Una inesperada historia de éxito

Su relación con el atletismo viene de lejos. «Desde hace unos 35 o 40 años», rememora. «Primero montaba en bici, pero la cogí miedo. Y empecé a correr». Como en casi todos los casos, los inicios fueron modestos. «Hacía muy poquito. Era incapaz de correr mucho». Hasta hace unos años, era un simple deportista anónimo que se dedicaba a correr -por la noche- sin más, a la vez que compaginaba el atletismo con el trabajo en su propia empresa de telecomunicaciones, en la que ha estado al frente hasta este mismo año.

El tesoro que tiene en las 'patas' José María, que reside en Soto de la Marina, empezó a salir a la luz gracias a Sergio, su hijo. «Ha hecho triatlón, en la distancia de Ironman. Fue semiprofesional, hasta que lo dejó». Fue Sergio el que le animó a apuntarse a alguna carrera. Juntos corrieron el maratón de Sevilla. «En 2017 o 2018», intenta recordar. El gusanillo de los 42 kilómetros y 195 metros le picó para siempre. En la capital hispalense ha corrido tres veces, dos en Valencia... «Y también he hecho la 'original', la Maratón-Atenas. Es la más dura que he corrido, con diferencia».

Fue en 2021, tras participar en Sevilla (tres horas y 32 minutos de marca), cuando recibió una carta «de los 'Major', de esos maratones importantes. Me decían que tenía plaza para correr el Mundial. Pensé que era una estafa, y me decían que en el tramo de mi edad, 65-69 años, era el primero en marcas para esos 'Major'», apunta. El requisito era confirmar ese registro. «Y por eso corrí en diciembre de 2022 en Valencia». José María torció el gesto al enterarse de la sede del Mundial de 2023. Chicago, sede de uno de esos grandes maratones -las otras son Berlín, Boston, Londres, Nueva York y Tokio-. Demasiado lejos. Pero al final se animó. «Y a pesar de un problema gástrico que tuve, quedé séptimo, con un tiempo de tres horas y 31 minutos».

Un retraso en la confirmación del Campeonato de España de este año le hizo volver sus ojos al Mundial de maratón que para las categorías máster se iba a celebrar en Bucarest, la capital de Rumanía. Y como le fue tan bien en Chicago, el cántabro -que entrena seis días a la semana, en los que hace algo más de 70 kilómetros- decidió volcarse aún más en su preparación. «Aunque he preparado bien todos, ¿eh?», señala sobre una distancia que nunca conviene tomarse a broma. «En la última fase he estado con una nutricionista, Cristina, que trabaja en la clínica de mi hija Marta, que es fisioterapeuta». José María ha tenido que romper en ese último tramo de preparación un hábito. «Nunca como al mediodía. Desayuno y ceno, pero no como».

Esa ayuda y toda su preparación -«llevo más de 2.000 kilómetros desde enero»- cristalizaron en la mejor maratón de su vida. «Hasta el kilómetro 36 no sabía en qué posición iba». Y no era otra que la primera. Fue en ese punto cuando el finlandés Eki Laitila le sobrepasó para ganar con 3h.18.13. Segundo entraba José María Bolado, con esos 3h.19.19. «A 4.40 el 'mil'», reconoce todo orgulloso. La medalla de plata también le sorprendió «Yo pensaba en un quinto puesto».

Quien está igual de contento con la afición de José María es su médico, al que apenas visita. «Está encantado con mis análisis», dice entre risas. Hasta le ha reducido la medicación que toma al ser hipertenso. En su familia, salvo alguna regañina de Sari, su esposa, al decirle «que hago mucho esfuerzo», le apoyan en lo que ya es una forma de vida que no puede tomarse con más sencillez. «Solo quiero competir, pasarlo bien, conocer sitios...». De nuevo Sevilla y Berlín, el gran templo de la velocidad en maratón y que no le admitió en este año, son sus retos para 2025. Ahí estará un cántabro que casi no se cree lo que está haciendo. «Nunca pensé que yo podía hacer estas cosas. Porque no he sido atleta en mi vida». Pero la ilusión, el disfrutar del atletismo, el esfuerzo y la constancia han dado sus frutos. A sus 71 años «y medio», José María Bolado es el segundo mejor maratoniano del mundo entre los de su edad.