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A pesar de la lluvia gris de lunes, el goteo de chavales sigue llegando. Cruzan la Escuela Municipal de La Albericia y recorren todo un camino entre las calles que se utilizan para competir hasta llegar a un edificio blanco situado al fondo. Es ... el módulo cubierto del complejo Ruth Beitia. Son las seis de la tarde, pero Ramón Torralbo (Herrera de Camargo, 1954) ya lleva ahí desde las cinco. «Y hay veces que también vengo por la mañana». A pesar de que ahora está jubilado de su puesto como director de la Escuela y de su trabajo como docente en un instituto, el 50% de Ruth Beitia se resiste a desvincular su vida del atletismo. Por eso mantiene el grupo de entrenamiento, que este año cuenta con treinta y cuatro atletas, que dirige desde hace más de tres décadas de manera totalmente altruista. «Es algo que me gusta porque llevo haciéndolo toda la vida y como disfruto de tiempo...», explica como restándole importancia, con una mirada que esconde cierta timidez que le cuesta ocultar.
Cuando comenzó, los alumnos que dejaban la Escuela Municipal seguían entrenando con él al terminar las categoría cadete o juvenil. Sin duda todo un lujo. Ahora viene todos los días. De lunes a viernes para entrenar y los fines de semana para ir a los campeonatos. «Las últimas seis semanas he estado en cinco campeonatos de España diferentes porque tengo atletas que tienen mínimas para competir». Aunque confiesa que también saca algún rato para «alternar y tomar un blanco con los amigos, ¡Que estoy jubilado!», masca entre risas.
Saleta Fernández. Dos medallas de oro en salto de longitud. Una en el campeonato de España sub 23 y otra en el absoluto. Actualmente tiene la mejor marca nacional 1.84 metros.
Andrea Fernández Medalla de oro en salto de longitud en el Campeonato de España sub 14 en Sabadell. Es la mejor marca regional, 5.59 metros. Pertenece al España de Cueto.
Osasere Eghosa Medalla de oro en triple salto en el Campeonato de España sub 18 en Orense. Busca el oro también en los campeonatos al aire libre. Pertenece al Piélagos.
Jorge García Medalla de bronce en 200 metros lisos -aunque su especilidad son 400 vallas- en el Campeonato de España júnior en Antequera. Pertenece al CA Olimpia San Román.
Una vez dentro del pabellón, el olor característico del pavimento de las pistas inunda el aire y se mezcla con música y el sonido de las zancadas y las zapatillas al chocar contra el suelo. No faltan los murmullos y la algarabía de las bromas entre compañeros. Están esperando a que llegue el resto de chicos, pero algunos de ellos ya han comenzado a entrenar bajo la atenta mirada de Ramón. «La verdad que es impresionante el ojo que tiene a la hora de corregir. Con un vistazo ve enseguida lo que tienes que trabajar», cuenta Andrea Fernández Torre, que a sus catorce años lleva tres entrenando con Ramón y es una de las deportistas que se colgó la medalla de oro al cuello en los campeonatos de España sub 14 de Sabadell al saltar 5.59 metros en longitud y establecer una nueva marca para Cantabria. Empezó porque no podía combinar bien los horarios de los entrenamientos que seguía en su club y sus estudios, así que se apuntó a las Escuelas Municipales y entonces empezó a entrenar con Ramón. «Es como un padre. Se preocupa por nosotros y siempre está ahí. Así que sí, la mejor definición es que es como un segundo padre», arguye pizpireta. Sus especialidades son la longitud, la velocidad y las vallas; y también se atreve con las combinadas de vez en cuando. «Siempre tiene las palabras adecuadas tanto para los éxitos como para cuando no se nos dan tan bien».
Andrea Fernández
Saleta Fernández, una gallega afincada en Cantabria para entrenar con Ramón lo confirma. «Entiende a cada deportista y nos trata más como personas que como atletas, se preocupa mucho por nosotros. La verdad es que es un entrenador 'diez'». El aprecio que le tiene a Ramón sus chicos es palpable, buena prueba de ello, es que en cada noviembre le hacen un regalo. Este año el obsequio fue un viaje a Madeira (Portugal) que han costeado entre todos y que el entrenador disfrutó el pasado mes de abril.
El de Camargo, aunque ya santanderino, es uno de los mejores preparadores en esto del atletismo y nada menos que a nivel mundial. A pesar de ello, todavía y desde que Ruth Beitia se retiró, no ha recibido ninguna oferta para entrenar a nivel de élite, pero no le importa. «No me desplazaría de aquí, tendría que ser una cosa muy especial». Y tampoco le pica el gusanillo. «He visto muchos campeonatos mundiales cuatro o cinco Juegos Olímpicos, Campeonatos de Europa... Y este año he descansado un poco. El último fue en pista cubierta, en el que Ruth ganó la medalla de bronce», recuerda. Sabe que esas competiciones en que ha visto récords olímpicos y del mundo es difícil que se vuelvan a repetir, a no ser que de este grupo salga una atleta que le vuelva a llevar a unos Juegos Olímpicos. «Hay muy buena cantera, pero si no no me importa, me divierten tanto las categorías cadetes, júniors... Que disfruto lo mismo. Ya sé que no es el mismo nivel, pero sigo disfrutando igual». Poco ego para un país de excesos, cuando el resto del mundo pide victoria y belleza a gritos, como niños que pidieran caramelos.
Sin embargo, la semilla que ha plantado Ramón ya ha empezado a dar sus frutos. Entre sus deportistas cuenta con cinco medallas, cuatro de oro y una de bronce, y varios finalistas en los campeonatos que se han celebrado en lo que va de año. Y aún quedan los de aire libre.
Osasere Eghosa es de origen nigeriano y tiene 18 años. Compite en triple salto femenino y en esa disciplina ha conseguido el codiciado metal dorado en el Campeonato de España en Orense, en Galicia. Viene desde Castro Urdiales tres veces por semana para ejercitarse con el grupo, pero no le da pereza, al contrario. «No me da ninguna pereza... Más bien ganas porque en Castro no hay nadie, estoy sola y prefiero venir a entrenar con el grupo». Sus padres son quienes recorren los casi 140 kilómetros que suponen un viaje de ida y vuelta entre la localidad marinera y la capital cántabra. «Sacan tiempo de donde sea para traerla», apostilla Ramón. Y es que no es el único caso que tiene de una atleta que las pasa canutas para llegar a los entrenamientos. «Hay un chico que baja desde Miera, a una hora y media de trayecto más o menos. Este invierno ha habido días con nieve que se ha quedado sin poder venir», explica el entrenador.
Un profesor de educación física le contagió el gusanillo por el atletismo. Así llegaron las carreras populares, el cross y por fin pisó la pista. Saleta Fernández (Monforte de Lemos, 1997) supo que se entregaría de lleno al salto de altura porque «era donde más destacaba», explica la cántabra de adopción que entrena desde hace años con Torralbo y compite en el Valencia Esports.
Quienes la han visto 'volar' dicen de ella que es la sucesora de Ruth Beitia, sobre todo después del oro que ganó en Valencia en el último Nacional de pista cubierta, el primero en el que ya no saltaba Ruth. Pero la espigada joven lo desdeña con una modestia tal vez aprendida de su instructor. «Yo siempre digo que Ruth Beitia sólo va a haber una. Igualar lo que ha hecho esa mujer es imposible, por así decirlo, y ojalá me pareciese un poquitín a ella», dice algo azorada. Y eso que conoce muy bien a Ruth. Fue ella quien le animó a venir a Santander para formar parte del grupo de Ramón. «Estábamos en un concentración de la selección y yo en Galicia entrenaba sola, no tenía grupo de entreno de saltadores. Buscaba donde encontrar mi sitio. Ruth me dijo que por qué no me planteaba venir y no me lo pensé». Y después de lograr dos oros en salto de altura, les está agradecida a ambos. «Me alegro porque esa medalla se queda en casa con Ramón y era una forma de dedicárselo a Ruth».
El salto al futuro de Saleta pasa por mejorar su récord de 1.84, que ahora mismo es la mejor marca nacional. Tanto atleta como entrenador sueñan con romper esa barrera. «Si lo hace marcará la diferencia. Ante ella se abrirá otro mundo», analiza Ramón. «Creo que puedo saltar más de eso y si las lesiones lo permiten, espero poder llegar a un poquitín más de 1.84», promete Saleta, que no siente vértigo y sonríe como quien guarda un secreto que se escapa al entender del resto
Osasere empezó con Ramón un poco por casualidad. El escultor de Ruth Beitia se fijó hace seis años en ella y habló con su entrenador de la época en Castro Urdiales para ver si podían hacer una sesión juntos, con él únicamente como técnico de apoyo «para probar», rememora la medallista. Entonces «un día después de ejercitarme con él pasé a venir tres días a la semana y después ya todos los días». Y es que Ramón engancha, así como sin querer. «Es el mejor», dice convencida Osasere mientras exhibe una amplia sonrisa. Al final Ramón se llevó el gato al agua. La chica se quedó con él y hasta cambió de disciplina. Antes practicaba otras modalidades, pero se decantó por los saltos y por ende, por él. Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo, decía un viejo slogan.
A pesar de que está orgulloso de los metales que han ganado sus deportistas también lamenta que muchos que tenían posibilidades de medalla no han podido acudir a los campeonatos por culpa de las lesiones. Aunque sabe que es normal a estas alturas del año. «Se juntan muchas horas de estudio, poco descanso, el entrenamiento... Y no te das cuenta y al final se pueden lesionar», arguye con resignación. Pero no quiere quedarse en lo negativo. Con sus ojos verde claro prefiere mirar el lado bueno de la vida. «En todas las competiciones a las que hemos ido, hemos tenido medalla. Y también cuatro finalistas». Lo cierto es que es un gran logro, y algo más, también un hito dentro de la Escuela, porque es la primera vez que pasa. «Antes siempre teníamos alguna y la de Ruth, que era fija». Mientras habla una de las atletas salta y parece que sus pies tienen pequeñas hélices por cómo se eleva.
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