«En Tokio quiero una medalla, y si es de oro mejor»

–Ha logrado proezas en muy poco tiempo y está inmersa en mil proyectos ¿Cómo lo hace?

–No lo piensas, lo vas haciendo poco a poco. Es verdad que miras hacia atrás y he conseguido muchísimas cosas, sueños, retos que tenía y pensaba que no se iba a cumplir. Los límites nos los ponemos nosotros, vienen de la mente. Sí hay unos límites físicos, pero cuando pierdo mis pies y pienso que mi vida va a ser muy diferente, lo es, pero para bien. Todas las cosas que hacía antes las he podido seguir haciendo e incluso mejor.

–En el Mundial de Londres 2017 debutó y se llevó 2 bronces, en 200 y 400 metros, pero después suprimieron las categorías. ¿Cómo llevó lo de cambiar de pruebas?

–Fue un poco frustrante. Después de conseguir las medallas nos enteramos de que en Tokio esas pruebas ya no estaban en el calendario. Llevábamos mucho tiempo entrenándolas y empezábamos a ver los frutos, pero pensando que es un nuevo reto te quitas mucha presión. Cuando consigues un bronce lo siguiente que se espera de ti es una plata y después un oro. Al comenzar de nuevo esa presión te la quitas. Con actitud, ganas y fuerza lo íbamos a conseguir y así fue. El salto de longitud técnicamente es muy difícil, pero es una prueba muy divertida, es como volver a ser niña: saltar, caer en la arena...Los 100 son explosividad, estar tenso desde el primer momento, no te puedes relajar ni un segundo.

–En el Mundial de Dubai 2019 batió el récord del mundo de 100 metros lisos (T62). ¿Qué sintió al ver lo que había conseguido?

–Vi la marca y dije: '¡Dios mío, Tokio!'. Ya había hecho la marca que me pedía el Comité Olímpico Español para ir, pero esa me hizo mucha más ilusión. No fui consciente hasta que pasó un rato, cuando pusieron la WR en la pantalla y pensé: 'Madre mía, récord del mundo'. Estaba como loca saltando, es una pasada. Me abracé a mi entrenador, llorando los dos supercontentos.

–¿Está ya entrenando para Tokio? Con el covid de por medio ¿Ha tenido que modificar algo?

–En el confinamiento conseguí unas pesas, me monté un mini gimnasio en casa. El Comité Paralímpico me prestó una cinta de correr y trabajé para no perder la forma, pensando que Tokio iba a ser en agosto. Se atrasó. Ahora en septiembre volvemos a empezar con más fuerza ya en el CAR de Madrid con un mayor reto, porque el Comité aceptó la marca que hice, pero nos han vuelto a pedir que la revalidemos. Lo haré con gusto porque quiero una medalla en Tokio.

–Tiene su objetivo muy claro.

–Sí. Soy muy ambiciosa y quiero una medalla, y si es de oro mejor. Creo que lo puedo conseguir con un año más de preparación. Los otros éxitos que he tenido los he compaginado con mi trabajo como profesora y ahora llevo un año en excedencia dedicándome al deporte. Y si en un año he logrado récord del mundo creo que en uno más sí que podría conseguirlo.

–¿Echa de menos dar clases?

–Sí, sobre todo el contacto con los niños. Cuando acabe esta etapa me plantearé si volver a las aulas o enseñar, pero en el mundo del deporte. Convertirme en entrenadora o ayudar al Comité paralímpico. Esto tiene un tiempo y hay que dejar a la gente joven que venga y triunfe.

–Como profesora de primaria ¿qué opina sobre la vuelta al cole con el coronavirus en escena?

–Lo veo complicadísimo. Es una gran responsabilidad gestionar a tantos niños. No sé cómo se las van a apañar. Les han dejado muy poco margen para organizarse. Lo ideal hubiera sido contratar al doble de profesorado y hacer turnos mañana-tarde para que las aulas tuvieran una ratio más pequeña.

–¿Cómo surgió la idea de escribir cuentos infantiles?

–Me gusta mucho dibujar. Cuando enseñaba a mis niños me di cuenta de que muchos se asustaban con mi discapacidad. Otros me decían: 'Que guay que tenemos una profe medio robot medio humana'. Creí que faltaba una labor de enseñanza desde pequeñitos y por qué no contarlo a través de cuentos infantiles con ilustraciones bonitas e historias divertidas de aventuras. Son 5 niños con 5 discapacidades diferentes y en muchos casos se convierten en supercapacidad. El año pasado publiqué el primer cuento y ahora, este mes de septiembre saldrá el segundo. Es una saga de cinco libros.

–¿Es una asignatura pendiente educar en la inclusión?

–Cada vez se hace más. En el cole donde yo estaba hay niños con problemas motores y está adaptado, pero se atiende poco a las personas con discapacidad y hay que normalizar. Hacer ver a los niños que forma parte de nuestra realidad y nos puede ocurrir a todos.

–¿Cómo entró en el atletismo?

–Después del accidente, cuando empecé a caminar, pensé en aprender a correr, que es lo necesario para hacer cualquier deporte, y después ya elegir uno. Probé el atletismo y veía que mejoraba. A las pocas semanas me di cuenta de que era mi deporte.

–Algunas personas se aferran al deporte como tabla de salvación. Usted ha contado en otras ocasiones que no fue así en su caso.

–El deporte es maravilloso para superar muchísimos problemas. Anima y ayuda. En mi caso no fue así. Yo ya había estado en terapia. Cuando lo superé y llevaba una vida normal encontré el deporte y fue la guinda del pastel. Me chifla, pero no fue lo que hizo que pudiera superar mis problemas.

–También ha vencido dos veces al cáncer. ¿De dónde saca la motivación para salir adelante?

–Después de perder los pies toda mi vida se quebró y tuve que rehacer mi esquema vital y dar valor a lo que de verdad importa. Me di cuenta de que hay que estar agradecido con lo que uno tiene, no con lo que ha perdido, y con la vida, que es un regalo. Esa manera de agradecer lo que uno tiene es una forma de afrontarlo.

– ¿Qué le pide a 2021?

–Que se celebren por favor los Juegos y también salud para todos.