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El Grupo Alega acaba de hacer historia en el baloncesto cántabro y Torrelavega está un poco más cerca de imaginarse en ACB, como lo estuvo en los noventa con el Caja Cantabria. Tras apear al Albacete Basket en la eliminatoria de campeones que enfrentaba ... a los líderes de las conferencias Este y Oeste de LEB Plata, los de David Mangas no solo son los campeones de la categoría, sino que son ya a efectos deportivos equipo de LEB Oro. Falta ahora ejercer el derecho al ascenso y cumplir los requisitos, pero el club ya tiene todo preparado para que el baloncesto de la segunda categoría nacional regrese al Vicente Trueba. Todo con un presupuesto de algo más de medio millón de euros.
El Alega cumple así el objetivo que se le escapó el año pasado, cuando cayó en la última eliminatoria por el ascenso, aunque en aquella ocasión sin haber sido campeón de grupo. Este verano el equipo se reforzó y mantuvo en el banquillo a Mangas, uno de los técnicos que mejor conoce la categoría y que salvo sorpresa mayúscula seguirá dirigiendo al equipo el próximo curso. Además, las circunstancias han querido que el ascenso se produzca en casa, con un gran ambiente en un Vicente Trueba pese a no llegar al lleno y en medio del momento dulce que vive el deporte de equipos en la capital del Besaya.
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Los torrelaveguenses ascienden en un año complicado por la pandemia. Nada menos que en dos ocasiones un brote de covid ha obligado a los jugadores del Alega a confinarse en su domicilio y aplazar partidos. El primero fue nada más comenzar el año y obligó a aplazar el viaje a Melilla para medirse al CAM Enrique Soler. El segundo, en marzo. Y el partido aplazado, ante el tizona. Eso sin tener en cuenta los cambios de fecha por casos de covid en el rival.
Una de las claves del ascenso ha sido el gran rendimiento del equipo en la última fase de la temporada (pasó una crisis y llegó a caer a la quinta plaza). La racha de ocho victorias en nueve partidos que aseguró el campeonato de forma matemática antes del final de la fase regular así lo atestigua, y a ello contribuyeron también los refuerzos de dos viejos conocidos de los cántabros. Por un lado, el base Harol Cazorla. La Hormiga Atómica, que ya jugó en una anterior etapa con el equipo cuando aún competía con la denominación de Estela, se reincorporó procedente del Gigantes de Guayana venezolano. Por otro, el ecuatoguineano Walter Júnior, procedente del Alicante de LEB Oro y que ya jugó en el Vicente Trueba en la temporada 20-21.
Pero el ascenso tiene más nombres. Por supuesto, el de David Mangas. «Es la ilusión desde el día 1 de septiembre», decía justo antes del primer partido ante el Albacete Basket, en el que los cántabros se impusieron por 17 puntos en La Mancha. Y también el del ala-pívot Mirza Bulic, que no solo ha sido uno de los mejores durante toda la temporada, sino que resultó decisivo en la remontada y el abultado tanteo con el que acabó el partido de inda frente al Albacete. El bosnio lo tenía claro: «Yo he venido desde el principio de temporada con el objetivo de subir a LEB Oro. Es muy difícil, pero queremos subir y vamos a dar más del 100% para hacerlo». Y, por supuesto de la aportación de otros muchos jugadores, como el torrelaveguense como Pablo Ricciardiello.
Contreras, Koné, Bulic, Saintel, Gómez, Palazuelos, Marín, Ricciardiello, Sans, Cizmic, Betolaza y Sierra han sido los hombres con los que el Alega ha hecho historia en el deporte de Cantabria; el grupo definitivo de una plantilla que ha experimentado varios cambios a lo largo del curso.
El éxito es además el síntoma del poso que mantiene el baloncesto en la capital del Besaya y del sostenido pero constante crecimiento del club, tanto desde su nacimiento en Santander como desde el traslado de la franquicia a Torrelavega, que constituyó justo antes de la pandemia un salto cualitativo. Además, este verano se anunció la fusión (la absorción en realidad) del Club baloncesto Torrelavega. Del primer equipo y, especialmente, de las categorías de base, lo que ha nutrido enormemente la cantera verde.
«Esta unión entre ambos conjuntos es fruto del trabajo que se lleva desarrollando durante dos años y que ahora da un paso más consolidando el proyecto en la localidad. Como ya se avanzó en la presentación de la temporada pasada, Grupo Alega llegó a Torrelavega para crear un proyecto de largo recorrido, y con este paso que se da se refuerza la estructura de ambos equipos para continuar con la formación de jugadores», decía ya en agosto el presidente del club, Ulises Corona. De hecho, y en un esfuerzo por consolidar su identificación con la ciudad, abandonó el rojo durante el que había jugado desde su fundación hace casi dos décadas por el verde, dejando el antiguo color para la segunda equipación. De todos modos, su filosofía es más amplia. «No queremos ser el equipo de Santander o de Torrelavega; queremos ser el equipo de Cantabria», dijo Corona cuando se consumó el paso del Palacio de los Deportes al Vicente Trueba.
Aunque a mitad de curso su técnico prefería ser prudente, el Alega siempre tuvo el ascenso como objetivo. Si no inexcusable, al menos primordial. Y el asunto comenzó bien. Ni una sola derrota en toda la pretemporada. «Yo me atrevería a decir que tenemos mejor plantilla que el curso pasado», comentaba entonces el escolta Álvaro Palazuelos, otro de los que ha tenido protagonismo en la que es la mejor temporada en la historia de los verdes. Y todo a pesar de la marcha de uno de los jugadores más determinantes, Will Perry, que propició la llegada de Agustín Sans para sustituirle.
El equipo comenzó fuerte, líder durante algunas jornadas y con rachas de gran juego, como en la abultada victoria de noviembre ante el Clavijo (84-56). Un mal inicio de año llegó a los de David mangas a caer hasta la quinta plaza, aunque, dentro de la gran igualdad que ha caracterizado la competición, aún con el liderato a tiro. El gran sprint final lo hizo posible. El día 10 la victoria en Galicia ante el Ourense, un rival directo, unida a la derrota del Zornotza, aseguraban matemáticamente la primera plaza, de modo que el último partido en casa fue solo un trámite y un sencillo homenaje a la plantilla. Pero sin estridencias. El club tenía como única meta la LEB Oro y no celebró absolutamente nada. Porque aún no había nada que celebrar y porque había que mantener la concentración.
No llegó con el mejor balance de victorias-derrotas al término de competición regular lo que le ha permitido contar con el factor cancha a favor en la eliminatoria definitiva (aunque de haber caído entraba en la repesca), pero el 19-6 del Albacete frente al 18-7 del Estela no se ha dejado ver sobre el parqué. De hecho, tras el 55-72 de la ida todo estaba prácticamente hecho, y el partido de vuelta, sin ser un trámite por lo mucho en juego y la entidad del rival, constituía un último escollo sencillo de salvar. O al menos mucho que otros exámenes que han tenido que superar los de Mangas.
Se trata de la segunda ocasión de la historia en la que un equipo cántabro milita en la segunda categoría del baloncesto español. El Anterior fue el SAB Torrelavega, que competía como Caja Cantabria y rebautizado como Lobos tras su conversión en sociedad Anónima Deportiva tras su llegada a la ACB, en cumplimiento de la Ley del Deporte. El club militó en la máxima categoría entre 1997 y 2002, y de aquella época histórica queda, por ejemplo, el mural de Quino salvo que preside el Vicente Trueba.
Tras su descenso, en 2004 el equipo siguió jugando en Torrelavega hasta que en pleno declive se trasladó a Santander para jugar en el Palacio de los Deportes. Sin apenas recursos, llegó a anunciar su retirada de la competición cuando militaba en LEB Oro, pero finalmente continuó en activo en la ya extinta LEB Bronce (entonces cuarta categoría nacional) hasta su desaparición en 2009.
Desde la disolución del SAB varios proyectos habían tratado de recuperar para Torrelavega aquella herencia, pero ha sido el Alega el que lo ha conseguido, fruto del trabajo de quienes impulsaron el club en sus inicios, especialmente de Iván Amo, y del apoyo de un patrocinador, el despacho Grupo Alega, y de un Ayuntamiento de Torrelavega que han permitido afrontar objetivos más ambiciosos. Ahora el reto es la permanencia en LEB Oro, categoría ya completamente profesional, con la ilusión de tener la ACB si no a tiro, al menos solo una categoría por encima.
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