El FIS vuelve a sus mejores tiempos

La llegada de artistas que por primera vez han venido a nuestro evento estival más veterano y la interpretación de obras inéditas fueron las notas dominantes en una edición que, además, contó con la más que positiva acogida del público, evidente en los numerosos llenos, lo cual indica que el FIS ha vuelto a los mejores tiempos de su historia.

Fiel a la misma, lo sinfónico fue uno de sus pilares que en esta ocasión ha tenido noches memorables y de especial significación. Ya lo fue su concierto inaugural con la presencia de la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión española, dirigida por Miguel Ángel Gómez Martínez, en la que el pianista irlandés Barry Douglas, ganador del segundo premio del Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O'Shea en 1980, fue el cualificado solista del 'Tercer concierto para piano y orquesta' de Beethoven. El programa incluyó también la obertura 'Coriolano' del genio de Bonn y la 'Cuarta Sinfonía' de Tchaikovski. El mismo conjunto y director arroparon a los tres finalistas del concurso de piano santanderino que, en una de sus mejores singladuras, proclamó ganador al ucraniano Dmytro Choni.

Fue todo un lujo contar con la doble presencia de Simon Rattle, nuevo director titular de la London Symphony Orchestra, con una antológica 'Novena Sinfonía' de Mahler que se escuchó por primera vez en el FIS, siendo asimismo premiere la 'Sinfonietta' de Léos Janácek en una noche en la que se escuchó una espléndida versión de 'Ma mére L´oye', de Ravel, superior a la de las 'Danzas eslavas op 72', de Dvorak.

También quedará para el recuerdo una selección de los 'Des Knaben Wunderhom' mahlerianos en la voz del excepcional barítono Christian Gerhaher que fue arropado por la magnífica Orquesta Filarmónica de Hamburgo, anodinamente dirigida por Krizystof Urbanski. Así se mostró en el adagio de la 'Décima Sinfonía' del músico bohemio que, asimismo, se escuchaba por primera vez en este Festival, y en la 'Segunda Sinfonía' de Brahms.

La Orquesta Filarmónica de Rotterdams fue otra de las que demostró un gran nivel con la carismática batuta de Yannick Nézet-Seguin que acompañó a Yefim Bronfman en el 'Segundo Concierto para piano y orquesta' de Liszt. El conjunto hizo una estupenda versión de la 'Sinfonía Romántica' de Anton Bruckner.

Y como broche de oro a la edición, la participación de la Orquesta del Festival de Budapest con Ivan Fischer, su director titular, y una honda 'Cuarta Sinfonía' de Mahler con la soprano Christina Landshamer. Esta velada estuvo integrada por el 'Preludio de la primera suite' de George Enescu y de la 'Música para cuerda, percusión y celesta' de Béla Bartók.

Todavía hay que hacer referencia al concierto con carácter extraordinario de la Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria (Joscan) que, dirigida por Enrique García Asensio, rindió homenaje a Antón García Abril en su ochenta y cinco cumpleaños, interpretando sus 'Canciones y danzas' para Dulcinea junto con la obertura 'Los esclavos felices' de Juan Crisóstomo de Arriaga y la 'Segunda Sinfonía' de Tchaikovski.

La música barroca tuvo especial relevancia en esta edición con conjuntos de fuste como la Akademie für Alte Musik de Berlín con un programa dedicado a Johann Sebastian Bach en el que brillaron la violinista Isabelle Faust y el oboísta Bernhard Fork; mientras que Europa Galante tan sabiamente dirigida por Fabio Biondi, se centró en páginas de Antonio Vivaldi, Galuppi, Reutter, Holzbauer y Reinhardt.

Telemann y Haendel fueron la base del concierto de la Orchestra of Age of Enlightenment, dirigida por Steven Devine, con la participación de la cualificada soprano Katherine Watson. En conjuntos y recitales hay que destacar el de Joaquín Achúcarro, el pianista bilbaíno universal que, en un clima de apoteosis y festejando sus ochenta y cinco años, interpretó magistralmente los '24 Preludios op 28' de Chopin, seguido de piezas de Claude Debussy, Falla y Ravel.

Por su parte, el dúo pianístico de Katia y Marielle Labèque, junto al batería Raphael Seguinier y con Gonzalo Grau en la percusión, ofrecieron un sugestivo recital recordando el centenario del nacimiento de Leonard Bernstein con un arreglo de su musical 'West side Story' y obras de Philip Grass. El Festival también atendió a la creación contemporánea, que debe de aumentar, con el Grupo Sax Ensemble, que recordó al compositor cántabro Juanjo Mier con su 'Heidelberg, una puerta de luz para Gaia', junto a obras de Luis de Pablo y William Walton.

La diversidad de contenidos fue la nota dominante en los 'Marcos históricos', con alto poder de convocatoria y en lo que respeta a la danza fueron relevantes la presencia del Béjart Ballet Lausanne y el de la Compañía de María Pagés.

Hay que hacer mención a las dos estupendas tardes dedicadas al público infantil con 'El bosque de Grimm', una producción de La Maquiné, en tanto que la compañía Etcétera trajo una magnífica escenificación del 'Pedro y el lobo' de Prokofiev. En suma un Festival redondo que en esta edición ha vuelto a recobrar el poderoso imán que nunca debió de perder, que ha crecido, se ha renovado y que se ha abierto a un público plural.