La nueva joya del mediofondo español

Beni Melal es una pequeña ciudad de 160.000 habitantes en el centro de Marruecos. Lejos de las grandes urbes de Casablanca y Tanger y más próxima, en lo geográfico, a la turística Marrakech. En 2006, Salah Attauoi decidió emigrar a España. Una historia muy frecuente. Terminó en Torrelavega, donde encontró trabajo y poco más de un año después consiguió que llegara su familia, con la que se estableció en el Barrio Covadonga.

Entre sus cinco hijos estaba Mohamed, un chico crecido en una familia humilde que veía desde las ventanas de su colegio, el Mies de Vega, el nuevo Malecón y a quien siempre llamó la atención el deporte. Pero no iba para futbolista, casi deporte nacional en su Marruecos natal, donde el atletismo, como en España, tampoco tiene tanto foco a pesar de la alargada sombra de Hicham El Guerrouj. Tampoco para atleta; o no lo sabía. Sencillamente era un niño que se apuntaba a las actividades del colegio.

Así que todo comenzó casi por casualidad, como una actividad escolar más. Cuando Mohamed tenía nueve años, los hermanos se apuntaron a un cross del centro y por allí andaba Héctor Sánchez, veterano saltador de la escuela de Ramón Torralbo y desde hace años técnico del Atletismo Torrelavega y de la Escuela Municipal. Le llamó la atención: «Siempre vamos con la escuela para ver los crosses que organizan los colegios, y me acuerdo perfectamente de aquel día porque destacaba muchísimo. Era espectacular, comparado con los otros niños. Como en ese momento los padres todavía hablaban solo árabe nos dirigimos a su hermano mayor, Mustafá y le dijimos que por qué no se venía con nosotros». Lo hizo, como Musta y, después, sus otros hermanos, una niña y los dos niños menores, aunque solo él ha seguido en el tartán.

Con el Atletismo Torrelavega comenzó a alternar el cross y la pista, de nuevo lo habitual en un joven de su edad. Al principio con la monitora de su categoría y después a las órdenes de Raúl Gutiérrez, un prestigioso técnico especializado en mediofondo que tiene su base en el Besaya y con quien comenzó a progresar. En unas condiciones difíciles en las pistas de Sniace, como lo son todas en Cantabria. El propio Attauoi recuerda sus inicios con modestia. No se veía tan ganador como el potencial que habían detectado sus entrenadores, que tuvieron buen ojo.

«En mis comienzos en las carreras estaba delante. Tenía mucha raza, pero siempre había un chaval que me ganaba. Con 15-16 años empecé a competir en pista, pero no destacaba ni en 800 ni en 1.500». Esa etapa de formación tuvo altibajos, los de una familia castigada por el infortunio cuando ya se había establecido y adaptado a Torrelavega. En 2014 un cáncer terminó con la vida de Salah y el hermano mayor, Mustafá tuvo que sacar adelante a la familia junto a su madre trabajando en Sniace y otras firmas hasta consolidarse en una empresa torrelaveguense de parques y jardines. Musta tuvo que dejar el atletismo y al joven Moha le tocó la perdida de su padre. Dejó de entrenar con la misma constancia. Ahí estuvo Raúl Gutiérrez para arroparle.

En 2019, cuando a punto de cumplir la mayoría de edad comenzó los trámites para recibir el pasaporte español. No iba a ser una de esas nacionalizaciones exprés en busca de medallas internacionales tan en boga en Europa y Oriente Próximo; no. Mohamed Attaoui era un chico de Torrelavega, un alumno ya del Instituto Miguel Herrero que hacía atletismo e incluso destacaba en el panorama cántabro, pero muy lejos aún de su eclosión de los últimos tres años, así que iba a tardar. Pero llevaba más de diez años en España, se había ganado el derecho, era lo más práctico y también lo que le pedía el cuerpo: «Soy más español que la tortilla de patata», decía en una entrevista reciente.

Poco a poco, el atletismo se convirtió en su proyecto vital. El de un mediofondista con unas condiciones innatas pero al que le costaba competir. No demostraba sobre la pista, en competición oficial, todo lo que se dejaba ver en los entrenamientos, una faceta que fue trabajando en forma de fortaleza mental y en la que tuvo que afrontar una última prueba. A principios de 2020, cuando aún en edad sub 20 había conseguido la mínima para el Campeonato de España en pista cubierta, llegó la pandemia, la competición se aplazó y se quedó sin debutar. Pero regresó a los pocos meses, cuando se reanudó la actividad. No tuvo una actuación especialmente señalada, pero fue un punto de inflexión. Vio que podía estar en las grandes citas y a partir de ahí todo fue crecimiento.

Por fin, en 2022 recibió la nacionalidad española, la que después de casi tres lustros en España también tienen ya todos sus hermanos. Se proclamó campeón de España sub 23 en los 1.500 y llamó la atención del Playas de Castellón mientras seguía entrenando con Raúl Gutiérrez. Poco a poco llegaban las becas y patrocinios y ya no necesitaba ayuda en forma de material de sus entrenadores; de pronto era otra de las cabezas de una familia humilde. «Con 15 o 16 años empecé a competir en pista, pero no destacaba ni en 800 ni en 1.500. Me di cuenta de que tenía que entrenar. En 2021 acabé con 1.53 en 800 y 4.10 en 1.500. Y en mis primeras carreras en 2022 hice 1.52 en 800 y 3.55, en solitario, en 1.500. Luego hice 3.51 en La Albericia, que me valió para acudir al Campeonato de España sub 23», resumía el cántabro antes de sus últimas grandes citas.

También las marcas mejoraban y con ellas, se colgaba las primeras medallas. Al principio en los Nacionales, con subcampeonatos en las dos distancias. Después, más allá. En 2023 se proclamó subcampeón de Europa de los 1.500 en pista cubierta en Espoo, lo que le valió para llamar la atención de un gran club internacional, el On Athletics, donde es uno de los pocos españoles. Las vacaciones de Navidad junto a su familia en Torrelavega fueron el punto de partida para esa nueva etapa con los Juegos de este verano en París entre ceja y ceja y el alemán Thomas Dreibigacker como nuevo entrenador. El precio, pasar mucho menos tiempo en Torrelavega. La culpa, las concentraciones en Sankt Moritz y Sudáfrica.

«Creo que si no pasa nada raro, voy a estar en París. No me da miedo decirlo. Antes de eso está el Mundial de Pista Cubierta de Glasgow y el Europeo de Roma. Pero mi máxima prioridad para 2024 serán los Juegos Olímpicos», decía ya entonces. Antes había que conseguir la mínima y completar la mitad de la temporada. El pasado domingo, se colgó su primera medalla continental absoluta: la plata de Roma en los 800, que ha convertido en su prueba fetiche a pesar de que sigue disfrutando de los 1.500. Y los Juegos están a tiro. Las plazas se ponen en juego en los próximos Campeonatos de España al aire libre, del 28 al 30 de este mes de junio en La Nucía. Y Attaoui ya es la referencia.

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