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Carlos Tobalina, en plena acción el sábado. :: eFE
El gigante que pensó en remar en La Marinera
Lanzamiento

El gigante que pensó en remar en La Marinera

Su lanzamiento del sábado ha convertido al castreño Carlos Tobalina en el lanzador de referencia, por delante de un clásico como Borja Vivas

Aser Falagán

Lunes, 7 de marzo 2016, 07:35

Su barba de hipster -o de ZZ Top, que ya la lucían mucho antes de que se pusiera de moda vestir como un abuelo- es la gran seña de identidad de Carlos Tobalina (Castro Urdiales, 1985), una de las grandes sensaciones del Campeonato de España. Su lanzamiento de veinte metros y medio ya se veía venir, pero no por eso dejó de emocionar al enorme castreño (187 centímetros y 127 kilos, según su ficha en la Federación), que comenzó a forjarse en Riomar antes de labrar su carrera al fresco de la pista de Leioa, a pocos metros del campus de la UPV en el que se formaban los mismos periodistas que ahora hablan de él.

Esos mismos periodistas le han catalogado más de una vez como vasco, un equívoco que le resulta incluso agradable en agradecimiento a su tierra de acogida desde el punto de vista deportivo, si bien el inconmensurable campeón se reivindica como montañés y le gusta ejercer como tal: «Soy de Castro y cántabro, pero cuando me llaman vasco tampoco se equivocan del todo, porque he estudiado y estoy empadronado allí. Es una sensación a medias. Cuando dicen 'el cántabro Tobalina' me siento muy orgulloso, porque es lo que soy y no reniego, sino al contrario, pero también me siento en cierto modo vasco, así que también me gusta cuando lo dicen. Estoy orgulloso de las dos cosas».

Comenzó a competir con la Federación Vasca -antes lo hacía con la cántabra- por «hacer piña»; con el sencillo objetivo de poder compartir campeonatos con sus compañeros de entrenamiento: «Yo entrenaba en Leioa y cuando llegaban los campeonatos todos mis compañeros iban al de Vizcaya y al vasco, así que cambié de federación para poder medirme con ellos», explica antes de definirse una vez más como «castreño y cántabro».

Denominación de origen al margen, Tobalina se ha convertido en uno de los atletas españoles de moda gracias a un lanzamiento de 20,50 metros que, además de darle el sábado el título nacional, le llevará a Portland (al Mundial) y a Río de Janeiro (a los Juegos). Su tupida barba se ha convertido ya en marca de la casa -«no me gusta afeitarme», explica cuando se le pregunta por su origen- e incluso amenaza con dejarla crecer hasta el verano, cuando llegue la cita más importante de su carrera, en la que, puesto a pedir, le gustaría «ser finalista». a punto de cumplir los 31 años, aún se ve con margen de progresión, máxime en una disciplina en la que se suele alcanzar el mejor rendimiento recién superada la treintena. Un justo premio a un lanzador algo tardío que tuvo que exiliarse dos veces para perseguir su objetivo de ser atleta: a Leioa y Zorrotza en sus primeros años, y después a León, donde desde hace un lustro entrena con Carlos Burón.

La suya es una historia de constancia articulada en torno al prueba-error. «De pequeño jugaba al fútbol en la Escuela Municipal de Castro, pero un día tuve un problema con el director y cuando llegué rompí la ficha y dije que se acabó el fútbol. Mis padres querían que siguiera haciendo deporte y me apuntaron a atletismo, y no les puedo estar más agradecido». La prueba de su ADN castreño la pone su breve pasado rojillo, aunque al final el atletismo le robó muchos potenciales watios a La Marinera: «Probé el remo en los cursos de verano con Vicente Korta, pero es un deporte muy sufrido y a mí no me gusta sufrir demasiado -recuerda entre sonrisas-, pero claro que soy rojillo; mi abuelo era un gran aficionado y ya se sabe que en Castro se vive el remo de una forma muy especial».

En la élite

Su diáspora leonesa para entrenar con un pope de los lanzamientos como Carlos Burón marcó el salto a la élite y al profesionalismo, aunque en el atletismo español post-Barcelona las ayudas son cada vez más escasas en una progresión directamente proporcional al descenso en el número de medallas en los grandes eventos.

Aun así, Tobalina se felicita por una situación que le permite vivir del atletismo, como se supone a un atleta internacional: «Estoy en el Barcelona, que me ayuda económicamente. Además tengo beca de la Federación y otras del Vas Team, y con eso puedo vivir tranquilamente en León sin preocupaciones por llegar a fin de mes». Sin embargo, convertirse en olímpico no le reportará más beneficios desde el punto de vista crematístico: «La beca se basa en marcas, y aunque tengo que comprobarlo, creo que no se aumenta por clasificarse para los Juegos». Da igual. Solo esos veinte metros y medio ya eran premio suficiente.

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