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Hubo un tiempo en que el mediofondo español era una escuela mundial. Los 1.500, con permiso de los 100 la prueba reina, siempre tenían ... un español en la élite. Un chaval de Alceda que respondía al nombre de José Manuel Abascal abrió el camino con su bronce en Los Ángeles mientras competía por la hegemonía local con José Luis González. Después llego Fermín Cacho, reconocido junto a otra cántabra, Ruth Beitia, como el mejor atleta español de la historia. Y con él o a su rebufo Reyes Estévez, Isaac Viciosa y Juan Carlos Higuero. Después más silencio que ruido.
«Me siento orgulloso de haber sido uno de los pioneros y la persona que abrió camino en unos 1.500 que han resultado tan exitosos con el paso del tiempo. Haber visto una carrera como la de Eugene eleva al cuadrado los sentimiento de cualquier aficionado, y más de alguien que los haya practicado como yo», explica Abascal.
Del mismo modo que los españoles desafiaron la hegemonía británica y portuguesa en el continente, no resistieron, como casi ningún europeo, el empuje africano. Hasta que en Oregón el reloj giró al revés y el mundial dejó a un británico en lo más alto del podio y un español, Mo Katir, colgándose la medalla de bronce. Para redondear la gesta Mario García Romo terminó cuarto dejando atrás uno de los principales favoritos: Timothy Cheruiyot. Y hubo un tercer español en liza: Ignacio Montes, undécimo.
El 'milqui' español está de regreso. ¿Por qué se fue? En realidad no lo hizo nunca, pero los resultados no fueron tan espectaculares. «Son ciclos. Lo que hicimos nosotros fue crear un vínculo con el 1.500 que después se ha mantenido. Ha habido un par de bajones en esos cuarenta años, pero el deporte tiene y por eso se vuelve a brillar. En España se dan todas las circunstancias: buenos entrenadores, magníficos atletas y tradición. Lo mismo ha ocurrido con los ingleses», explica el de Alceda.
No fue una final especialmente táctica, de esas que dan una oportunidad a mediofondistas con marcas más modestas; no. Fue en una de las más rápidas de la historia. ¿Por qué? Lo explica el propioAbascal: «He visto carreras en que kenianos se ponían en cola y después perdían en carreras tácticas, así que desde hace aproximadamente dos Juegos Olímpicos salen a morir, porque son de los mejores a ritmo frenético. Parece que sean ellos las liebres –bromea—. Esta vez no pudieron rematar, pero corrieron muy bien y en otra ocasión les saldrá mejor».
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El caso es que el británico Jake Wightman emuló a su paisano Steve Cramm para dejar el título en Europa por primera vez desde 1983, paró el cronómetro en 3.29.23. Katir, tras la senda de Abascal, lo hizo en 3.29.90, tercera mejor marca española de todos los tiempos tras las de Cacho y la suya propia. La cuarta, por cierto, es la que le valió el cuarto puesto a Romo (3.30.20), que a sus 23 años, uno menos que Katir, también tiene todo el futuro ante sí. Entre el británico y el español se intercaló el otro gran favorito: el noruego Jakob Ingebrigtsen (3.29.47).
«Tuve un año tan decepcionante en Tokio el año pasado... No creo que la gente se dé cuenta de lo aplastante que fue entrar con expectativas tan altas y salir esperando una medalla pero terminando décimo», decía el renacido británico, que a sus 28 años tiene su premio. Otro dato interesante, porque saca un lustro a los españoles. «El futuro está asegurado, porque no solo es el aldabonazo del Mundial de Eugene, sino que están llamados a ser los que mantengan el 1.500 en los próximos años a un nivel, como mínimo, similar al de este miércoles», analiza Abascal.
En esta nueva generación que no supera los 24 años el más joven, Mo Katir, parece el que más despunta, pero todos ellos tienen mucho futuro, como se demostró en «una carrera mítica con tres españoles en la final y con cuerda para rato, porque son jovencísimos». Respecto al murciano, nueva medalla de bronce mundial, reparte su antecesor elogios, aunque le pone un pero a su actuación en Estados Unidos: «No me gustó su salida, con 600 metros en cola. Ese esfuerzo que tuvo que hacer por haberse situado último seguramente le impidió dar mucho más trabajo a Wightman y Ingebrigtsen». Pero le ve con opciones de optar a cualquier medalla en cualquier campeonato: «Puede llegar a lo máximo por su juventud; ahora mismo Europa es el dominador del 1.500 a nivel mundial, y basta ver los cinco primeros clasificados». No fue la única alegría del medallista de bronce en Los Ángeles: «Me ha sorprendido Romo, un recién llegado que con 23 años ha bajado su marca en casi cinco segundos su marca personal para entrar de lleno en la élite mundial. La juventud les hace optar a todo durante seis ocho años. A estar en las finales de todos los Europeos, Juegos Olímpicos y Mundiales».
Hubo un tiempo en que la hegemonía keniana, africana por ampliar el intervalo y el abanico, en los 1.500 era incontestable. Ese tiempo terminó. O al menos se congeló en el tiempo en Oregón. El mediofondo español está de vuelta.Y le acompaña aquel que fue su enemigo íntimo en los ochenta, un reino Unido al que Wightman ha devuelto su breve corona.
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