«Estamos viviendo la nueva era de la vela de competición»

Antonio Piris (Santander, 1963) o 'Talpi', como le conocen en cubierta, es un clásico de la vela española por partida doble. Regatista y constructor de barcos, a su paso por el Encuentro de Plaza Porticada, 'Creadores cántabros: la navegación a vela en Santander y Cantabria. Pasión por el mar y el deporte', dio buena cuenta de su dilatada carrera profesional, en la que ha pasado por múltiples equipos de todos los tamaños y radios de acción, sin faltar en su currículum ni la Copa América ni regatas oceánicas de vuelta al mundo, como la Barcelona World Race y la Whitbread Round the World (anterior Volvo Ocean Race).

–Ha sido testigo de las primeras vueltas al mundo que protagonizó España y de los primeros pasos en la Copa América.

–He vivido una época en la que España empezó a asomar la cabeza en ambas cosas y pude participar en la construcción de esos barcos, y, una vez conociendo el barco tan íntimamente, tenía ya medio hecho el pase a formar parte de la tripulación, así que disfruté de las dos vertientes.

–¿Qué recuerdo guarda de aquel primer desafío español en la Copa América en 1992?

–Era todo muy impresionante, porque se acabó una época en la que se disputaba la Copa con barcos relativamente pequeños y se empezó otra en que tenían un porte muy grande. Eran preciosos y estábamos todos motivadísimos, pero también un poco abrumados porque nos subíamos a barcos que no estábamos acostumbrados a manejar. Había unas tensiones muy grandes, los esfuerzos eran tremendos, todo pesaba mucho... Eran difíciles de manejar.

–¿Cómo afrontaron eso?

–La clase era nueva para todo el mundo. Los otros países van a tener las mismas dificultades que tú y eso te hace pensar que tienes casi las mismas oportunidades. A nosotros nos faltó quizá un poquito más de dinero y de tiempo, pero aprendimos mucho.

–Empezó muy joven en esto de la vela.

–Sí, de chaval. Mi padre tenía una náutica y me compró un pequeño barco de madera cuando tenía siete años y me mandó a la escuela del Puntal. Ahí me enganché y hasta hoy.

–¿Cómo pasó de regatista a constructor de barcos y por qué?

–Regateaba por amor al arte y, a raíz de la Copa América, pude empezar a ser profesional y a ganar algo de dinero, pero eso duraba el verano y algo había que hacer en invierno. Como me gustaba la construcción y siempre había proyectos de barcos nuevos que construir en invierno, me intentaba meter en ellos, lo conseguía y no solo me ganaba la vida, sino que en verano, normalmente, tripulaba los barcos que construía. Hoy en día los regatistas profesionales pueden vivir de ello porque, cuando se acaba la temporada en un hemisferio, empieza la del otro.

–En estos años, ¿cómo han cambiado las cosas en cuanto a sensores, velocidad, nuevas tecnologías…?

–Totalmente. Hoy en día está todo medido, filmado, en regata oceánica estás monitorizado el 100% del tiempo, chequean cada seis horas tu posición... Es casi como una regata cada seis horas. Radicalmente distinto a cómo se hacían antes las cosas, más por intuición y ensayo-error. Ahora la información se comparte con vídeos, internet y todo el mundo se copia. Eso tiene muchas ventajas también, el poder ver todo a través de una pantalla y que los barcos sean casi todos iguales y, por tanto, las competiciones más interesantes.

–¿Cuál diría que ha sido la mayor innovación en los últimos años?

–Los foils. Los barcos ya no van arrastrándose o desplazándose por el agua ni escorados. Ahora van planos, levitando y mucho más rápidos, porque es una tecnología que los eleva sobre el agua. Estamos viviendo la nueva era de la vela de competición.

–¿Qué dificultades y qué ventajas presentan los foils a la hora de navegar para los regatistas?

–La ventaja es la velocidad y la espectacularidad, pero es todo un equilibrio mucho más inestable, con lo que si te la pegas lo harás mucho más fuerte, y eso implica roturas. Y la tecnología que has de tener detrás, tanto el equipo de tierra como los diseñadores, es mucho más importante, porque estamos hablando de unos foils que son mínimos y el único soporte del barco yendo a tanta velocidad. El hecho de que el foil sea un poquito más desarrollado uno que otro te puede dar muchísima ventaja, más de la que puedas conseguir con tu pericia navegando.

–¿Cómo es para usted el barco perfecto?

–El barco perfecto no existe, es algo que siempre va a estar en evolución. Y siempre depende de para qué. Hay tanta variedad de barcos que es tremendo. Es una de las cosas que pasa con la vela, cada tipo de barco tiene su funcionalidad. Por ejemplo para navegar por Santander de manera tranquila, el J80, que es barato, de fácil manejo y monotipo, con lo que aprendes mucho.

–¿Qué particularidades tienen los catamaranes con los que Diego Botín ganó el SailGP con España?

–Tienen muchas cosas bonitas, para el espectador sobre todo. Cuentan con la última tecnología, van sobre foils, con un mástil y una vela que es como el ala de un avión, es algo rígido, hay que quitarla y ponerla con una grúa todos los días, pero es mucho mas efectiva que una convencional. Tienen velocidad extrema, espectacularidad y son todos iguales. Comparten la información, si uno ha ido rápido un día, los demás saben por qué, cómo lo han manejado, y eso hace que nunca sepas quién va a ganar. Se premia la regularidad.

–En la Copa América 2024, los AC75, los barcos voladores, serán las estrellas. Una maravilla de la ingeniería náutica.

–Sí, en Barcelona. Esta será la segunda edición que se usan. La primera fue hace cuatro años en Nueva Zelanda. En aquella ocasión, al ser la primera generación de barcos, tenían más diferencias entre unos y otros, pero los que vamos a ver ahora son más igualados en velocidad y manejo, lo que se traduce en que la Copa América, además de espectacular, sea más incierta.

–Actualmente, ¿quién es para usted el mejor constructor de barcos de España?

–Un chico de Castellón que se llana Chimo González, con el que yo he trabajado mucho y que ha llegado a unos niveles verdaderamente estratosféricos.

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