¿Tendrá todo lo que tiene un ser humano?», se preguntó Martín-Loeches, que compareció ante los medios junto con José María Valls, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Córdoba.
A priori, «lo que se dice es que no», avanzó Martín-Loeches, «porque [las IA] no tienen emociones o sentimientos», por el momento no sufren, ni tienen iniciativa, «pero es algo que vamos a discutir» en La Magdalena. El catedrático considera que la Inteligencia Artificial es una herramienta con un poder «impresionante» que irá cada vez a más. Por ejemplo, las IA ya impulsan descubrimientos científicos a gran velocidad, hallazgos que sin esa tecnología «nos llevarían decenas de años»; y, además, es una herramienta «que no se fatiga y es capaz de trabajar día y noche recibiendo datos o resumiéndolos».
Al mismo tiempo, la Inteligencia Artificial entraña riesgos, plantea dilemas, pero a juicio de Martín-Loeches «no será un peligro» en sí misma mientras no se la instruya para tener «iniciativa» propia, ni se le generen «necesidades». En definitiva, todo dependerá de «de quién esté detrás».
Por su parte, José María Valls coincidió en el hecho de que la IA está entrando «en otra fase» avanzada, por ejemplo, en el campo de la medicina, donde gracias a esta tecnología es posible predecir el comportamiento de las proteínas o realizar mejores diagnósticos. «Nos puede ayudar a avanzar enormemente, en algunos aspectos lo está haciendo ya», aseguró el profesor Valls, que para explicarlo puso un ejemplo ciertamente sorprendente: se ha podido investigar el llanto de los bebés a través de un programa de interpretación del lenguaje, una vía de investigación que «ha permitido entrar en las emociones de los recién nacidos, algo imposible hasta ahora».
Para Valls, la Inteligencia Artificial «plantea el mismo problema desde una perspectiva diferente». ¿Por qué? El profesor expuso la siguiente premisa para explicar la motivación para crear las IA: «Si no acabamos de entender el cerebro y menos la conducta humana, vamos a construir lo mismo sin necesidad de tanta complicación», ejemplificó.
Esta premisa «genera muchas dificultades» y es preciso saber a qué atenerse. El profesor Valls se pregunta si el algoritmo creado «va a resolver nuestros problemas» sin condicionantes, o si va «a ser capaz de crear un módulo de mando que responda a necesidades propias de la máquina y, a partir de esas necesidades, pueda desarrollar conductas propias».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.