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Mucho más que baloncesto
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El Saski Penguins de Bezana crece con la creación del primer equipo de Cantabria con discapacidad intelectual y el objetivo de ser el primer paso hacia una Liga autonómicaSecciones
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El Saski Penguins de Bezana crece con la creación del primer equipo de Cantabria con discapacidad intelectual y el objetivo de ser el primer paso hacia una Liga autonómicaUno de los jugadores del equipo protagonista de este reportaje tenía diagnosticado un problema anímico de esos que tienen nombre y apellido. Todo era oscuro. ... Triste. Hostil. Apenas salía de su habitación. Alguien le habló de baloncesto. De un nuevo grupo. Diferente. En su penumbra, le gustó la idea. Al final, le convenció. Abrió la puerta; empezó a entrar la luz; salió a la calle; agarró la pelota naranja y la depresión la encestó en la papelera. Ahora todo orbita alrededor de la redonda. Martes y viernes con los entrenamientos y el resto de días, contando las horas para que vuelvan a encender las luces del pabellón. Hasta aquí, el sentido de este reportaje. Lo demás es contexto. Hasta aquí, el sentido de por qué es necesaria esta iniciativa deportiva.
En marzo de este año nace el proyecto Pioners del club Saski Penguins de Bezana. Hasta entonces tenían equipos séniors masculino y femenino. «Somos un club con un marcado carácter social que necesitamos que la gente vea para lo que sirve el baloncesto en toda su plenitud, no solo la parte deportiva y competitiva», afirma su presidenta, Orpa López.
Gabriela Buenaposada García
Daniel Casuso Barquín
Lisandro Fernández Alvarado
Olga Fernández Álvarez
Pablo Haro Nieto
Julen Iturriaga Sebastián
Alberto Laguillo González
Paula Andrea López Pardo
Mónica Loredo Casado
Elena Mijares Izquierdo
Daniel Miranda Alonso
Magdalena Pérez González
Antonio Prieto Cantero
Miguel Sánchez González
Laura Ursueguía Corral
Melanie Tamara Villacorta Medina
Y la verdad es que se lanzaron a lo desconocido para ellos: a la discapacidad intelectual. La sociedad, en su vorágine continua, tiende a apartar a quien tiene otro ritmo. Un velado 'vale, sí, pero que no estorbe'. Porque, como escribió Machado, a veces la persona «desprecia cuanto ignora».
Orpa y los suyos se saltaron los prejuicios. Aunque no fue fácil. El miedo es humano. El entrenador principal, Kike Pereda, no se quitó el 'dónde me he metido' de encima hasta que el proyecto se hizo al fin realidad. Hasta que el balón comenzó a botar sobre el parqué. Ahora está encantado. Como pa' no. Ya le gustaría a David Mangas que todos sus jugadores del Grupo Alega le endosaran un abrazo nada más llegar al pabellón. Al míster sólo le falta el babero.
En estos meses, Pioners ha logrado reunir a 16 jugadores y jugadoras de entre diez y 49 años. Todos con discapacidad intelectual. En unos más limitante que en otros. Pero, bajo las capas de la dolencia de cada uno, la misma ilusión. Porque a estos no es que les persiga. A estos es que ya les ha alcanzado. «Utilizamos el baloncesto para que socialicen. Para conseguir que las personas aumenten su autoestima, la confianza en ellos mismos y ver que son capaces de hacer cosas que tal vez alguien les ha dicho en un momento que no podían hacer», afirma Orpa.
«Me animé porque no sabía lo que era el baloncesto; no sabía lo que era meter canastas y apuntarme en un equipo», reconoce sin reparos Dani, a quien se le ha puesto pinta de jugador de basket en apenas unos meses. Deja de tirar a canasta para atender a la prensa. Continúa: «Me animé por mis compañeros y porque mi profesor me dijo que Saski Penguins era una opción maravillosa para todos».
A Gabi le cuesta algo más enfrentarse a su primera entrevista. Sonrisa nerviosa. «Llevo un año en el equipo», dice. Bueno, han sido nueve meses, pero es que la experiencia está siendo muy intensa para todos. Está «contenta» y aprecia especialmente «los ejercicios que nos pone Kike, aunque es un poco duro», bromea.
Y luego está 'Elenita', que con su altura no podrá jugar de pívot, pero con su alegría puede llegar a donde quiera. «Probé la primera vez y luego, vi que me gustaba y me apunté para jugar en el equipo», explica, aunque, esa media luna creciente en la boca es, simplemente, porque «me lo paso muy bien».
En el antiguo pabellón del IES La Marina, de Bezana, el ambiente es de distensión. Con los condicionantes de la discapacidad intelectual, que se compensan con el cariño de los técnicos y los numerosos voluntarios que echan un cable. La mayoría, chicas y chicos de los equipos sénior. Martes, 17.45. Va llegando gente al polideportivo. Uno de los jugadores le dice a su compañera Paula que si entra a tirar a canasta. Ella, que fue pregonera junto a Orpa en las pasadas fiestas de San Roque, pide que espere: «Estoy conociendo a los nuevos». Los nuevos son el periodista y el fotógrafo y ninguno de los dos tiene categoría suficiente para estar a la altura del equipo. Risas en la puerta del pabellón.
Dani, Gabi y Elena llegan a la misma conclusión. La gente que han conocido, las personas que han entrado en su vida, los amigos... «Estar con ellos es lo que más me gusta», dicen los tres en distintos momentos. Quizá con otras palabras, pero la misma idea. Y es que tienen una gran facilidad para entablar relaciones sociales. El problema es que, por sus capacidades diferentes, se les limita el entorno. Se les aísla en una burbuja.
Los chavales tienen clases por la mañana. De septiembre a junio. El resto del tiempo, quedan a merced de las posibilidades de sus familias. Orpa y los suyos observaron un vacío peligroso. «Hemos visto que Cantabria no cuenta con oferta deportiva para estas personas fuera de su horario curricular. Pensamos en ofrecerles una actividad deportiva fuera de su rutina diaria. Les aporta muchísimo y conocen personas que vienen de diferentes ámbitos», explica la presidenta. «Hemos conseguido que entre ellos creen un grupo diferente y que queden los domingos para tomar algo», agrega. La excusa es el deporte. «Les estamos enseñando a jugar al baloncesto, que nos demuestran cada día que son más que capaces de aprender».
Como suele pasar en estas cosas, los que reciben no son sólo los destinatarios de la iniciativa. Los promotores también tienen premio. «La experiencia es gratificante, enriquecedora; es una aventura cada día. Cada vez nos sorprenden más para bien y salir de un entrenamiento es como un impulso maravilloso que nos ayuda a seguir. Ellos mismos nos van poniendo los retos a nosotros», reconoce Orpa.
Ya han tenido su primera experiencia con rival y equipaciones. Hace poco se marcharon hasta Gernika para pasar una jornada de convivencia y poner a prueba todo lo aprendido. Dice Orpa que, en la grada, no había visto llorar a tanta gente en su vida. Ella, incluida. «Ver esa labor de integración que estamos realizando, qué está pasando sola... No se fuerza nada... Todo va pasando... Eso es lo que más nos anima a seguir y a pedir más», dice.
Y ese próximo hito es la creación de una Liga en Cantabria. «Creo que es necesario. Queremos demostrar a las personas con discapacidad intelectual que son capaces de hacer mucho más de lo que les dicen. El límite nos lo ponemos nosotros mismos. Ese límite tiene que desaparecer», afirma la presidenta. Está en camino. El Cantbasket ya anda manos a la obra y para el próximo 29 de diciembre tienen previsto un encuentro pionero entre ambos clubes.
Para la historia del baloncesto español queda aquella intervención del exseleccionador nacional Pepu Hernández, tras la consecución del Mundial de Japón en 2006. «Ba-lon-ces-to». De eso trata el proyecto Pioners del Saski Penguins. De ba-lon-ces-to... Y mucho más.
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