Valnera siembra el otoño con tres títulos literarios y una singular enciclopedia

Javier Tazón, incesante en su escritura que bucea en la historia desde la ficción, entrega 'La estirpe de Velarde'. Con prólogo de Joaquín Leguina y dibujos de Andrea Reyes firma una novela-homenaje a los revolucionarios liberales del siglo XIX, inventores del término 'Patria', usurpado por sus enemigos fernandinos, esos que gritaban: '¡Vivan las cadenas!, ¡Muera la libertad! Enmarcada en la estética de la Nueva Novela Histórica, trata del enfrentamiento –entre 1808 y 1814– de dos concepciones de España, del que, tras doscientos cinco años de mentalización imperial-nacionalista, «nos ha llegado una única visión: la oficial, la de los vencedores, la formada por arrastre, sedimentación y acumulación ideológica».

La obra no se limita tan solo a mostrar la evolución novelesca de sus personajes, sino que según el editor, «se aventura por los repliegues históricos y da la palabra a figuras como Goya, Palafox, Godoy, Napoleón, José Bonaparte, etc., en escenarios tan variados como Cádiz, Madrid, Segovia, Cantabria, San Sebastián y París».

En su prólogo Joaquín Leguina subraya que la novela de Tazón es tributaria –según ha declarado el propio autor–, de escritores latinoamericanos como Alejo Carpentier o Fernando del Paso, que, sin duda, «tuvieron el mérito de abrir las puertas de la Historia para que los novelistas se sentasen al mismo nivel de los historiadores, pues todos ellos, juntos y revueltos, maman de las mismas fuentes». A su juicio, «no es una novela cántabra sino que siendo cántabra es universal».

'Palabras prestadas' es el segundo libro que publica el profesor Javier González Díez, lodosano de nacimiento y reinosano de adopción (el primero, 'Si me dan a elegir…' fue el número 14 de la misma colección de Valnera Literaria). El libro está compuesto por catorce relatos y un prólogo desde la UCI. Sus protagonistas son seres solitarios, desvalidos, atrapados en la tristeza y en la añoranza. «Seres desamparados que tienen en común cierto sentimiento de fracaso». Una obra escrita en la madurez vital, y literariamente muy madura, que el autor ha ido componiendo sin prisas ni pretensiones, con el poso de sus muchas lecturas y con una capacidad innata para hacer verosímil el complejo mundo interior de los personajes.

Gran aficionado a la literatura, la historia y el teatro, fundó la revista 'Cuadernos de Campoo' y dirigió durante muchos años a grupos de alumnos en las sucesivas ediciones de la Muestra Escolar de Teatro, escribiendo algunas obras y adaptando muchas otras.

Por su parte, el novelista y dramaturgo Jesús Carazo, finalista del Nadal y Premio Lope de Vega en 2004, publica en Valnera, 'Polifemo en Sicilia' que en realidad, son dos libros en uno: una novela y un libro de poesía. La primera cuenta la insólita relación entre Angélica, la joven protagonista, y Abel Santaolalla, un veterano poeta madrileño que ha dado a la imprenta media docena de libros.

El segundo es un conjunto de 26 poemas que el propio Santaolalla escribe con las impresiones que le produce un viaje a Sicilia. Premio Sésamo por 'La ciudad donde habita Caribdis' (1987), Premio Ciudad de Barbastro por 'Secretum' (1993) y el Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid por 'Los abismos de la noche' (1996), el autor afincado en Burdeos recurre a la técnica literaria del 'manuscrito entregado', lo que le lleva a tomar con maestría inusual la voz femenina en el relato,

Finalmente, el periodista y escritor Javier Rodríguez, articulista de El Diario, publica 'Toda una vida. Enciclopedia de los recuerdos felices', con prólogo de José Ramón Sánchez.

'Toda una vida' es un libro de añoranzas, una enciclopedia de recuerdos felices, a modo de álbum de cromos sentimental, que en 74 capítulos recoge modos y costumbres que han desaparecido o están a punto de desaparecer.

Tras publicar 'El perfume del alma' y 'Lo que el tiempo se llevó', el autor ha puesto en manos de Valnera el tercer volumen de la colección, y la mano de la editorial se aprecia en el exquisito tratamiento de las imágenes y en la cuidada composición.

La obra se organiza en seis grandes apartados –Familia, hogar y alimentos; Costumbres perdidas; Álbumes, tebeos y libros; Juegos y ocio; Espectáculos, artistas e ídolos; y Tecnología punta–, en los que Rodríguez, con una prosa cuidada y evocadora, «hace un viaje al pasado para compararlo con un presente que no siempre es mejor».

En palabras de José Ramón Sánchez, incluidas en el prólogo, este libro es un viaje larguísimo al País de Nunca Abarcar. «Viajaremos a una cocina de carbón; una sala de estar; una mesa; un cajón con tarjetas postales, billetes, monedas y cartas escritas a mano; una calle con fotógrafos ambulantes; un salón de moda; un lavadero; una estantería con álbumes, libros, cómics, revistas infantiles (...); el Teatro Pereda; los cines de Santander; una sala de fiestas; una emisora de radio; un despacho con máquinas de escribir; una mesa camilla y una máquina de coser…».