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Antes de encontrarse con 46 estudiantes de bachillerato de varios institutos de Cantabria, la escritora Azahara Alonso (Oviedo, 1988) se sorprendía de que la convocatoria, un viernes, a las 19.30 horas, hubiera atraído a tantos jóvenes para hablar sobre el aforismo. Posiblemente la pasión ... con la que los organizadores de la Pandemia Filosófica, la empresa cultural Panacea y profesores de esta asignatura que desbordan vocación, enroló a un grupo, mayoritariamente femenino, en torno a un género que aunque está ganando adeptos -cada vez más editoriales apuesta por él- sigue siendo «periférico».
Alonso, autora entre otros libros de 'Bajas presiones', una sorpresa literaria con la que se dio a conocer en 2016 a base de «destellos personales en los que conviven la inspiración greguerística, el humor negro, la reflexión social o una veta de persistente desengaño», tal y como recoge la editorial Trea, es también licenciada en Filosofía y sobre todo apasionada de un género que ella misma -y conste que cada aforista tiene su propia definición- describe como «un género hiperbreve, que no es ficción y que desde la brevedad hace que lo insólito resulte obvio», pero sobre todo, tal y como recalcó «se debe diferenciar entre el aforismo clásico, ligado a la filosofía, al contemporáneo completamente ligado al pensamiento lírico y a la poesía».
Pero la mejor forma de ahondar en «en esas verdades que existen eternamente» -otra de sus definiciones- era desplegar ante a los estudiantes del Santa Clara, Castroverde, Alberto Pico, Torres Quevedo y José Hierro (San Vicente de la Barquera) presentes en el Centro Cívico de Tabacalera -sede de las ponencias de la Pandemia Filosófica- algunos ejemplos de como ha evolucionado un género que se remonta al padre de la Medicina Hipócrates, en la Antigua Grecia y que entre otros aforismos dejó escrito «la guerra es la mejor escuela de un cirujano».
De ahí, a los más contemporáneo, la también autora de 'Gozo', hizo un recorrido por un género que no por breve, tiene menos enjundia que las narraciones de más de mil páginas. Para ella es importante que no se confunda con el microrrelato tan de moda actualmente. Reconoce que este último tiene un concepto de ficción que no tienen los aforismos pese a que ambos comparten brevedad.
Así en, su repaso, comenzó diferenciando entre los más clásicos, esos que prosiguieron a los de Hipócrates y otros autores como José Bergamín o Eugenio D'Ors «con un valor universal y con una carga de doctrina y moralidad», a los más contemporáneos en los que ya aparece la primera persona y un tipo de pensamiento condensado. Unos aforismos más subjetivos, que parten de circunstancias concretas y que ya no se ofrecen como esa verdad tan universal de los anteriores.
Fue precisamente uno de estos, escrito por Ramón Andrés en su libro 'Caminos de intemperie', «La lucidez, visita guiada al Infierno», el que suscitó el coloquio de los estudiantes «¿es mejor estar lúcido en un mundo cómo el que vivimos o ponerse orejeras como los caballos para no comprobar ese infierno en que habitamos?».
No faltó, en la charla el recuerdo a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, «aunque no debemos abusar el humor», recomendó Azahara Alonso a aquellos alumnos y alumnas que deseen presentarse al concurso que la propia Píldora Filosófica ha convocado en esta edición.
En la conversación previa al taller, la escritora reconoció que esa filiación que derivó en polémica sobre la brevedad de los aforismos y la que se usa en las redes sociales no es tan real. Vivimos en un mundo muy acelerado, es cierto, pero no creo que el aforismo sea un género acelerado. Es breve, pero si conseguimos acceder a uno de esos aforismos, clásicos o contemporáneos que nos dicen algo, que nos queda rondando aunque no lo comprendamos en una primera lectura, esa brevedad se convertirá en un acercamiento que luego derivará en otra cosa». Además, recalcó, que esa brevedad inicial de las redes sociales, está cambiando con los mensajes de voz que «a veces son muy largos, son larguísimos».
Y pese a que el aforismo sigue siendo un género periférico, según esta autora, el crecimiento «es exponencial aunque sigue siendo humildísimo. Creo que el cambio está ligado a que ya no está tan ligado estrictamente a la filosofía y a que muchos poetas están descubriendo en ellos un marco, una forma en la que puede pensar y no solo transmitir sus propias atmósferas».
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