Ana Rodríguez Fischer | Escritora
«Una vez que la literatura entra en nosotros, ya no nos la pueden arrebatar»Secciones
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Ana Rodríguez Fischer | Escritora
«Una vez que la literatura entra en nosotros, ya no nos la pueden arrebatar»En la vida de Ana Rodríguez Fischer, (Vegadeo, 1961), todo toma forma de libro. Catedrática de la materia, profesora universitaria, crítica literaria y escritora, en esta última faceta acude a Santander para presentar hoy en la librería Gil (19.00 horas), acompañada por Ana García ... Negrete, su último libro, 'Antes de que llegue el olvido' (Siruela, 2023). Una novela que le ha valido el Premio de Novela Café Gijón 2023 y que aborda un encuentro epistolar entre Anna Ajmátova y Marina Tsvietáieva.
-¿Satisfecha con el reconocimiento en forma de premio?
-Me siento muy feliz y también muy reforzada en mi trayectoria narrativa o como escritora, que combino con otras facetas y, sobre todo, porque acaban de anunciarme que tiran ya la segunda edición.
-Combina hasta el punto de que toda su vida gira en torno a los libros.
-Sí, siempre en torno a los libros y a la literatura en mi condición de Catedrática de la Universidad, ejerciendo la crítica literaria en Babelia. El tiempo es limitado, claro y la faceta como escritora ha quedado un poco más espaciada, por decirlo de algún modo, en todos estos años.
-¿Va generando vínculos entre cada uno de esos perfiles para dar forma a sus historias?
-Sí, todo está muy ligado. Esta novela trata de dos escritoras rusas, un área que no es la mía, pero de no haber todas las lecturas e investigación que hay, mi trayectoria académica y docente, metodológicamente tengo una praxis que me facilita muchísimo esa tarea de documentación. Ahí está la experiencia.
-Aborda en el libro también la reconstrucción de un vínculo a través de textos.
-Es el diálogo entre Anna Ajmátova y Marina Tsvietáieva, como mujeres, como personas, como poetas que vivieron una experiencia histórica, pero está también ahí la recepción, el eco que la obra de una suscita en la otra y al tener este formato epistolar, entre comillas, el texto tiene una posición muy relevante. El texto como expresión, como confidencia.
-¿Dónde estuvo el click que le hizo meterse de lleno en la vida de estas dos mujeres?
-A ellas ya las conocía. De hecho, últimamente estoy muy interesada en la línea de encuentros posibles, de los cuales no ha quedado crónica, documentación ni constatación de ningún tipo, encuentros soñados, imposibles... Dentro de los casos que tengo en la cabeza estaba el suyo. Como no voy a poder desarrollarlos todos en formato novela, iba a hacer textos breves, pero en el caso de ellas, la época, las amistades y afinidades selectivas que tenían, me sabía mal sacrificarlo. En el sentido de la extensión, reducirlo a un relato. Decidí atreverme a hacer una novela.
-Lo titula a partir del olvido pero tiene mucho que ver con el conflicto. ¿Cuántos ejemplos conoce de vidas truncadas por situaciones como la de la novela?
-Bastantes. Hay más de las que pensamos. Y aunque no es el caso de las protagonistas de 'Antes de que llegue el olvido', pero lo que más me fascina de esos encuentros es que parten de personalidades distintas. Eso es lo que me estimula para imaginármelo. Cómo se verían, de qué hablarían, qué se dirían...
¿Hay algún encuentro que le hubiera gustado especialmente?
-Hay una idea que me obsesiona mucho, que es el encuentro entre Larra y Teresa Manche, la amante de Espronceda. Sin duda se cruzaron, porque frecuentaban los núcleos, las revistas, las redacciones, del Madrid de los años 30. Que hubieran tenido un trato más directo, entre ellos dos. Lo dijo hace años el escritor Greg Corpus Varga; que la pareja Larra, Manche darían la altura de nuestro romanticismo. En cambio, con Espronceda fue un poco patético.
-A Chacel le dedicó su tesis doctoral. Ella fue uno de los pocos ejemplos de autoras que pudo vivir de su trabajo.
-Sí, y además considerando que fue una mujer autodidacta. Apenas fue a la escuela. Estuvo en la Academia de Bellas Artes de San Fernando una temporada. Siempre reconoció que su marido, Timoteo Pérez Rubio, el pintor, había sacrificado su carrera artística, porque hacía retratos para las grandes damas de Río de Janeiro y pintura de encargo, que le permitió a ella ser libre para escribir.
-Dice que descubrió la escritura a partir de la soledad. ¿Uno siempre está solo al escribir?
-Que va, que va. Haber empezado a escribir más sistemáticamente a partir del 2014, cuando hice tres novelas, tiene mucho que ver con el hecho de que mis hijos ya habían crecido. No sacrifiqué el tiempo que quería dedicarles a ellos. Hay que tener soledad en el sentido de aislamiento, de ausencia de ruidos, de jaleo. Yo para escribir necesito estar en un estado de alegría, que supone no tener dolor a mi alrededor. No tener que preocuparme de que alguien esté sufriendo. Las enfermedades de los padres, los fallecimientos, han sido etapas breves y dolorosas en las que no escribí.
-Parece casi utópico hoy en día pausa, calma y silencio para ponerse a crear
-Sí, pero es algo que se retroalimenta, porque cuando estás metido en la escritura, lo exterior no existe. Aunque sean cuatro horas al día, es un gran alivio. Una suerte de felicidad.
-¿Qué le dan los clásicos para haberse metido de lleno en tantas de sus obras?
-He trabajado sobre obras de autores muy distintos y en cada uno de los casos fue por razones distintas también. Una novela de Rosalía de Castro, 'El caballero de las botas azules', fue porque era una novela modernísima, cervantina, irónica, con elementos de sociología de la lectura... Prácticamente había quedado olvidada, fagocitada por su imagen de musa del llanto. Ese sería un ejemplo. O los trabajos que dediqué a Juan Marsé. Siempre pensé que era un clásico contemporáneo, pero veía que no estaban apareciendo ensayos potentes y decidí hacerle un homenaje con 'Ronda Marsé'. Las razones y estímulos varían.
-¿Qué lección le gustaría dejar a sus alumnos?
-La pasión sobre la literatura y la conciencia de que cuando la literatura entra en nosotros, es algo que no nos podrán arrebatar. Esa experiencia, ese gozo, ese placer que nos ha proporcionado.
-¿Qué importancia tiene hoy la crítica literaria?
-Pues no lo sé, la verdad (ríe). Me consta que hay libreros que me toman en cuenta y me cuentan algunos escritores que en las ferias del libro van lectores con mis reseñas a buscar sus libros. Hoy hay muchísimas revistas online, un mundo amplificado considerablemente que no puedo seguir tanto.
-Y, como dice el título de su ensayo, ¿por qué leemos novelas?
-Leemos novelas para crecer, para conocernos, para vivir otras vidas... Es un placer estético.
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