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«¡Nos pasamos la vida hablando en público! Lo hacemos en todos los ámbitos de nuestra vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Pero una cosa es hablar y otra comunicar. Y a ser efectivos en la comunicación se aprende, es cuestión de ... técnica. De aprender estas técnicas de comunicación eficaz va este taller». A Isabel Bermejo, que es editora de textos y vive en Madrid, no le pasó desapercibido el enunciado de este curso de oratoria que este verano se impartía en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), así que no dudó en enrolar a dos amigas, que además son hermanas, Susana y Ana Cadenas, para que le acompañaran a Santander. La semana pasada durante cinco días las tres compartieron aula con otros 87 alumnos de todas las partes de España, en una experiencia teórico-práctica sobre diferentes ámbitos y destrezas de la comunicación que el escritor, comunicador y activista por las humanidades Emilio del Río dirigió en La Magdalena.
Cuando cuentan su experiencia a El Diario Montañés están a punto de enfrentarse a uno de los retos del curso: defender ante sus compañeros, y convencerles si es posible, de por qué hay que apoyar la inmigración; las ventajas y las desventajas de la religión, o la energía nuclear. Tres temas que les tocaron por sorteo, de la misma forma que la postura a defender -a favor o en contra- frente a otro compañero. Y en eso andaban, estudiando sus posturas en uno de los descansos de un curso que ha superado sus expectativas. «Fíjate yo que soy investigadora y una gran defensora de la ciencia y me tocó ir en contra en la energía nuclear», comenta una de ellas entre risas.
Tal y como se concibió el taller, por las mañanas los 90 alumnos recibieron en el mismo aula una serie de nociones teóricas en las que se abordaron, entre otros temas, cómo debemos argumentar, algunas estrategias para mejorar nuestros discursos, el poder del 'storytelling' -es decir la importancia de incluir un relato o una historia en nuestros discursos para hacerlos más efectivos en la comunicación- la importancia de los gestos... Y ya por la tarde, divididos en grupos de veinte, venía la parte práctica, la de enfrentarse a ese reto que es hablar en público.
Otro de los alumnos fue Eric Montalván Roldán. Tiene 19 años y es de Valencia. Este no es el primer verano que pisa La Magdalena pues el pasado fue uno de los Alumnos del Aula Ortega y Gasset, una experiencia que tenía claro quería repetir. Y con quién mejor que con Emilio del Río, que fue uno de los profesores que más le marcó en esa experiencia, tal y como explica. El joven que ahora cursa Matemáticas e Informática en la Universidad Politécnica de Valencia reconoce que la oratoria, hablar en público, «es una habilidad que cualquier persona debería tener y, sobre todo los ingenieros, que adquirimos muchas destrezas durante la carrera pero no precisamente esta» y apostilla «si los ingenieros supiéramos unir las matemáticas con hablar en público nos comeríamos el mundo».
Pese a su juventud y a que terminó Bachiller con uno de los expedientes académicos más brillantes de España -de ahí que recibiese la beca que le trajo a la UIMP el curso pasado-, Eric reconoce que le cuesta «muchísimo tener que hablar en público», y por ello, durante los días de este taller, ha absorbido como una esponja todo lo que se ha explicado para ponerlo en práctica sin perder tiempo. «Como dice Emilio, se mejora practicando», asegura.
Se le pidió consejo rápido para enfrentarse a un público: «Ser valiente y participar. La teoría es fácil, pero si no la pones en práctica, es decir, si nunca rompes el hielo y te lanzas a hablar en público, nunca lo vas a conseguir».
Pilar González es docente y se desplazó de Madrid a Santander para participar en este taller porque se considera «una fan de la comunicación». «Me he dado cuenta de que tanto en mi vida diaria como profesionalmente es imprescindible comunicarme bien», asegura. Algo que también ve como un «reto», porque, según dice, no solo se trata de tener claro el contenido de lo que se quiere transmitir «también la forma de hacerlo es importante».
Reconoce que el hecho de ser profesora le permite hablar cada día con un reducido número de público, sus alumnos: «y eso nos proporciona una confianza que no se da en otras profesiones, pero tengo la sensación de que yo tengo mucho margen de mejora en la forma de comunicar, algo a lo que, por desgracia no nos enseñan» Y eso, reconoce, es también uno de los problemas que tiene el sistema educativo. «Es cierto en que vamos hacia un sistema de enseñanza en el que los alumnos participan mucho más, pero detecto muchas carencias en ellos y también en mí misma. Tanto en el sistema de enseñanza que yo recibí como en el que están recibiendo mis alumnos».
A esta profesora también se la pide un consejo para triunfar como oradora: «La clave está en entrenar. Todos somos capaces de hablar en público, pues no deja de ser un técnica. Además, cuando lo consigues, te sientes muy bien. Al final todos somos lo que comunicamos».
Isabel Bermejo, la editora de textos madrileña, reconoce que apostó por este taller «porque todos tenemos deficiencias a la hora de hablar en público. Yo por ejemplo soy muy tímida y me cuesta, pero también hay gente que habla demasiado sin tanto pudor y que no sabe comunicar. Y creo que esto es lo interesante de este curso; que te dan las pautas para hacerlo y de una forma muy amena». ¿Y qué es lo que mejor le va a venir para soltarse en público de todo lo que ha aprendido estos días? «Cómo estructurar un texto y cómo argumentarlo», asegura. Su amiga Susana Cadenas, la investigadora, reconoce que «nosotros estamos acostumbrados a hablar sobre nuestro trabajo y a hacer presentaciones delante de otros investigadores, pero todo lo que hemos aprendido esta semana me va a servir para estructurar mis exposiciones de una forma mucho más amena, que es algo que también es muy importante». Además, afirma que estas herramientas le van a servir para el ámbito personal. «Me ha parecido muy interesante lo que nos han enseñado sobre los distintos aspectos a la hora de preparar una presentación, no solo hay que tener claro las ideas que hay que transmitir sino la forma de hacerlo. Como organizarlas para que lleguen mejor».
Su hermana Ana es médico, una profesión que, sin duda, tiene que lidiar con la comunicación. «Es cierto que tenemos que comunicar muchas cosas a los pacientes y sus familias y no todas son buenas. Y me ha gustado que en el taller se ha hecho una referencia a esto, que el médico tiene que comunicar pero, y es algo que muchas veces se nos olvida, también animar. Eso es muy importante porque no podemos dejar al paciente machacado y hundido tras un mal diagnóstico». Otra de las cuestiones que ha aprendido es que la brevedad es muy necesaria: «Aprovechar el tiempo, no aburrir... nos han ensañado tantas cosas que nos pueden ser útiles».
Emilio del Río se reconoce algo abrumado por el éxito de la convocatoria en la que el 60% han sido mujeres y el otro 40%, hombres. También de sus procedencias de toda España. Insiste, casi como si fuera un mantra, en la «necesidad de practicar» para hablar con éxito ante los demás y lamenta que en los sistemas educativos no existan este tipo de estudios: «Es una de sus carencias, como la falta de formación sobre los autores clásicos y ese tipo de educación es necesaria para hacer a los ciudadanos más críticos y libres. En eso consiste la democracia y sin oratoria no existiría la democracia», argumenta.
También reconoce que ahora mismo se imparten muchos talleres y cursos de oratoria por todo el país. «Desconfío de los que dicen enseñar a hablar en público en tres días y sin esfuerzo porque todo en la vida se consigue con esfuerzo. Se puede hablar con soltura, pero hay que trabajarlo, como todo. ¿O es que Nadal y Alcaraz han ganado las finales de tenis sin entrenar? Pues lo mismo pasa con la oratoria». Y a esto añade una nueva reflexión: «Hay quienes juntan la oratoria con el 'coaching' y si algún el curso me habla de 'coaching', entonces me echo a temblar».
En cuanto a esas técnicas que hay que poner en práctica, enumera unas cuantas: «Es importante saber cómo empezar ese discurso y cómo acabarlo y también es conveniente introducir un elemento de humor, pero con equilibro, sin pasarse, porque si toda la intervención fuera un chiste sería un monólogo del club de la comedia», señala. Y es que contar una anécdota o una historia personal en clave de humor puede servirnos para llegar mejor al que nos escucha. «¿Cuando hablamos qué queremos? Lograr la atención del que nos escucha, persuadirle y por eso la publicidad es una forma moderna de retórica», indica.
Otra técnica, según dice, para atrapar la atención del que nos oye, es la de alejarse del habla cotidiana, y para eso están las figuras de oratoria: «Pero sin pasarse tampoco mucho porque si no, el que nos escucha puede desconectar». Por último: «Equivocarse. Hay que equivocarse mucho para hacerlo bien».
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