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Familias, atletas, corredores populares, aficionados, turistas, curiosos... No hay excusa. Hoy, desde poco antes de las 10.30 horas, el Paseo Pereda se convertirá en lugar de encuentro para una mañana de domingo a la carrera. Entre pequeños y grandes, se espera que cerca de mil amigos compartan hoy zancadas, es probable que alguna ráfaga de viento sur y quién sabe, algún bostezo, en la X edición de la Carrera Popular de El Diario Montañés. Hay sitio para todo en un evento en el que se pretende construir el disfrute a la carta;de esta manera, a la 10.30 arrancará la prueba con los que se atrevan con los dos kilómetros de recorrido en los que pueden emplearse a fondo o simplemente pasear por el bahía. A las 11.15 horas será el turno para los que quieran darse una vuelta –o dos– y ponerse el disfraz de corredor. Habrá dos posibilidades, cinco kilómetros o el plato fuerte, diez.
Las tres opciones arrancan desde el arco de salida y meta que estará situado junto a la Delegación especial de Economía y Hacienda de Cantabria, en pleno corazón de la capital. La cita de los dos kilómetros, a la que están invitados los carritos de niños, alguna mascota y paseantes al uso irán desde la salida hasta el Paseo Pereda, para llegar a Castelar, girar a la altura del Palacio de Festivales, regresar a Castelar y, de nuevo, al Paseo Pereda, hasta llegar a la meta, situada en la Plaza de Alfonso XIII. Un paseo con tráfico cerrado y la bahía a sus pies, un auténtico lujo para disfrutar la mañana del domingo. No habrá excusa para madrugar un poco más de la cuenta y acabar la semana de la mejor manera. Tiempo para charlar y reír, aunque el que quiera correr rápido también podrá hacerlo.
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Con un pequeño respiro, sobre las 11.00 horas comenzarán los nervios de quienes se lo quieran tomar un poco más en serio. Calentamientos por la ciudad, saludos, abrazos entre amigos... Y la clásica molestia en los pies que añade emoción al reto. En los jardines de Pereda se ubicará el público para animar a los corredores que le darán al reloj en el Paseo Pereda, para pasar por Castelar, hasta la Avenida de Severiano Ballesteros y girar en la rotonda del Ancla de Los Peligros, para después subir la Cuesta del Gas y llegar a la Avenida Reina Victoria, antes de girar en la parada de autobús San Martín (frente al Palacio de Festivales), para volver a Castelar, al Paseo Pereda, y llegar a meta, situada también en la Plaza de Alfonso XIII.
Los que tengan que hacer cinco kilómetros podrán respirar tranquilos, los que hayan apostado por los diez deberán repetir el giro. Es evidente que la cuesta del Gas marcará un antes y un después en las piernas y en las pulsaciones de cada corredor. Se subirá y se bajará, pero como suele decirse: nunca compensa. gestionar ese esfuerzo extra será la clave del éxito de quienes quieran superarse a si mismo y a sus relojes.
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Los dorsales y la bolsa del corredor, compuesta por un chip, una camisa técnica y varios obsequios para avituallarse –sólido y líquido– podrán recogerse hasta una hora antes de que comience la carrera. Hay rienda suelta para disfrutar cada uno a su manera. De lo que se trata es de hacer piña, sumar anécdotas y volver a reunir a la familia como en otras ediciones.
A algunos les servirá de pretexto para calzarse las zapatillas por primera vez y a otros para batir su propia marca. A eso del mediodía llegará el tercer tiempo –como le llaman los jugadores de rugby al postpartido–, momento en el que cada dorsal tendrá una historia que contar y a buen seguro una excusa que explique por qué no pudo correr más rápido.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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