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Todo atleta, independientemente del nivel al que pertenezca, tiene una carrera preferida. Y no tiene por qué ser uno de esos nombres rimbombantes famosos en ... todo el mundo. El mismísimo Usain Bolt, que fuera de las competiciones con títulos en juego se prodigaba bastante poco en mítines en las ciudades más icónicas del atletismo, no faltaba a la cita en Ostrava. En la República Checa. El prodigio jamaicano se sentía en esa ciudad, ese estadio y con ese público, como en su casa rodeada de mar Caribe. Y a Javier Serrano (Penagos, 1979) le pasa lo mismo con una carrera entre dos ciudades. La Madrid-Segovia celebra su décimo tercera edición el próximo 17 de septiembre. Y el cántabro estará en la salida. En las doce ediciones anteriores, ha cruzado una de las metas más imponentes del mundo. El acueducto de Segovia sonríe a los que vienen desde la capital de España y pasan bajo sus arcos. Y a Javier ya le saluda como a uno de casa. De doce ediciones que ha disputado, ha terminado las doce.
Un amigo de la familia, Moisés Lavín, empezó a meterle el gusanillo de las pruebas de fondo «Crosses, la Panes-Potes, la ultramaratón del Soplao...». Hasta que en 2010 aterrizó en la primera edición de la Madrid-Segovia. «Y me enamoré», señala entre risas. Una carrera que se inicia en la ultramodernidad de la capital de España, bajo las Torres Kio, y acaba bajo los siglos de historia del acueducto. «Pero apenas son seis o siete kilómetros por asfalto. Luego se coge la vía pecuaria del Camino de Santiago para llegar a Segovia».
Javier es uno de los miles de atletas aficionados que hay en España. De esos que roba tiempo al día para preparar las carreras. «Tengo una pequeña empresa de instalaciones eléctricas y audiovisuales, Sistenic. Y además, la familia, con una niña -Victoria- de tres años». Así que la única opción para entrenar es robarle horas al sueño. «A las cinco y media de la mañana, a entrenar. Para llegar a las ocho al trabajo».
Entrenar una carrera de 100 kilómetros exige sacrificio. Mucho. Con esos madrugones «hay que entrenar cuatro o cinco meses de forma específica». Con un día de descanso a la semana, Javier Serrano hace «14 o 15 kilómetros diarios. Y el fin de semana, las tiradas largas, de 42 o 43».
Todo entrenamiento suena a poco para un esfuerzo que casi va más allá del límite. «En 2021 hice mi mejor tiempo en la Madrid-Segovia, 15h.32.45». Con el paso de los años, la organización ha ido ganando en experiencia y ha adelantado el horario de salida, que es ahora a las seis de la mañana. «El año pasado no me hizo falta el frontal, pero en otros, te cogía la noche». Y la oscuridad por Segovia... «Baja la temperatura y además hay una zona, la Fuenfría... Es una bajada de piedras. Lo pasas...». Mejor todo de día. De la noche en el monte tiene un mal recuerdo de la ultra del Mont Blanc, «con muy mal tiempo, nos pararon... Eran dos noches en el monte. Demasiado».
En la Madrid-Segovia han elaborado una clasificación de la 'regularidad'. De los que han realizado un mejor promedio en todas las ediciones. «Y es que ya estoy séptimo», afirma con orgullo el cántabro. Así que para este 2022 se ha propuesto la meta de «escalar hasta el quinto puesto». Para eso hay que ir un poco más ligero, pero Serrano tiene más que clara la primera premisa en una carrera de 100 kilómetros. «Primero, acabar. Y con salud. El tiempo tiene que venir solo». Moisés, su compañero de fatigas, le acompañará también en esta edición -él se ha perdido dos- y un entrenador personal, Néstor Marcos, que en Guarnizo regenta el gimnasio TEP, le ha ayudado en algunos aspectos a mejorar de cara a este reto en una carrera en la que no puede estar más cómodo. «Los que estamos entre los diez primeros en esa clasificación de regularidad no pagamos la inscripción», señala con un punto de emoción. «Y en la décima edición, nos regalaron unas cazadoras preciosas, con diez estrellas». En la Madrid-Segovia no pueden tener más cariño a Javier y Moisés. «Llevamos sobaos y quesadas para que los voluntarios desayunen».
Mientras lo permitan «la salud, el trabajo y la familia», Javier Serrano partirá en un día de septiembre desde Madrid hacia Segovia. Porque se ha marcado un reto de lo más ambicioso. «Quiero ser primero en esa clasificación de la regularidad». En el fondo estará ese amor por una carrera que casi todos los atletas conocen. Inexplicable. Como aquel de Usain Bolt por Ostrava. Buen ambiente, buenas marcas... Correr entre amigos y pasar un buen día en un lugar en el que uno se siente querido. Eso compensa madrugones, entrenamientos, cansancio... Porque es el mayor triunfo para un aficionado al atletismo.
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