Un viaje en el tiempo para curiosos y buscadores de tesoros impresos

Manuel Gómez trae su Reino Secreto desde Segovia por quinto año consecutivo. «Agosto y Santander son una buena combinación», dice. Esta es una feria en la que «se trabaja muy bien», con gran afluencia de público, no solo nacional, también extanjero que busca libros en inglés, francés o alemán. «No sabes lo que te van a preguntar, así que intentamos traer siempre todos los géneros», explica el librero, uno de esos a los que se le nota la devoción por su labor. Entre las joyas que se resguardan en su espacio está una primera edición de García-Lorca, una de Galdós firmada y colecciones «muy raras». El libro ha bajado de precio «mucho en general», lo que antes se buscaba y se pagaba, ya tienen el mismo valor. «Si no luchas un poco, te comen», expone.

Su librería tiene el nombre de una obra del leonés José María Merino. Reconoce que le gustaría pasar una tarde en el salón de lectura del escritor y cree que aunque al cuento «se le ha despreciado un poco por sistema», entre «la condensación de un pensamiento en palabras de la poesía, a la extensión de ese pensamiento en forma de novela», está el cuento, y «si está bien escrito es una estructura cerrada perfecta en sí misma». Muchas veces, con un buen cuento, «vas a tener la cabeza ocupada todo el día», porque es un género «muy muy interesante».

El cuento suele ser infantil, pero las ediciones para adultos, bonitas y bien editadas «pasan un poco desapercibidas». Salvo ejemplos como Gloria Fuertes, «que funciona siempre», dice Virginia Fonturbe, de Antuñano, una de las tres librerías cántabras que participan en la cita desde el 2012 y destaca como en los últimos años se ha ido notando el crecimiento de asistentes. En sus estanterías, las 'Leyendas', de Zorrilla, en gran formato, es una de las piezas estrella para que esos visitantes indaguen durante estos quince días.

Hay quien se detiene a curiosear entre las singulares mezclas que se dan en cada uno de los expositores. Así, los lomos anaranjados de la colección Barco de Vapor, que zarpó en 1978, reposan junto a la exhaustiva 'Enciclopedia de barcos' de Tony Gibbons, publicada en 2018. Al sol se templan ejemplares de la revista 'Peña Labra', mientras Tintín mira de reojo al Rey Juan Carlos que plasmó Paul Preston y unos ochenteros Rolling Stones sonríen en la portada de un álbum, bajo un versión de 'Un valle en el mar', de Concha Espina, de 2009.

Ismael y su familia, tres generaciones de madre, hijo y nieto, llevan en su bolsa otras tantas adquisiciones «y aún me falta elegir otro para mí», dice. Son madrileños y este universo efímero de historias se les ha aparecido mientras paseaban, como una escala interesante en el tiempo vacacional.

También de Madrid está en la feria por primera vez Marcos Ortiz, de la librería que, haciendo un palíndromo, lleva su nombre y apellido. Por España, casi todas las provincias tienen su feria. «El libro antiguo tiene su público; la gente está un poco harta de lo digital y les gusta recuperar el papel y charlar con el librero». Hay clientes que piden cosas concretas, y el librero tira de desiderata para encontrarlo, pero el grueso de las compras suelen ser herencias. «Personas que han hecho sus bibliotecas a lo largo de la vida y al fallecer, sus herederos las ofrecen». A Ortiz, que trabaja con primeras ediciones de Unamuno o las greguerías de Gómez de la Serna, no le importaría «hincarle el diente» al legado de Julián y Javier Marías en forma de volúmenes.

También es la primera vez de Javier Molina, de Velintonia, que acude a la llamada del prestigio y las ventas que promete la feria santanderina. Y, de paso, ha curioseando por las propuestas de sus compañeros, 16 en total, que tienen «cosas muy interesantes». Tebeos, discursos de reales academias, libros de cine… de todo para el versátil comprador. Coleccionistas que buscan completar colecciones, «con el libro infantil muy en alza» y las guerras, que por escrito no pierden su gancho. Y lectores de cierta edad que acuden a los cuentos «para reencontrarse con aquello que leyeron de pequeños». Un pasado muy presente página a página.