«La despedida ha sido como y donde quería»

Antes, en el cuarto intento, la bola de 7,26 kilos que ha acompañado al castreño todos estos años se había ido a los 19.31 metros. Los que valieron el séptimo título de campeón de España. Quizá el más especial de todos. Tras ganarlo, una foto en la grada con todos los suyos, que lucían camisetas con una caricatura del que ya es una leyenda del lanzamiento de peso en España.

«La despedida fue como quería y donde quería», relata Carlos Tobalina, aunque le queda aún un último compromiso este fin de semana en el País Vasco. Su voz denota tranquilidad. La de alguien que se marcha en paz de su deporte habiendo competido lo mejor que ha podido. Le hubiese gustado clasificarse para los Juegos de París, «pero estaba complicado. Este año he 'petado', física y mentalmente. He intentado acabar lo mejor posible». Aún así, el pasado 21 de junio lanzó en Madrid 20.02 metros. Una marca insuficiente para ir a París, dado el inmenso nivel del lanzamiento de peso en los últimos años, pero que le sirve a Tobalina para haber estado por encima de los 20 metros «durante once años consecutivos».

El balance de todos estos años es positivo. «Porque me niego a quedarme con las cosas negativas», apostilla el lanzador del Fútbol Club Barcelona. «El trayecto ha sido cojonudo. Ahora me doy cuenta de que algo bueno he hecho», añade en alusión a los cientos de mensajes que ha recibido desde esa tarde-noche del domingo. «He sido olímpico -en Río 2016-, he participado en los campeonatos más importantes... ¿Que me hubiese gustado lanzar más? Pues claro. Todo atleta es ambicioso. Ese 'pero' igual es el que me puedo poner». Todo ello en una época en la que el lanzamiento de peso se ha convertido quizá en el concurso más caro de todo el atletismo. «Tiene un nivel altísimo. Pero he podido estar en esas grandes competiciones. Y muy contento».

En una entrevista en El Diario, Tobalina reconocía abiertamente a su gran adversario. Un pequeño Carlos Tobalina que se imaginaba aposentado en su hombro izquierdo. Ese enano se alimentaba de presión, de las ganas de hacerlo bien, de comentarios ácidos en redes sociales... Y hacía encogerse el brazo de la inmensa mole que es el cántabro. Pero Tobalina relativiza esa presión extra que ha supuesto pelear con su propia cabeza. «Yo nunca he sido un 'top' mundial. Siempre me he considerado un nivel medio. Si hubiese tenido mejor cabeza hubiese tirado algo más», comenta. «Sí me habrá podido lastrar en mi carrera ese aspecto psicológico, pero no me quiero quedar con nada negativo».

El atletismo le ha dado esos grandes momentos y títulos -siete de campeón de España al aire libre y otros seis en pista cubierta-. Pero también ha robado cosas. Los últimos 13 años ha estado en el Centro de Alto Rendimiento en León. «No he estado en los últimos momentos de mis abuelos, no he visto crecer a mi sobrino Iker, no he podido estar en fechas importantes de mis amigos...». En 2016, su familia, «que siempre ha estado ahí», no le dejó ir a ver a su hermano Luis Ángel, por el que siente adoración. «Le dio un infarto. Yo estaba lesionado y mi familia estaba preocupada por que me recuperase y pudiese ir a los Juegos».

En el otro lado de la balanza están los momentos que se llevará para siempre de su deporte. «Los 20.50 que lancé en Madrid para clasificarme para Río... Pero diría que el momento más especial es este fin de semana. Había dicho que quería despedirme en un Campeonato de España, cortarme la barba y decir que hasta aquí he llegado». Los Juegos hubiesen sido una despedida a lo grande -además la calificación es el día de su cumpleaños-, «pero no hubiese estado tan arropado como este finde. Con mi familia, la gente que trabaja en la Federación... Y mis amigos, los lanzadores». A la cabeza también viene como momento bueno su primera «internacionalidad gorda», en una de las catedrales del atletismo mundial, el Letzigrund de Zúrich, en 2014. «Era en un Europeo. Y en el primer tiro de la calificación lanzo 20 metros y me meto en la final. Mi hermano estaba allí conmigo».

La vida toma un nuevo rumbo para Carlos Tobalina. «Ahora mismo, no sé qué voy a hacer», afirma. «Lo primero, volver a casa, instalarme. Y en agosto, empezar a moverme». Al castreño no le asusta trabajar. «Ya lo hice, en una empresa de reparación y sellado de bombas. Como administrativo, y también en el taller». Los valores del deporte confía en que le ayuden. «Somos personas ordenadas, dispuestas a trabajar, que no se rinden fácilmente, abiertas, sin miedo a los retos... Por lo menos puedo intentarlo», apunta para añadir que «no quiero un trabajo, quiero una oportunidad». Si estuviese relacionado con el deporte... «Tengo titulación de entrenador nacional de atletismo». Aunque el único requisito que pondrá a una posible oferta es la de estar cerca de Castro. «Que sea algo que me permita ir a casa todos los días. Quiero estar con mi familia».