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Confiesa que sus prácticamente veinte años en Cantabria fueron «muy enriquecedores y fundamentales» en la construcción de su trayectoria profesional. Orlando Britto Jinorio, comisario independiente de exposiciones y proyectos de arte contemporáneo, es un incansable profesional y activista del arte y la cultura. Desde hace ... tres años es responsable de la dirección artística del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria. Britto (1963, Las Palmas), vinculado profesional y familiarmente a Cantabruia, fue el artístico del singular proyecto Espacio C que marcó una época en la gestión del arte. Esta semana participó en el programa expositivo del Centro Botín.
–La muestra del Centro Botín es impresionante. ¿Qué tarde se ha descubierto a veces a artistas esenciales como Manolo Millares?
–Efectivamente 'El grito silencioso. Millares sobre papel' es una muestra maravillosa y hay que felicitar al Centro Botín y a su comisaria María José Salazar por ello. Con relación a su pregunta decir que Millares tal vez sea un desconocido para el gran público actual dado que no hemos incorporado en nuestro sistema educativo la posibilidad de revisar el arte contemporáneo de nuestro país, pero es un artista que gozó de un amplio reconocimiento desde que participó en Madrid en la creación del grupo El Paso en 1957. En ese mismo año adquiere obras suyas el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en los años sesenta galerías muy importantes internacionalmente del momento como la Pierre Matisse y Daniel Cordier le representaban y exhibían su obra, así como la galería Juan Mordó en Madrid. Su muerte prematura, con tan solo 46 años, truncó una de las carreras más prometedoras de la vanguardia informalista española y europea. Afortundamente se han organizado desde los años setenta hasta ahora grandes exposiciones retrospectivas de su obra desde 1973 hasta la actualidad como las de Bielefeld, el CAAM y el Museo Nacional Reina Sofía de 1992 y otras muy importantes posteriores, pero vemos aún así que efectivamente esto no es sufuciente para la incorporación de esta figura fundamental en el imaginario cultural colectivo. Esta exposición del Centro Botín, excepcional por el abordamiento del conjunto de su trayectoria desde su obra en papel, es una gran colaboración en la construcción de este imaginario.
–Las visitas experiencias, como la que protagonizó esta semana, ¿son el aporte necesario y obligado que debería gestionar todo centro de arte o museo?
–Creo en los resultados positivos de las visitas-experiencias en el sentido que desde su variedad de propuestas aportan perspectivas diferentes de cómo podemos abordar o participar de la obra de un artista, del pensamiento y cultura de una época, etc. Entiendo igualmente que deben enmarcarse en una estrategia y diseño más amplio de contenidos y actividades que posibiliten una acercamiento activo y participativo de los públicos a los procesos creativos y de pensamiento.
–¿Cómo ha cambiado su relación con el arte desde su vinculación con Cantabria al presente?
–Llego a Cantabria en 1998 después de decidir dar un giro en mi trayectoria profesional. Necesitaba abordar nuevos retos desde una situación profesional diferente, independiente, después de haber estado durante casi una década de aprendizaje y enriquecimieto en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria. Desde aquí comencé pues a desarrollar proyectos como comisario y crítico de arte independiente continuando mis líneas de trabajo e investigación que se focalizaban, entre otras y - junto al conocimiento para mi siempre esencial del espacio o escena artística del lugar donde habito - en los procesos creativos de artistas nacionales e internacionales en áreas como el espacio europeo, el americano - con espaecial incidencia en el Caribe y América Latina - y el africano contemporáneo. Desde que comencé a residir en Santander tuve interés en poder conocer a artistas y en general a todos aquellos que intervenían en la escena o sistema artístico local del momento. Mi buen amigo y gran artista Daniel Gutiérrez Adán fue fundamental en esos años de primeros encuentros y trabajos con artistas de Cantabria. De hecho sin Daniel no hubiera existido el Espacio C de Camargo, la gran aventura, una pequeña utopía hecha realidad durante unos años en una nave del polígono industrial de Tracuesto en Revilla de Camargo. Debo confesar que mis prácticamente veinte años en Cantabria han sido muy enriquecedores y fundamentales en la construcción de mi trayectoria profesional. Pude realizar otros proyectos que funcionaron igualmente como laboratorios de aprendizaje como, entre otros, el diseño y concepción del primer Encuentro en la Naturaleza de Arte Conremporáneo de Esles de Cayón, basado en las experiencias anteriores en Gran Canaria y en Uppsala (Suecia), el proyecto «Vidarte» desarrollado con artistas de Cantabria en el Hospital de Valdecilla desde la interlocución con pacientes y personal sanitario o el taller multiprofesional «Tiempos difíciles» con filmación de un cortometraje final realizado por un colectivo con enorme implicación y que dedicamos al gran escritor uruguayo Gabriel Galeano. Le envié una copia del vídeo al propio escritor y unas semanas después recibí un emotivo correo dándonos las gracias y animándonos a todos a frontar los tiempos de crisis.
-La creación en Cantabria ha gozado y goza de muy buen pulso, hay artistas muy interesantes con una obra de gran calidad, y con relación a las instituciones y políticas culturales todo es mejorable y así debe exigirlo tanto el propio sistema artístico como la sociedad civil. Debemos todos ejercer la autocrítica y someternos a la crítica. De lo contrario ¿cómo mejorar?
-Mantengo una estrecha relación con un gran número de creadores y creadoras, de críticos y comisarios-as que residen en Cantabria. Desde hace tres años y medio dirijo el CAAM del Cabildo de Gran Canaria lo que no ha sido ni es óbice para mantener mi vínculo con Santander y Cantabria. Mi familia vive en Santander y cada vez que puedo vengo a encontrarme con ellos y también con mis amigos artistas y en general del mundo del arte y de la cultura. Este contexto me ha dado y me da la oportunidad de conocer a grandes profesionales del arte y la cultura. De hecho, y al igual que hice cuando vine a vivir a Cantabria, donde circularon muchísimos credores de las Islas Canarias en los proyectos que aquí desarrollamos, he repetido de una forma natural la invitación a creadores y profesionales de este contexo a enriquecer nuestras propuestas del CAAM. En estos años han participado como comisarias de exposiciones las especialistas Wendy Navarro, Marta Mantecón y Lidia Gil, o creadores como el artista Antonio Díaz Grande y el compositor Robert Navarro, y próximamente artistas como Manu Arregui y Silvia Atolín Guerra estarán igualmente con nosotros. Inevitable y afortunadamente nos vamos «alimentando» de los contextos que habitamos y creo sinceramente que estos procesos son tan provechosos como justos y necesarios.
–Su labor en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria ¿está sujeta a una estructura burocrática, como en muchos terrenos de la cultura española, o tiene la independencia que ha disfrutado en otras gestiones?
–Gozo de la independencia que un profesional debe y tiene que tener como responsable de la programación artistica de un Centro de Arte, De hecho se contrata por convocatoria pública a los directores para esencialmente desarrollar esta labor junto a otras igualmente fundamentales. El CAAM es un sociedad pública, con un consejo de administración que aprueba el programa anual y sus cuentas, y que da autonomía a su director en las cuestiones artísticas, que es como tiene y debe ser. El ser sociedad, con un funcionamiento cercano al de una fundación, nos da una mayor flexibiliad en cuanto a la gestión económica del Centro, aunque cada vez más nos vamos acercando más, por la propia legislación, a un sistema de funcionamiento institucional.
–¿Vive el arte un periodo de domesticación, de conservadurismo, o es uno de esos periodos cíclicos de búsqueda?
–Estas cuestiones siempre se han debatido y están en el candelero tal vez por la demanda desde la sociedad de una capacidad de respuesta o no a las problemáticas de nuestra contemporaneidad. Vivimos en la era de la gobalización, internet y las redes sociales, y creo que debemos intentar mantener un espacio de equilibro entre dar cabida a esas respuestas y la necesidad de abordar desde el sosiego investigaciones serias, rigurosas y necesarias sobre las aportaciones de artistas y análisis a fondo de los contextos creativos y culturales, en un marco igual y necesariamente inclusivo, igualitario, interdisciplinar y transversal. Vivimos ante el peligroso acoso o 'dominio' de lo políticamente correcto, lo que sin lugar a dudas cercena y limita el espacio crítico, libre y natural de la creación artística.
–La pregunta parece obvia pero se ha vuelto necesaria: ¿Qué es un museo en el siglo XXI?
–Precisamente en estos dias la prensa nacional se hacía eco de la última propuesta del ICOM (Consejo Internacional de Museos de la UNESCO) sobre la necesaria actualización de la definición de Museo. Se pone sobre la mesa para el próximo consejo del ICOM de este mes de septiembre, una propuesta que comparto, donde a las funciones tradicionales de los museos de preservación, investigación…se añadan otras que posibiliten la construcción de museos más paticipativos e inclusivos, sostenibles y comprometidos. No se debe trabajar de espaldas a la realidad y al mundo en que vivimos, y esto no es incompatible con un trabajo de investigación igualmente serio y riguroso. Los museos deben ser espacios vivos, espacios de pensamiento y acción crítica, «plazas publicas», en el sentido más noble de las mismas - como he referido en otras ocasiones - lugares de encuentros, diálogos, disensiones y acuerdos, lugares para cuestionarnos y participar de la cultura. Parece ser que un sector más reaccionario de profesionales de museos se oponen a este cambio. Veremos a ver qué ocurre en el encuentro de septiembre.
–¿Cuáles son los factores esenciales de una exposición que merezca tal nombre?
–La respuesta podría ser realmente extensa pues está en relación a las numerosas tipologías de exposiciones o propuestas expositivas. En general deben ser rigurosas en cuanto a su planteamiento y análisis, fundamentadas en el sentido de investigación, pero también deben ser creativas en cuanto a su manera de plantear y presentar, y deben dar cabida a la participación. Desde hace ya tiempo se intenta revertir la situación de un público pasivo que recibe una información determinada codificada a un público activo y participativo. Para ello se desarrollan en este sentido desde departamentos fundamentales de los museos, como los de educación (DEAC) o de los públicos, trabajos como los relacionados con las psicología de la percepción, psicología emocional, técnicas VTS (Visual Thinking Strategies) etc.
–¿Es obligado cuestionarse el canon o despreciarlo?
–La historia del arte occidental, por resumirlo de una forma simple y siempre discutible, aún desarrollándose desde una evolución del canon clásico ha tenido numerosos momentos en el que se ha cuestionado y en que ha cambiado o evolucionado, hasta llegar a la modernidad y especialmente en la contemporaneidad donde fue rechazado de una forma drástica probablemente por su propio agotamiento histórico. Todo esto debe enmarcarse lógicamente en un análisis ligado al pensamiento y a los contextos culturales, sociales, políticos… La vuelta al canon clásico, sus visitas o revisitaciones ha estado siempre ahí. Rechazarlo y generar nuevas formas de expresión, nuevas propuestas formales, ha sido y es consustancial a la libertad del creador-ora contemporáneo. En cualquier caso esto es un espacio de debate muy amplio.
–¿Ha visto de verdad evolucionar al público ante la obra de arte?
–Sí, lo he visto y lo veo, y puedo dar fe de que es enormemente gratificante y sobre todo enriquecedor. El CAAM me ha dado la posibilidad de poder ver los resultados de treinta años de trabajo, tres décadas de una labor intensa y comprometida con la educación dentro y fuera del Centro, con una perspectiva y sistemas de trabajo participativos e inclusivos. En este sentido hay centros con una extensa y fructífera labor en este ámbito fundamental de la educación y atención a los públicos como el propio Centro Botín de Santander, labor que viene desarrollando desde años atrás desde su Fundación.
–¿El mercado es el mal irremediable?
–El mercado es el espacio que, junto al complemento también necesario institucional, debería posibilitar la supervivencia y dignidad del artista en un sistema artístico estructuralmente sólido, pero para ello se tienen que dar una serie de circunstancias de las que desgraciadamente adolecemos o nos encontramos lejos en nuestro país. Un sistema estructural fuerte implica un sistema educativo capaz de acoger el conocimiento y difusión del arte y cultura contemporánea, algo que no ocurre. Igualmente implica unas condiciones económicas que permitan a una clase media cultivada - cada vez menor en las circunstancias estructurales económicas y educativas actuales - adquirir obras de arte, para poder participar de este modo y de una forma entusiasta en la construcción y sustento de la cultura. El mercado depende actualmente de un grupo reducido de grandes coleccionistas, no necesariamente expertos, situados en un marco económico privilegiado. Esto es importante, ayuda, pero no es suficiente y no va revertir la situación de un sistema del arte donde los artistas no pueden vivir de su trabajo, de su producción artística, como cualquier otro profesional de nuestra sociedad. Son contados con los dedos de las manos aquellos-as artistas que viven totalmente de su obra. La gran mayoría necesita tener un trabajo diferente con el que poder subsitir y dedicar el tiempo que les reste a su producción artística.
–¿Cuando muchos dicen arte, en realidad lo que están diciendo es espectáculo?
–Por decirlo de una forma breve: no comparto ni estoy interesado en la cultura como espectáculo, ni en la 'parquetematización' de la cultura.
–Usted que ha potenciado la mirada transversal de culturas y lenguajes, ¿dónde está el arte español en el mundo?
–Venimos debatiendo desde hace muchos años esta cuestión o realidad. Partimos tras la dictadura de un espacio de décadas de aislamiento aunque artistas en el exilio y otros desde su «exilio interior» tuvieron una importante repercusión en el exterior de la que hoy en día aún goza su obra. Pero, y ¿Después? Desde básicamente finales de los años ochenta y década de lo noventa del pasado siglo, y en el comienzo del Siglo XXI asistimos en nuestro país a la creación, proliferación, de museos y centros de arte contemporáneo; se consolidad la feria ARCO como un espacio de visibilidad supuestamente enorme para especialmente el arte español y latinoamericano; se abren nuevas galerías, y se desarrollan estrategias institucionales de visibilización en el exterior de nuestra creación contemporánea con resultados no muy satisfactorios por decirlo de alguna manera. Todo este intento de puesta al día no ha estado exento de distorsiones y disfunciones en un país finalmente lleno de contenedores muchas veces erráticos y otras sin contenido, con un exceso de intervencionismo institucional cuando no político, y politicas económicas culturales quebradas por las crisis económicas. Desde las distintas asociaciones de artistas de nuestro país, y más recientemente junto a otras asociaciones del sector, se debate aún qué ha ocurrido y hacia donde deben ir unas estrategias que permitan una visibilización e inserción del sistema internacional del arte. Causa tristeza y frustación ver cómo en grandes eventos internacionales del arte, en importantes exposiciones internacionales, apenas se cuenta con creadores españoles. Se debe trabajar desde distintos estamentos, sectores e instancias, en la construcción de estrategias reales, prácticas e inteligentes que permitan subvertir esta realidad.
–Un libro sobre Espacio C sólo podría dejar claro que los artistas y creadores aportaron su labor y los gestores de la cosa se la quitaron...
–Fue un espacio donde los creadores volcaron todo su entusiasmo y el nivel de participación de creadores de Cantabria fue fundamental. El análisis de su cierre tras años de intentar salvarlo requiere igulamente de un espacio más extenso. Espacio C se clusura en 2007, hace ahora doce años. Incialmente fue una apuesta cultural clara del Ayuntamiento de Camargo y presupuestariamente era asumible. Un cambio de orientación política y otros cambios posteriores fueron considerando que no era unproyecto relevante ni necesario para el municipio ni tampoco asumible. Nosotros desde la dirección y coordinación de espacio C intentamos buscar soluciones alternativas para salvar el proyecto apoyados por un colectivo importante de artistas, personas vinculadas a la cultura y sociedad civil. Entre todos apuntámos otras posibles soluciones que intentamos buscar a través del Gobierno de Cantabria por la dimensión y proyección que entonces tenía este proyecto. Recuerdo que se sugirió una negociación del Gobierno con la Autotidad Portuaria sobre la posibilidad de reubircarlo en las naves-archivo de esta institución, conocidas como las Naves de Gamazo, junto al Palacio de Festivales, pero nos dijeron que era inviable. Hoy veo que estas naves se están restaurando para acoger la colección de AENA, Enaire, lo que va a colaborar a enriquecer desde su colección y actividades la escena cultural de la ciudad. La verdad es que se intentó denodadamente salvarlo, pero no siempre se consigue. La memoria está ahí, junto, insisto, a los buenos recuerdos y experiencias.
–¿La politización, la presencia de la administración en las gestiones artísticas son un mal endémico de este país?
–Esta situación no debería darse nunca más, es inaceptable en el tiempo que vivimos y recuerda a momentos tristes y desacertados del pasado. Cada uno debe cumplir con su cometido. Los responsables políticos deben velar porque se administren correctamente los presupuestos públicos y poner en marcha politicas que ayuden a desarrollar el sector cultural, pero la programación, los contenidos deben estar en manos siempre de los profesionales y como tal deben ser respetados. El Manual de Buenas Prácticas para el sector cultural está ahí y debe cumplirse.
–En este sentido, ¿qué le parece lo sucedido a Rafael Doctor en Andalucía tras las decisiones de Fernando Francés?
–Como miembro de Adace (Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España) y del IAC (Instituto de Arte Contemporáneo) nos hemos manifestado abierta y claramente en contra de esta decisión que entendemos atenta contra las Buenas Prácticas y no respeta el buen trabajo de un profesional de trayectoria más que contrastada.
–¿Cómo valora un proyecto insólito dentro del escenario nacional como el Centro Asociado Reina Sofía-Archivo Lafuente?
–El Archivo Lafuente es excepcional, maravilloso. Muy pocos hay a nivel internacional como este en cantidad y calidad de documentos, publicaciones y obras que atesora. Todo un enorme mérito de José María Lafuente y su equipo profesional de trabajo. Creo que estar bajo el amparo del Museo Nacional Reina Sofía es una garantía de continuidad frente a posibles contingencias regionales o locales. Se ha construido desde Cantabria, y estará en Cantabria. Un importantísimo patrimonio a disposición de especialistas para construir y generar proyectos, para descifrar y debatir sobre la creación y la cultura contemporánea. Enriquecerá la oferta cultural desde unos fondos de enorme calidad.
–¿El arte debe ser crítico siempre?
–Comparto la opinión de que el artista contemporáneo debe cuestionar la realidad, el tiempo que le ha tocado vivir. Lógicamente no todos toman este camino y es igualmente respetable. En cualquier caso los debates van a estar afortunadamente siempre ahí, no nos podremos sustraer a ellos, ya sea por cuestiones de mera representación o por cuestiones crítico-conceptuales.
–¿El curator se ha convertido en un funcionario que oficializa proyectos uniformados?
–Esto no debería ser nunca así. El que tome esa senda estará perdido, se adentra en un espacio gris, insulso, aburrido, y ¿Vale la pena realmente trabajar así?
¿Qué opinión le merece el Santander cultural, con una tendencia en la que prima el arte, como territorio de la ciudad de futuro?
–Me parece lógicamente muy bien que se apueste por el arte y por la cultura, faltaría más, pero siempre y cuando esto aporte mecanismos que reviertan en el desarrollo y proyección del sector cultural. Recordemos que los artistas, los creadores, suelen ser de una forma incomprensible y a veces casi perversa, los olvidados del sistema del arte, y este sistema obviamente no existiría sin su propia existencia, algo que muchos deberían recordar. En cualquier caso entiendo la cultura en un sentido multi e interdisciplinar, transversal, y llevada al espacio público entiendo que las propuestas de las artes plásticas y visuales deben desarrollarse y convivir en el mismo plano junto a propuestas de las artes escénicas, creación literaria, cine…
–De 2001 a 2007 dirigió Espacio C. ¿Hoy en día podría mantenerse el mismo modelo e identidad?
–Creo sinceramente en este modelo de trabajo, en espacios-proyectos como puntos de encuentro que establecen desde la creación local un intercambio de experiencias con creadores y creadoras de los más variados contextos. Estos proyectos actúan como espacios de 'contaminación', de sinergias y de proyección hacia otros contextos. Lógicamente evolucionarían con el tiempo sin renunciar al espacio del arte y de la creación como un lugar de trabajo transversal, participativo, igualitario, inclusivo, sostenible y hoy más que nunca atento a los retos inexcusables de nuestra contemporaneidad, un espacio por supuesto para la cultura, la libertad y el disenso.
–Fue un camino espinoso pero abrió muchas sendas. ¿Qué reflexión hace de aquella etapa?
–Desde la perspectiva del tiempo, y a pesar de los momentos difíciles que pasamos e igualmente muy solidarios, mantengo ahora muy buenos recuerdos. Aquel entusiasmo compartido por tantas personas, las inauguraciones llenas de gente, las performances, los talleres, los trabajos y propuestas colectivas, las charlas, conferencias, conciertos y encuentros. Fue un centro de producción, allí los artistas producían todas sus obras y se les remuneraba por ello. Intentamos trabajar por la dignificación de los artistas, y llevamos nuestras producciones al exterior, a Gijón, Islas Canarias, Suecia, Bélgica…Presentamos las experencias de Espacio C en la Universidad de Nueva York y en un seminario en el Centro George Pompidou en el contexto de la gran exposición Afrika Remix… Estuvieron con nosotros artistas de los más variados contextos, fue un proyecto intergeneracional. Por allí pasaron artistas con propuestas muy diversas a la vez que comprometidas, artistas desconocidos y otros con proyección internacional, o Premios Nacionales y Premio Velázquez como Juan Hidalgo y Concha Jerez. Fue un proyecto inclusivo y creo sinceramente y con humildad que fue un laboratorio de aprendizaje para todos los que de él participamos. Hoy en día nos sonreímos cada vez que evocamos este proyecto en las conversaciones con amigos artistas, críticos y comisarios en aquel entonces muy jóvenes y que desde allí también se proyectaron. Afortunadamente ha quedado el registro de aquellos seis, casi siete intensos años, en seis publicaciones o catálogos. La hemeroteca –recordemos que fue un espacio muy bien cubierto por los medios– es y será fundamental para quellos que deseen investigar en el futuro qué ocurrió en aquella pequeña nave del Polígono de Trascueto del Ayuntamiento de Camargo. No debemos olvidar que se construyó durante aquellos años una importante colección de arte contemporáneo vinculada al programa del proyecto con adquisiones y donaciones de artistas hoy en día con una gran proyección. Desconozco en qué situación se encuentra actualmente esa colección patrimonio del Ayuntamiento de Camargo y por ende de Cantabria. Confío en que esté bien preservada.
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