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Poeta, editora, periodista y escritora, Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) es una creadora caleidoscópica capaz de abordar la realidad con una mirada que refleja con precisión y profundidad la complejidad del ser humano. La joven autora, que se dio a conocer a través de ... la poesía pero que también ha escrito novelas y ensayos, ha publicado este año 'Caliente', un análisis íntimo y personal sobre el placer femenino, el amor y los tabúes que han rodeado a la experiencia sensual de la mujer. Una obra en la que conviven diferentes voces para construir un retrato valiente, desinhibido y rotundo.
-'Caliente' es un libro que rompe tabúes, miedos y estereotipos sociales. ¿Cómo surgió este proyecto literario y que le ha exigido como autora?
-Vengo de la poesía y siempre he trabajado un estilo muy personal, muy íntimo, muy centrado en lo autobiográfico, así que pasar al tipo de escritura que practico en 'Caliente' no me resultó tan extraño. Además he trabajado como periodista, había practicado la voz más ensayística anteriormente, también publiqué la novela 'El funeral del Lolita', he escrito algunos cuentos, tengo un diario...
-En esta obra convergen muchos de esos géneros...
-Sí, porque una de las cosas que más me importa y me obsesiona de la escritura es la capacidad o la posibilidad de practicar todos los géneros, de encontrar para la historia que tengo que contar el género adecuado. En este caso era la memoria y me lancé a ello porque creo que era la manera adecuada de contar todo lo que tenía que decir en ella.
-En esta obra muestra a una mujer sin prejuicios sobre si misma o muy capaz de superarlos. ¿Cuál es la historia que narra este ensayo?
-Al ser una mezcla de géneros donde hay narración, ensayo e incluso poesía, cada voz me permitía contar una cosa en particular. La parte más ensayísitica me permitía narrar la historia que nos ha llegado hasta ahora de lo que significa el placer femenino, la voz más narrativa me permitía introducir mi propia vida y entrelazarla con todas esas partes más de investigación, y la voz más lírica o aforística me permitía hacer una transición suave entre lo que había aprendido leyendo e investigando tanto a académicas como a escritoras o artistas que habían escrito previamente sobre el placer, de forma que ambas voces pudieran convivir de una forma armónica en 'Caliente'.
-El sexo y la identidad son dos elementos centrales de su obra, ¿por qué?
-Creo que estamos en un momento bueno para romper tabúes. El último tsunami feminista que ha ocupado los medios de comunicación, las últimas series que se consumen a nivel 'mainstream', la música que ahora escuchamos... El feminismo está muy presente y el debate sobre todo aquello que no nos han dejado decir también, así que como estamos en un momento de apertura no nos tenemos que conformar y pasar de puntillas por la puerta que parece que se nos ha abierto, sino que tenemos que coger un bate, reventarla y abrirla para que todo, incluso lo que no se nos dejaba decir, se pueda decir.
-Su meticuloso retrato social conlleva una crítica a una sociedad en la que impera la apariencia sobre la esencia. ¿Cuál es la síntesis de ese planteamiento?
-Una de las tesis de 'Caliente' es que hasta que no nos conozcamos a nosotras mismas no podremos decidir qué es lo que queremos. Vivimos en una sociedad que nos arrastra con mucha rapidez, en la que todo es efímero, que genera esa sensación de que hasta los discursos y las ideologías son de usar y tirar. Vamos muy rápido y los debates suceden, son muy intensos y nos duelen pero al día siguiente se nos olvidan porque llega un nuevo debate, un nuevo viral, porque llega una nueva pandemia mental que nos arrastra. En un mundo en el que parece que la conversación social la copan temas de moda que a lo mejor ni siquiera tienen que ver con nuestros problemas diarios, íntimos o sociales, conocerse, detenerse, mirarse es lo que deberíamos hacer. Tomar un poco de calma, pararnos, analizar nuestro pasado para conocer nuestro presente y para mejorar nuestro futuro.
-Usted también es editora, ¿cómo le ha influido a la hora de abordar todo el proceso de desarrollo de la obra?
-Supongo que influye en el hecho de que puedo tomar la temperatura de cómo está el sistema editorial y manejar ese conocimiento para no decepcionarme. A veces nos pensamos que nuestros libros y nuestros discursos son muy importantes, pero esto va tan rápido que nuestra voz se diluye en un magma de voces que no le importan a nadie. Ser editora me ayuda a tomarme menos en serio de lo que normalmente nos tomamos los escritores y a estar más relajada con las repercusiones de nuestros libros, con los periodistas, con los lectores...
-Aunque la literatura sigue siendo la misma, el universo literario ha cambiado radicalmente con la llegada de internet y las redes sociales. ¿Cómo valora esa transformación?
-Creo que siempre peco de entusiasta, soy una escritora entusiasta, una madre entusiasta, una amante entusiasta, una editora entusiasta... e incluso una tuitera entusiasta (risas). Quiero pensar que a pesar de todas las taras, de todos los problemas y de todas las críticas que se puedan hacer ahora al sistema editorial estamos en un momento de apertura. Tenemos más debates que nunca sobre la mesa. Aunque siempre hay modas, creo que ahora mismo ir a las mesas de novedades de una librería es encontrarse con una variedad de posibilidades mucho más grandes.
-¿Qué supone esa apertura y el nuevo escenario que dibuja?
-Vivimos un momento dulce en el que pueden convivir gente muy joven con recuperaciones de clásicos olvidados o con la literatura clásica. Ahora lo que nos queda es poder mantener esa pluralidad. El sistema editorial está viviendo un momento de transversalidad muy importante.
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