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«Para mí los Diez Kilómetros de Laredo es una carrera superespecial». Al escuchar las palabras se le arquean las cejas a los presentes que ... le acaban de recibir en la villa pejina. Se miran incrédulos y ojipláticos. Es Joshua Cheptegei (Kapchorwa, Uganda. 1996) quien las pronuncia, actual plusmarquista mundial de 5.000 y 10.000 metros y candidato número uno al oro olímpico en París 2024. Apenas le ha dado tiempo a instalarse en la que será su casa hasta el domingo, a veinte metros de la playa de La Salvé y se ha marchado a correr. «Cincuenta minutos. Para rodar un poco», adelanta a quienes le acompañan. Puntual, a los 48 minutos asoma de nuevo. Una ducha y listo. Despacha saludos y fotos. Posa para El Diario y sonríe. «Los Diez Kilómetros de Laredo son mi primera carrera de 2024», señala mientras se sitúa en posición de salida junto a un mural donde sale retratada una tortuga. ¡Ironías del destino! La liebre y la tortuga...
«Vengo a Laredo a clasificarme para los Juegos Olímpicos», confiesa uno de los mejores atletas de la historia y llamado a ser una leyenda. Para ello debe correr el sábado por debajo de 27 minutos la distancia. «Quiero hacerlo cuanto antes y quitarme la presión, luego ya veremos», admite sin dejar de sonreír. Otra ironía: el actual plusmarquista de la distancia no tiene segura su presencia en la cita olímpica. En fin, Laredo puede salir beneficiado de esa necesidad. Su presencia en la villa pejina va más allá de un lujo es algo que para los amantes del atletismo es un sueño. Cheptegei destrozó los registros de su ídolo, el keniano Kenenisa Bekele. El primero, el de 5.000 (12.35.37) en la Diamond League de Mónaco (2023). Dos meses después en Valencia, el de 10.000 con un tiempo de 26.11. Ahora ha elegido Laredo para completar el círculo. «Primero es una cuestión de tiempo porque si logro la clasificación en Laredo para los Juegos Olímpicos me quitaré toda la presión y segundo porque el circuito me gusta». Viste chandal. Tiene ganas de subir a la habitación «a descansar», pero insiste en que lo suyo con Laredo es un amor a primera vista. «La organización me ha tratado bien, ha querido que esté aquí y el trazado me gusta. Estoy seguro que va a salir una buena carrera».
Su personalidad rompe los estereotipos del atleta africano tímido y un tanto hermético. Quienes le conocen explican que su apertura intelectual le permite «adaptarse a las diferencias culturas». Su círculo de confianza, que comparte los días con el corredor en Cantabria, señala que «siempre piensa en grande». Quizás por eso posee dos de los récords más legendarios del atletismo mundial o también, gracias a su complicidad es un símbolo en su país. «Hay que intentar pensar en los jóvenes y en su futuro». De su empeño ha nacido en su país la Fundación Corriendo por Uganda, en la que los chavales quieren parecerse a su ídolo no se ven obligados a emigrar donde sus vecinos etíopes y kenianos. La única pista de atletismo se construyó gracias a su financiación.
Su presencia no pasa inadvertida y por eso Laredo está en boca de todo el mundo. El récord del mundo de los 10.000 metros sobre asfalto, 26.35, está temblando con Cheptegei por medio. Sin embargo el ugandés explica en exclusiva a El Diario que «no es la prioridad». Para el atleta, Laredo es el «billete a París 2024 y básicamente el deseo es lograr la mejor marca que pueda», admite. Vuelve a sonreír. Obviamente nadie en la historia ha corrido más rápido que él sobre la distancia por lo que de quién se va a sospechar más para la hazaña. «Mi objetivo es estar en París y el tiempo de batir el récord llegará cuando tenga que llegar», concluye. Aunque una carrera con él y el etíope Kejelcha (28.13) -que llegó ayer a Laredo- es el mejor cartel para no creer en lo que dicen. Ambos entraron de foto finish hace apenas un mes.
Ayer madrugó. No mucho. A eso de las 9.00 horas supervisó el trazado de la prueba. No apretó. «Ahora toca descansar», explica. Hoy también dará otra vueltuca agradeciendo «el clima que hace». Echa una mirada al cielo pejino y lanza un deseo. «Si el sábado vuelve a salir este tiempo estoy seguro que va a salir una carrera muy bonita». Ni un sola nube y las banderas que adornan el paseo que circula paralelo a la playa están quietas. Inmutables. Sin viento todo puede ser posible. «¿Por qué no?». Sonríe.
Laredo está en el camino de uno de los hombres tocados por una varita mágica. Nació en un pequeño país que pelea por arrebatar la cuota de protagonismo en el atletismo mundial a los dos gigantes: Etiopía y Kenia. Allí, no juegan al fútbol. Allí juega a correr. Y Cheptegei era el que mejor lo hacía. Es el jefe en dos de las distancias estrella del fondo y su intención es seguir siéndolo en apenas cuatro meses. «Quiero doblar. Quiero correr los 5.000 y los 10.000 metros en París», asegura con rotundidad. Casi lo fue en Tokio 2020, donde fue oro y plata. «Es mi prioridad. Quiero cerrar el círculo», explica mientras se pone en pie camino de ese descanso que demandaba. Alto, cerca del 1,75 metros. Apenas 53 kilos. Pómulos pronunciados. Al despedirse estrecha la mano y aprieta sus dedos huesudos mientras lanza un mensaje cómplice. «No estoy al nivel que me gustaría, aún es pronto. Faltan cuatro meses para los Juegos y queda mucho trabajo».
El pasado mes de diciembre debutó en maratón. Lo hizo en Valencia, donde entró en meta virando de cara al coco. «Está claro que impacta en el cuerpo y mucho más en las piernas; correr por asfalto es así. Ya veremos el sábado cómo responde el cuerpo en Laredo», admite el ugandés, que se estrenó con una marca de 2.08.59 después de salir en el grupo de los expertos Lemma, Bekele y Wolde y acabar como pudo. «Es necesario aprender esas lecciones», reconoce, quien anunció que sería difícil verle correr sobre asfalto: «Y ahora mirad donde estoy». Su presente es Laredo, su camino los Juegos Olímpicos y su futuro... «ya veremos. Tengo mis sueños. Pero sí, correr maratón». Si consigue ser el primero en bajar de las dos horas es esa prueba, la foto de su talento en Laredo será un símbolo. Disfruten de él mañana.
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Ana del Castillo
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