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MACARENA TEJADA
San Sebastián
Viernes, 9 de noviembre 2018, 07:56
Bob Beamon no necesita presentación. Es el hombre del salto perfecto, aquel que batió el récord mundial de longitud en México 1968 al alcanzar los 8,90 metros. Todo un hito. Nació en el barrio de South Jamaica (Nueva York) en 1946 y desde bien ... joven se dedicó a dar brincos, hasta que su oro en aquellos Juegos Olímpicos y, sobre todo, su plusmarca -batida en 1991 por Mike Powell (8,95), pero aún vigente como olímpica-, le convirtieron en uno de los atletas más famosos del planeta. Cincuenta años después de su hazaña, Beamon ha saltado el charco para llegar a España. Estos días se encuentra en San Sebastián, donde se presta a la entrevista en medio de la expectación, y el sábado llegará a Santander para recibir en el Paraninfo de La Magdalena el Premio Leyenda Olímpica de los periodistas deportivos de Cantabria.
-Sin duda, la aventura que comenzó en México ha sido un viaje muy emocionante para mí. Estos cincuenta años han sido apasionantes. Que la gente todavía recuerde mi paso por los Juegos Olímpicos de México 1968 es magnífico, pero también es importante el camino posterior. Mi carrera deportiva tras ganar una medalla de oro y competir a ese nivel y mi vida personal iban de la mano. Y así ha sido durante estos últimos cincuenta años.
-¿Qué se le pasa por la cabeza cuando escucha '8,90'?
-Creo que es un sentimiento maravilloso pasar a la historia por aquel salto de 8,90 metros. Aún me emociono al pensar que pasaré a la historia por ello. Además, este registro es todavía récord olímpico. En la historia de los Juegos, a día de hoy, nadie lo ha superado.
-Ese es el número de mi hermano, con el que él saltó veinte metros (bromea).
-Claro. ¿Cómo lo iba a olvidar? Es un número magnífico, quizá deba usarlo para jugar a la lotería.
-Dejaron un gran legado para el recuerdo. Fue un momento de la historia en el que Estados Unidos estaba experimentando muchos cambios. Los derechos civiles, los derechos humanos, la liberación de las mujeres, el asunto de la droga... Toda esta lucha estaba candente. Fue una etapa de ebullición social y todas estas cosas estaban pasando de manera simultánea en los años sesenta. Además, la mayoría de ellas llegaron a su momento culmen en 1968. Fue antes y después de los Juegos Olímpicos. El cambio tras México, por tanto, no lo viví solo yo; lo vivió la sociedad al completo.
- En realidad no tenía ni idea sobre la distancia que había hecho. A simple vista no podía saber si eso era mucho o poco, así que el resultado me sorprendió. En ese momento, tampoco sabía que los jueces estaban midiendo el salto manualmente. Cuando supe que había alcanzado los 8,90 metros, los interpreté por pies (medida que se emplea en EE UU). Realmente fue precioso, un salto gigante en todos los aspectos de la palabra. Un salto gigante en el deporte, pero también en la vida. Para mí, mi etapa tras los Juegos ha sido muy importante, muy especial.
-No. Nunca había pensado sobre qué distancia debía o quería alcanzar, sino que siempre me puse como objetivo ganar una medalla de oro. Los Juegos Olímpicos son una competición muy extraña. No compites para batir un récord, compites para ganar una medalla. Muchos atletas van con la intención de superar la marca anterior y vuelven sin marca y sin medalla. A los Juegos hay que ir con el 'flow', siendo capaz de ajustarse a cada situación. No puedes ser intimidado por nadie ni tampoco ser demasiado ansioso. El truco está en, simplemente, dejarte llevar.
- No pude celebrarla aquel mismo día, porque nada más terminar los Juegos tuve que volar de vuelta a casa para ir a la universidad y terminar el curso. Me perdí lo mejor porque tenía que retomar los estudios.
-Todos estaban muy emocionados. Fue estupendo volver a estar con mis compañeros de clase y con mis amigos.
-En absoluto, no fue para nada el salto perfecto, pero fue un buen salto.
- Porque estoy convencido de que lo podía haber hecho mejor.
-Los dos eran atletas increíbles y los récords están hechos para batirse. Ambos eran muy buenos saltadores. Es una pena que desde entonces no nos hayamos visto mucho. En cualquier caso, estoy convencido de que pronto veremos grandes saltadores hacer también buenas marcas.
-Me basta con la misma palabra para ambos: rapidez.
-Debería superarlos yo al retirarme -ríe-. Nunca sabes cuándo van a pasar este tipo de cosas. A veces intentas saltar lo mejor que puedes y no logras hacer nada. Seguramente un día, de manera inesperada, alguien lo conseguirá.
-Creo que sí, pero nunca se sabe.
-Tommie Smith y John Carlos son muy buenos amigos míos. Los tres nos enfrentamos a problemas muy parecidos en relación a los derechos humanos. Ellos fueron quienes sacaron a la luz lo que pasaba y a causa de esa acción en los Juegos vivieron momentos muy complicados. Lo pasaron muy mal como consecuencia de su reivindicación. La vida para las personas negras por aquel entonces era muy difícil, pero fue realmente horrorosa para ellos. La mujer de John Carlos, por ejemplo, se suicidó. Es horrible, pero tenemos que quedarnos con que ellos están aquí ahora, todavía siguen bien y gracias a ellos entendemos mejor los derechos humanos.
¿En la actualidad, qué hace Bob Beamon?
–Me gusta pasear con mi mujer y pasar tiempo con mis hijos y mis nietos.
–¿Por qué se retiró?
–Tenía que seguir estudiando y además me interesaba mucho todo el mundo de los negocios. Quería saber más al respecto. Había logrado hacer algo muy especial, como batir el récord en longitud y ganar el oro olímpico, de lo que estaba muy orgulloso. También me lesioné. Era una época complicada para ir del deporte a los negocios. Había aprendido lo suficiente de mi trayectoria como atleta, de la que disfruté muchísimo, y tenía ganas de dar ese paso.
–¿Sigue practicando atletismo?
– Suelo salir a andar y también me gusta comer(ríe). En realidad, estoy bastante ocupado.
–¿A qué dedica el resto de su tiempo?
–Entre otras cosas, tengo una marca de zapatos deportivos que voy a repartir entre algunos atletas en los JuegoOlímpicos especiales en Abu Dhabi en marzo. En concreto, ochocientos pares de zapatillas. Todos van a ir destinados a atletas que no pueden permitirse comprar este tipo de calzado.
–Aunque no siga en el atletismo, continúa ligado al mundo del deporte.
–Lo que hago es devolver al atletismo lo que me dio, ayudando a atletas que lo necesitan.
–¿Si pudiera ir atrás, volvería a ser atleta?
–Es complicado. Puede que sí, pero también haría algo diferente, como ser médico.
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