Su voz suena ronca. Y cansada. Como todo su cuerpo, pide a gritos reposo. Pero la usual voz alegre de Laura Nicholls (Santander, 1989), ... no está -y hubiese sido lo más comprensible del mundo- rota del jolgorio de celebrar el cuarto título europeo de la selección femenina de baloncesto. El segundo de tacada y el tercero de la que ya es, por derecho propio, la generación de oro del basket femenino español y de la que forma parte la pívot cántabra. La voz maltrecha de la '4' de España viene de un proceso vírico que apareció ya en el partido de cuartos de final ante Rusia. Pero ni eso ni un tobillo izquierdo lastimado tras ese envite mermaron un ápice el rendimiento de Nicholls. Defensa, rebote, bloqueos... Y minutos. Muchos. Hasta 31 de media por partido para ser la que más juega en el equipo. Algo que se repite campeonato tras campeonato. Laura con otras cuatro en la pista. A pesar de que el oro de Belgrado es la novena medalla como internacional absoluta de Nicholls, la santanderina aún no se lo cree. «Todavía no lo hemos asimilado. Parece que no ha sido verdad». Apenas le quedan fuerzas para pensar en el torneo preolímpico de cara a competir en Tokio 2020. Hoy llega a casa para comenzar unas largas vacaciones. Y serán para ella, «perfectas. Porque serán en mi tierra».
-¿Cómo está?
-Arrastro un proceso vírico desde el partido de cuartos de final ante Rusia. Hoy -por ayer- tenía un encuentro con niños en Madrid, y en el primero de ellos no he podido ni hablar. Poco a poco ha ido saliendo la voz.
-Tricampeona europea de baloncesto. Es para estar contenta...
-Claro que sí, aunque tengo que reconocer que todavía no lo hemos asimilado. Parece que esta medalla de oro es algo que no ha sido verdad. Tengo la sensación de que no ha pasado.
-¿Y eso por qué? Son una selección que no para de conseguir medallas en Europeos, Mundiales y Juegos Olímpicos...
-Porque ha sido una concentración tan difícil y los partidos nos han costado tanto... No pensábamos que fuésemos a ganar el oro. Supongo que cuando pasen los días lo asimilaré.
-Han ganado todos los partidos del Eurobasket, pero ha habido algunos en los que han sufrido más de la cuenta ante rivales que, en teoría, eran asequibles ¿Por qué?
-Hay equipos que, contra nosotras, juegan sin presión. Mientras que nosotras sí tenemos la obligación de ganar. Es el caso de esos dos partidos de la fase de grupos ante Reino Unido (67-59) y Letonia (56-59). Pero cuando llegan partidos como los cuartos final, otros equipos se arrugan. Y en esos, nosotras jugamos mejor.
«Tengo la sensación de que es algo que no ha pasado. Supongo que lo asimilaré cuando pasen los días»
«Hay equipos que en esos choques decisivos se arrugan. Y nosotras, jugamos mejor» «Somos muy iguales. Y su baloncesto es desenfadado, alegre. Además jugaban en casa»
-En ese cruce de cuartos, a las rusas les cae una paliza histórica (78-54)...
-Yo siempre digo que hay tres partidos clave. El de cuartos de final, que es el partido de la presión. El de las medallas, que es la semifinal. Y el partido por el campeonato, que es la final. Tengo compañeras rusas -juego en el Nadezhda de Oremburgo- y sabía que no iba a ser lo mismo enfrentarnos en un amistoso que en un Eurobasket. Sabía que no nos iban a aguantar. Nosotras somos como un camión (risas).
-El que se complicó de lo lindo fue el partido ante Serbia de semifinales, en el que las anfitrionas se ponen por delante a poco del final...
-Es que Serbia es España de otra manera. Somos iguales. Nos parecemos en el carácter de la gente. Y eso se nota también en el baloncesto. Su basket es desenfadado, alegre. Es muy parecido al nuestro. Y además jugaban en casa.
-En esos últimos minutos, con el marcador apretado, ¿temieron una encerrona?
-Yo le dije al director deportivo de la selección que si había algo muy descarado, nos retirábamos y nos íbamos. Menos mal que los árbitros supieron lidiar con el partido.
-A usted le tocó sufrir a las serbias de forma especial. No había bloqueo en el que no se llevase un mamporro...
-Y en ocasiones iban a hacer daño. A mí eso es lo que más me molesta. Yo nunca voy a hacer daño a un rival.
-¿Cómo se controla en esos momentos para no responder?
-Pues sabiendo que es lo que no tienes que hacer. Esto se basa en unos valores morales. Y en el respeto. Yo así lo hago, aunque a mí me traten mal. Supongo que también en esos momentos tiras de madurez y de experiencia.
-Y en la final, desarbolan a Francia desde el principio, con un primer cuarto espectacular de 32 puntos ¿Se lo esperaba?
-Lo que no me esperaba era quizá tantos puntos -se ganó por 86-66-. Y ojo que Francia es una selección increíble. Pero creo que ellas no son conscientes de lo que podrían hacer contra nosotras. Quizá tienen un desgaste mental. 'España, otra vez'. Como si no supiesen qué hacer contra nosotras. Sabía que iba a ser un partido de cinco minutos. Al principio o al final. Y fue al principio.
«Sabía que iba a ser un partido de cinco minutos. Lo que no esperaba era tantos puntos» «Somos una masa muy sólida. No hay discusiones. Somos gente muy luchadora y honesta»
-Cuando se nombra como jugadora más valiosa de este Europeo a su compañera -y también pívot- Astou Ndour, va usted como una flecha a abrazarla...
-Cómo no me voy a alegrar por 'mi negri', por mi compañera de habitación (reconoce emocionada). Astou llegó muy joven a Gran Canaria. Ha estado toda la vida alejada de su familia, a la que ve muy poco al año. Y cuando ya se asienta en el equipo en lugar de Sancho Lyttle, hay que reajustar toda la foto del equipo, de una selección ya consolidada. Y ahora, jugadora más valiosa de un Europeo. Cómo no voy a estar orgullosa de ella.
-A pesar de que había alguna baja sonada en la selección, caso de Alba Torrens, las nuevas -Andrea Vilaró, María Pina- se acoplan como si fuesen unas veteranas más ¿Cómo se consigue que nadie desentone en el equipo?
-Es que somos como una masa muy sólida. Las que llevamos más años son las que asumimos más minutos en los partidos, las que damos experiencia a la selección. Son las nuevas las que se 'amoldan' a nosotras, al sistema de juego que hay. Pero en la selección resaltan dos cosas. Una, que no hay discusiones. Y otra, que todas las jugadoras somos muy luchadoras. Yo prefiero perder con gente honesta que ganar con gente desleal. Además, hay confianza de las demás en las acciones individuales de cada una.
-¿Hay algo que mejorar?
-Siempre habrá cosas que mejorar, pero creo que todas las que vamos a la selección, todos los años damos un paso adelante. Para ser Estados Unidos claro que estamos muy lejos, pero en cada campeonato damos un paso adelante.
-Además de ese buen ambiente y compromiso al que hace referencia, ¿cuál es el secreto en la pista para tanto éxito?
-El secreto es el gran abanico de posibilidades, de opciones de juego que tenemos. De poder jugar de forma contraria al rival, de amoldarnos a su ataque... Hay una gran variedad de sistemas.
-En lo personal, ha vuelto a ser la jugadora que más minutos ha estado en pista con la selección (31 minutos de media por partido) ¿Cómo ha visto su rendimiento en el campeonato?
-En los partidos ante Ucrania y Letonia me tocó jugar mucho. Y ante Serbia, en semifinales, estuve en pista 37 minutos. Además de ese proceso vírico, tenía tocado el tobillo izquierdo. Me hice daño en la cara interna. Por suerte, tengo los ligamentos muy elásticos. Pero como dije, ¡yo soy cántabra! (risas). En la final ante Francia, ya no tenía casi energía. Aunque ganando de 20 la sacas de donde no hay (risas). Jugué algo menos y desde el banquillo, también disfruto. He acabado el Europeo muy cansada. Y me dijeron que volvía a ser la jugadora de la selección con más minutos en pista. Algo que sucede ya en varios campeonatos.
-¿Y ahora qué?
-Ahora, ¡ vacaciones ! Llego mañana -por hoy- a casa. Y en principio, hasta el 1 de septiembre. Las Fiestas de Santiago... Todas para mí. Van a ser unas vacaciones perfectas, porque serán en mi tierra.
-Y con la selección, ¿cuál es el siguiente compromiso?
-El torneo preolímpico. Hay una primera ventana en noviembre. No va a ser un torneo fácil, porque será una competición aleatoria. Podría tocarte Estados Unidos...
-La imagen suya que más ha trascendido de este Europeo ha sido cuando escuchaba el himno de España en lo alto del podio y no pudo reprimir las lágrimas ¿Llora habitualmente en los podios?
-No siempre, pero es que ahí arriba se te pasan un montón de cosas por la cabeza. Es un momento en el que piensas 'ya puedo descansar'. Es como si llevases en la espalda una mochila con 200 piedras y ya te puedes permitir soltarla. Es una recompensa al trabajo bien hecho. A la vez te acuerdas de personas. A mi me viene a la cabeza mi difunta abuela.
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