«La vida es ahora más pobre a nivel espiritual, en principios y valores»

La propuesta del dramaturgo bebe de los grandes escritores del Siglo de Oro español y rescata sus textos para construir un alegato a los valores esenciales, con el humanismo como ideario referencial. En un escenario marcado por la incertidumbre, 'El Brujo', Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes -máximo galardón que concede el Ministerio de Cultura- reivindica la importancia de los teatros como espacios seguros y necesarios.

-Teatro y grandes clásicos de la literatura, ¿qué puede salir mal?

-Claro. Este espectáculo, que se estrenó en el Festival de Almagro en 2019, está basado en textos de los autores del Siglo de Oro español. Es una antología de los grandes dramaturgos y poetas de esa época. Lope de Vega, Cervantes, Calderón, Teresa de Jesús, Quevedo, Góngora... También tiene música en directo gracias al maravilloso violín de Javier Alejano. La obra tiene una atmósfera de teatro romántico, de festival de verano, de versos y de capa y espada...

-La narrativa y la poética de la obra se basan en textos de Cervantes, Quevedo, Shakespeare... ¿Por qué esos textos y por qué esos autores?

-Porque me encanta esa época, el Barroco y su filosofía, cómo enfocaban la vida estos poetas aventureros, cómo encaraban la cuestión del amor y la muerte. Vivían con la conciencia de que la vida es breve, de que es un paso de lanza, una aventura efímera, y que por eso hay que vivirla de una manera noble, bella, romántica e idealista, con la conciencia de que formamos parte de un universo que nos permite vivir unos años y luego te vas. Esa conciencia les hacía vivir la vida de una manera bonita.

-Un idealismo que choca frontalmente con el materialismo que impera hoy en día en la sociedad...

-Exacto. Con los años hemos ido ganando unas cosas y perdiendo otras, que es la base de la historia de las civilizaciones. Pero en muchos sentidos ahora la vida es más pobre a nivel espiritual, en lo que tiene que ver con los principios y los valores, y hay por contra más apego a lo material. La vida se enfoca más a lo que se tiene que a lo que se es. Conseguir, consumir... Todo se ha mecanizado más, nos hemos convertido en parte de una máquina que se produce y se consume a si misma.

-Y la pandemia ha golpeado esa máquina de lleno.

-Con todo lo que está pasando ahora la gente por narices tiene que pensar, que cuestionarse, que volver a enfrentarse consigo misma en la soledad. Si los chicos jóvenes si no salen por la noche, ¿qué hacen? Tienen que llenar su tiempo con algo, que confrontarse consigo mismos, con el aburrimiento, con el vacío interior. Esto nos está obligando a parar y a pensar, a estar más en contacto con nosotros mismos.

-¿'Dos tablas y una pasión' se reivindica como un alegato de esa aspiración humanista?

-Sí, porque es una reivindicación en el sentido más profundo del término. Hay una definición del humanismo en los versos de Machado que me encanta, que dice «Un hombre a tientas camina, lleva a la espalda un farol». Es la figura del que abre camino, del que se adentra en la oscuridad para ir iluminando a los demás. Y esa luz es la palabra, los versos, la filosofía, la cultura. Eso es lo que más me interesa, esa transmisión de los valores de la vida de una generación a otra.

-Dado el escenario, parece que hay muchos cambios que promover y retos que afrontar...

-Si el diálogo entre la naturaleza y la civilización no está compensado por una filosofía de la vida y por una serie de valores, lleva al desequilibrio. Esa es la lección que tan dolorosamente estamos aprendiendo en este siglo.

-La cultura como ejercicio de resistencia, como forma de conciencia.

-Por eso me gusta tanto el Barroco, porque es una filosofía y un arte muy profundos, con un concepto de la vida muy espiritual. La vida no es solo la materia, el ser humano es esencialmente su alma, y además tenemos un cuerpo. Debería ser el alma quien llevase el timón.

-¿Cómo aspira a fomentar ese cambio de mirada con su obra?

-A través de la belleza, de los versos, del misterio, de las historias que se cuentan, de las diferentes obras de arte que aparecen... Es el arte del Barroco visto a través de los románticos del siglo XVIII y XIX.

-Llega a Cantabria y eso demuestra que el teatro sigue vivo más allá de la pandemia. ¿Cómo valora en ese sentido la ocasión, qué supone para usted?

-Es una oportunidad que agradezco mucho al Festival de Invierno de Torrelavega, porque hay muchos teatros que son reacios a abrir o a contratar y ellos siguen creyendo e impulsado este arte. Eso teniendo en cuenta que son espacios seguros, como se ha demostrado. Ya se funciona con restricciones, pero se funciona. Deberían mantenerse así un año o lo que haga falta porque si nos cierran del todo hunden al gremio, a la profesión.

-¿Por qué cree usted que es importante la cultura?

-La cultura es una terapia, es la herramienta que nos permite entrar en contacto con nuestra dimensión humana.