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Imanol Arias (Riaño, 1956) llega este sábado al Teatro Concha Espina de Torrelavega con una doble función. La primera, protagonizar 'El coronel no tiene quien le escriba', una obra basada en la novela de Gabriel García Márquez, dirigida por Carlos Saura. La segunda, recibir el ... Premio Duende Zahorí que concede el público del Festival de Invierno. «Un regalo», sentencia. Ilusionado con este nuevo proyecto -«cada trabajo es un trozo de vida», reconoce-, no piensa en la jubilación porque es de lo que creen que «la vida hay que vivirla siempre como si fuera el primer día».
-¿Qué le atrapó de 'El coronel no tiene quien le escriba'?
-Lo primero fue la propuesta. Un compañero al que quiero y admiro, Juan Diego, por un problema de salud temporal tuvo que dejar la obra y me propuso hacerme cargo. Me impresionó el texto en su conjunto y unas imágenes que había visto de la obra. Fue un regalo, una herencia. La acepté y empecé a pensar qué podía aportar, cómo encarar el montaje, qué podía mejorar... Pero el gran regalo fue que tenía que ayudar a un amigo y ya llevo casi dos años.
-¿Qué es lo que más le gustó de su papel como coronel?
-Es una obra que habla de la violencia de la vida en la que no se producen escenas de violencia. Habla del abandono en el último tramo de la vida. Yo creo que la vida siempre hay que vivirla como si fuera el primer día, pero en la etapa madura se acumulan las experiencias, los recuerdos y las ilusiones. Es una pieza teatral curiosa y bella donde los personajes hablan de la vida, se estresan y se emocionan. El coronel vive con su esposa, una mujer anclada a su pasado y él aparece como un niño que quiere mirar al mañana y sigue teniendo ilusión, fuerza y dignidad para esperar lo que le corresponde, el reconocimiento a toda una vida dedicada a su país.
-Es su primer trabajo con Carlos Saura, ¿cómo ha ido?
-Ha sido estupendo y espero que no sea el último. Es un artista muy completo, es un señor mayor en el mejor sentido de la palabra. Crea mundos, es un artista plástico que maneja la luz, la fotografía y la pintura. Crea un espacio y un mundo con unos personajes que deambulan. Ha sido muy enriquecedor. Y luego está el traje que me dejó Juan Diego, con una altura maravillosa.
-Al terminar la función le entregarán el premio Duende Zahorí que concede el público. Una sorpresa supongo...
-Para el hijo de un castreño, como yo, la única explicación que le encuentro es que mi padre era de Castro (bromea). Aunque mi abuelo iba mucho por Torrelavega para vender huevos y queso. En serio, es un regalo. Es sentir el cariño del público, tiene mucha importancia emotiva.
-¿Cómo llegó al mundo de la interpretación?
-Estoy ahora sentado frente a dos fotografías. Una en la que tengo cuatro años con un traje de papel de indio que me había hecho una tía que vive en Bélgica. Y en la otra foto tengo como once años y estoy vestido de payaso. Era un niño muy dicharachero y un familiar cercano hacía pequeños espectáculos, muchos relacionados con Charlot. Había uno en el que un niño rompía un cristal y le echaba la culpa a Charlot... Y empecé siendo ese niño. El segundo fue una función para recaudar fondos para una huelga y acabé con la nariz roja en el cuartelillo. Después en la Universidad Laboral de Eibar entré en el grupo de teatro y empezó todo. Ganamos el premio nacional dos veces y de allí, a Madrid. Entonces no pensaba en cine ni en televisión.
Qué 'El coronel no tiene quien le escriba', dirigida por Carlos Saura. Al finalizar la actuación, Imanol Arias recibirá el premio Duende Zahorí que concede el público.
Dónde En el Teatro Concha Espina de Torrelavega, dentro de la programación del Festival de Invierno.
Cuándo Mañana, a las 20.30 horas.
-Pero llegaron Mikel, Alcántara, El Lute... ¿con quién se queda?
-Es difícil destacar uno, me quedo con las experiencias con las personas con las que he trabajado. Recuerdo la muerte de Mikel, los primeros contactos con Vicente Aranda y mi primera conversación con él, cuando me ofreció hacer una película y le dije que me iba a Estados Unidos a hacer un curso y me contestó que sólo dos personas le habían contestado algo así, pero que pensaba que yo era más despierto (ríe). Y entonces cambié el orden, hice la película y me fui a Estados Unidos. También me acuerdo de una conversación parecida con Pedro Masó cuando le dije que no a participar en 'Anillos de Oro' y me respondió que pensó que era más inteligente. Recuerdo también el arranque en la televisión con Ana Diosdado, una diosa, una mujer muy inteligente.
-¿Qué le ha enseñado el teatro?
-Muchas cosas. Al final nunca trabajamos solos, siempre estamos en compañía de otros. Este oficio me ha enseñado a trabajar en algo en lo que continuamente cambias de compañeros, vivencias y experiencias. Siento gran admiración por los buenos colegas, no me considero ni mejor ni peor, pero sí afortunado de pertenecer a este mundo. Cada trabajo es como un trozo de vida en el que decides vivir una aventura con tus compañeros. En mi vida he sido muy 'cursero', empecé muy joven a trabajar y siempre que tenía tiempo me apuntaba a algún curso para mejorar. Recuerdo a una maestra americana. En aquella época yo interpretaba a Lorca y ella me dijo, señor Arias, no quiero que haga más obras dramáticas. Eso ya lo tiene. Ahora quiero que me haga una comedia inglesa. Estuve un año aprendiendo comedia con ella.
-Si pudiera hablar con el Imanol que se subió por primera vez a un escenario, ¿qué le diría?
-Ese Imanol tuvo algo de suerte al confiar en el instinto. Por eso le diría que confíe en el instinto y disfrute de la gente que se va a encontrar, que ame el lenguaje y las palabras y que aprenda a dar a los personajes las experiencias suyas más íntimas. En definitiva, que sea cuidadoso con la obra y respetuoso con el público.
-¿Es de los que se jubilan o de los que mueren con las botas puestas en un escenario?
-La jubilación llega cuando tienes incapacidades para desarrollar tu trabajo. No tengo intención de jubilarme a sabiendas de que a medida que pasan los años tendré que hacer otros personajes, pasaré de ser el padre a ser el abuelo. La idea es seguir aunque la vida tiene ciclos. Hay uno para aprender, otro para desarrollar y otro para formar. Es una idea.
-Su hijo Jon sigue sus pasos, ¿le ha gustado?
-Si no me gustara sería una desgracia porque mis dos hijos hacen teatro. Los sigo con interés como padre. Son buena gente y les tiene que ir bien. Aprendo mucho con mis hijos.
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