Irene Pelayo | Campeona de España de maratón
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Irene Pelayo | Campeona de España de maratón
«Me gusta lo que hago y por eso sigo»ASER FALAGÁN
Santander.
Jueves, 20 de abril 2023, 02:00
Si a Irene Pelayo (Esponzués, 16 de febrero de 1980) le hubieran dicho hace, por ejemplo, diez años, que iba a ser campeona de España de maratón, no se lo habría creído. Pero la última superviviente de una generación clásica en el atletismo cántabro; ... del cross y el mediofondo; la de las hermanas Fuentes-Pila, Elena Moreno, Paula González y compañía, lo ha conseguido a los 43 años. Nadie antes lo había hecho a esa edad, así que ese primer campeonato es un título a la constancia que recompensa a una fondista que llegó tarde a la élite -que no al atletismo-, pero que recoge ya los premios que ese mismo atletismo le debía.
«Entre evento y evento tengo la cabeza como un bombo; esto es increíble», explica con sencillez la corredora del Piélagos, un club que, como sus técnicos, tiene mucho que ver con que el atletismo cántabro siga vivo y comience en los últimos tiempos a recoger además nuevos frutos. Fueron Fidel López y José Manuel Abascal quienes la descubrieron y captaron cuando estudiaba en Selaya para comenzar una formación que hizo de ella una atleta regular, sólida y, sobre todo, constante, y en la que les ha tomado el relevo, puesto que ahora es ella quien forma a nuevas generaciones sin descuidar una preparación que la ha llevado a su mejor momento en una edad atípica. Y con ganas de seguir.
«Nunca había sido campeona de España y me ha hecho mucha ilusión. En este deporte hay que ser constante y trabajador», decía ayer, tras una recepción en el Ayuntamiento de Piélagos. A muy pocos kilómetros, Polanco ya presume de tener una vecina aún más ilustre. Toda una campeona de España forjada en una familia ganadera y al cobijo en el Pryca Vega de Pas de otro torancés de leyenda como José Manuel Abascal.
Regresó a casa sola y conduciendo, como había ido a Zaragoza. «Fue ducharme, comer en el hotel y coger el coche». Regresó escuchando la radio y hablando con el manos libres con amigos, su pareja y Javi Crespo. Su viejo compañero en el Piélagos, infinidad de veces campeón cántabro de cross, es ahora su liebre. «Tenía que hablar con él por todo lo que hace por mí en los entrenamientos. Me sirve de liebre y hace todo lo que puede, incluso más de lo que debería», le reconoce. Ella también debe multiplicarse para entrenar en el Óscar Freire al mediofondo del Piélagos, su otro modo de vivir de un atletismo al que ha consagrado todo su tiempo.
-A sus 43 años llegaba como favorita a la Maratón de Zaragoza. Nunca había ganado el título, pero, ¿se veía campeona?
-Para ganar una maratón hacen falta muchas cosas. Son muchos kilómetros y nunca sabes lo que te puede pasar, pero iba con la mejor marca y sí que creía que, si no me pasaba nada, sería campeona.
-¿El título la recompensa en cierto modo por esa ausencia en los Juegos de Tokio, para los que tenía la mínima en las piernas pero de los que se quedó fuera?
-Bueno, sí. El deporte tiene dos caras, una buena y una mala. A veces no consigues el objetivo y otras sí. Aquello fue una decepción, pero yo estaba satisfecha conmigo misma porque sabía que estaba para hacer la mínima. Lo que me pasó fue que el gel cafeína que tomé en el kilómetro 35 me sentó mal y en el 38 tuve que parar. De no ser por eso, habría hecho la mínima. Me resquemó, claro, pero te adaptas, porque ni puedes hacer nada ni tienes que justificarte por nada. Fue culpa del gel, porque yo iba bien preparada. Tocó aceptar lo que había.
-Pero a muchas personas esa mala suerte las puede desanimar, más a una atleta veterana.
-Al contrario. Hizo que siguiera entrenando más fuerte. Sabía que podía hacer la mínima olímpica y de hecho al año siguiente la conseguí: 2.29.16. Eso queda para mi.
-Lo suyo es un triunfo a la perseverancia...
-Sí; me gusta lo que hago y por eso sigo. Y luego que el cuerpo me responde, porque a estos años tiene que responder; no es como cuando tienes treinta y se recupera de todo antes.
-¿Se imaginó alguna vez ser la campeona de España de maratón?
-No, no. Y menos en maratón, porque siempre he tenido no miedo, pero sí un gran respeto a la distancia.
-¿Y cómo se decidió a dar el salto a la gran distancia?
-Un día con mi entrenador Carlos Díez. En 2017 ya fui campeona de media maratón en Granollers y, al año siguiente, el grupo de entrenamiento me animó a hacer una maratón. Me animé en 2019 en Valencia y la verdad es que me fue muy bien. Debuté con una maratón, 2,23, me gustó y desde ahí han venido una tras otra.
-¿Le queda cuerda para rato?
-Yo creo que sí. Si me respetan las lesiones y soy constante en los entrenamientos, eso creo.
-El atletismo le debe participar en unos Juegos Olímpicos. ¿Se ve en París dentro de poco más de un año?
-Sí que me gustaría. Es muy difícil, pero por intentarlo, que no quede. Eso lo tengo claro.
-¿Y después, qué?
-Seguir ahí, en el atletismo, pero en otra facetas.
-Eso ya lo ha conseguido aún sin retirarse...
-Sí; también soy monitora en el Piélagos.
-Pero desde su perspectiva de atleta profesional, ¿observa que cada vez es más complicado conseguirlo?
-Yo he vivido otras épocas. Hace veinte años era relativamente más fácil vivir de ello. Ahora, económicamente, hay poca cosa y te tienes que adaptar.
-¿La gente que viene detrás lo tiene, en ese sentido, más difícil? ¿Se puede encontrar un camino al profesionalismo?
-No creo que sea fácil. Aquí en Cantabria hay una beca, pero es muy escasa. La de la Federación Española es muy difícil de conseguir, cuando antes era al menos más asequible. No hay apenas recursos ni ayudas para los deportistas, y en Cantabria ocurre más.
-Y en el terreno deportivo, ¿ve relevo a su generación, que ha estado tantos años sin encontrarlo?
-Hay que dar tiempo a las chicas que vienen ahora por detrás; darles margen. Yo creo que llegará, pero hay que dar un margen porque el cambio de las categorías menores ea la absoluta es muy drástico.
-En su caso, cómo fueron los inicios en el atletismo. ¿Cómo llegó a ese Pryca Vega de Pas de Abascal -el mismo en el que arrancaron las Fuentes Pila-?
-Estudiaba en Selaya y comencé en la escuela del club con José Manuel Abascal -su director-, Fidel López y José Manuel Lara. El profesor de Educación Física nos anunció que había una carrera popular en Vega de Pas y nos preguntó quién se apuntaba. Fui con mis hermanas a correr y fue muy bonito; lo disfrutamos. A la semana siguiente vino Fidel, que es el que nos subía en coche, y me ofreció entrar en la escuela. Yo entonces jugaba al baloncesto, pero quise probar; con el tiempo tuve que elegir entre un deporte y otro y... hasta hoy.
-¿Y qué balance hace después de tres décadas?
-¿Balance? ¡Madre mía! Es difícil. Que he ido progresando con los años y que tengo ganas de seguir.
-La temporada acaba de comenzar. ¿Qué le espera ahora?
-Ahora tengo un compromiso con el Piélagos: las ligas. Este fin de semana tengo que competir aquí, en Santander, y después viene la Liga de División de Honor. Habrá que ir a hacerlo lo mejor posible para que el equipo esté en lo más alto.
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