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Anda estos días por Santander. Para conocer el recorrido de la próxima edición del triatlón de la capital cántabra -se celebrará el 12 de septiembre- y también «para escapar un poco de Madrid. Aquello es horroroso», reconoce entre risas Diego Méntrida (Alcobendas, 1999), ... en alusión al horno que es estos días la mayoría de España. El madrileño no es una de las súper estrellas de este deporte en España, como Javier Gómez Noya, Mario Mola o Fernando Alarza. Pero su currículum tampoco es el de un triatleta popular. Octavo en el Campeonato de España de Triatlón de Media Distancia de Bilbao, decimoquinto en el Campeonato de España de Triatlón Sprint de Pontevedra o campeón de Madrid de Duatlón. Pero el nombre de Diego Méntrida estará unido para siempre al de Santander por lo que ocurrió en la edición del año pasado, celebrada el 13 de septiembre. El madrileño iba en cuarta posición. Por delante de él, encarando la última curva de la carrera a pie, el británico James Teagle se equivoca y la coge a derecho. Incluso llega a topar con una valla. Diego le rebasa. El inglés, con gesto de que no había entendido la señalización, se resigna a ser cuarto. Pero Diego Méntrida frena su carrera. Se para. Espera a James y le estrecha la mano para dejarle ser tercero. El público estalla en una gran ovación a la vez que desde la megafonía se alaba el gesto.
En plena época de vídeos que saltan mil veces por las redes sociales y que se viralizan en cuestión de minutos, la fama de Diego se convirtió casi en un tsunami. Hasta el actor Will Smith, una estrella del cine a nivel mundial, reconocía el gesto del triatleta español. Un año después, con las aguas ya calmadas, Diego aún se sorprende de aquello. «Sí he pensado en toda aquella repercusión», reconoce. «Que gestos así sean noticia... Deberían ser lo habitual». En sus ya bastantes carreras, a pesar de sus 22 años, reconoce que lo que él hizo no fue «un hecho especial, porque se ve en otras pruebas». Lo que lo convirtió en viral fue «el cómo se grabó. Esa fue la suerte».
Aquella fama casi instantánea resultó algo «raro. No lo asimilaba», señala el triatleta madrileño. «No era consciente de lo que pasaba, con las imágenes en las teles y la noticia en periódicos de todo el mundo». Pero su gesto de caballerosidad también tuvo su premio. «Porque te permite hacer cosas que no pudiera haber hecho». La principal tiene igual o más grandeza. Convertirse en una figura mediática le ha permitido recaudar muchos más fondos, a través del proyecto 'Running for West' para destinarlos a la Fundación Síndrome de West, a la que pertenece su hermano Carlos, que padeció esa enfermedad y que le dejó secuelas severas. «Ni de lejos hubiese podido tener ese eco si no hubiese sido por lo que pasó en Santander».
Y en el aspecto deportivo, aquel gesto también le ha permitido algún lujo. Aunque su nivel en el triatlón es alto, «sí que he corrido algunos triatlones por invitación, en los que se pedían marcas que no tenía», añade el madrileño. Las especialidades en las que compite son el triatlón sprint, el olímpico y la media distancia. Con alguna incursión en el medio ironman (1.900 metros de natación, 90 kilómetros en bici y 21 kilómetros de carrera a pie). «Eso ya no está mal», señala entre risas. Para el Ironman completo, aún no se ve. «Que he hecho solo 22 años», añade entre más risas.
Diego compagina el triatlón con sus estudios de Fisioterapia y Ciencias del Deporte. Porque le encantaría que su trabajo estuviese relacionado con su pasión. «Me gustaría ser entrenador de triatlón», comenta. En los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, el madrileño era uno de los que estaba pegado a la tele al inicio de la madrugada para ver en acción a un equipo español en el que había depositadas muchas opciones de medalla que al final, no se consiguió. «Es que en el triatlón mundial hay mucho nivel. Quizá si se esperaba más, con los resultados del triatlón español en los últimos años. Pero con el nivel que había este año, más las condiciones que había en Tokio, que eran extremas...».
Aquel gesto en el Triatlón de Santander le dejó, aparte de mil y un reconocimientos por todo el mundo, algo igual o más importante: un amigo. Porque James Teagle y Diego Méntrida siguen en contacto. «El año pasado coincidimos en varias carreras. En 2021, él está más centrado en el medio ironman. A ver si nos vemos en Bilbao, que celebra una prueba de esas características una semana después del triatlón de Santander». Esos días entre una prueba y otra los pasará Diego en una Cantabria que le convirtió, sin quererlo, en una estrella del deporte por honrar, sin dudarlo un segundo, los valores más bonitos de esa palabra.
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