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Más de dos años después de su retirada, Laura Nicholls regresa a las canchas. La cántabra anunció en primavera de 2021, cuando era jugadora del Fenerbahçe, que abandonaba el baloncesto, pero ahora ha decidido regresar con los colores del Leganés.
Ya cuando anunció ... que dejaba el baloncesto a una edad relativamente temprana para una jugadora de élite, Laura Nicholls advirtió de que podía ser una retirada temporal. Pocos meses después, sin embargo, dejó caer que su adiós era definitivo, pero la cántabra siempre es capaz de sorprender.
Llegó incluso a probar con el balonmano. Entrenó con el Uneatlántico Pereda y sopesó en verano incorporarse a la disciplina del equipo santanderino, que milita en la segunda categoría nacional. Pero a última hora cambió de opinión para darse una oportunidad en su deporte; el que la ha convertido en una histórica. Nicholls (Santander, 26 de febrero de 1989) regresa así a las canchas a los 34 años para intentar incluso engrosar un impresionante palmarés. Tres campeonatos de Europa, un subcampeonato mundial, una plata olímpica y otras cuatro medallas con España. Ligas y copas polacas y españolas y la Copa Europea en la competición por clubes.
En estos dos años ha transitado por varias etapas. Se presentó por el PRC a las elecciones municipales, aunque renunció al acta de concejala tras la mayoría absoluta de Gema Igual. Era la penúltima parada antes de su regreso. Antes había trabajado en Alto Campoo y había dedicado mucho tiempo, según ha contado a ABC, al cuidado de su abuelo. Fue uno de los principales motivos de su adiós, según explica ella misma. Quería dedicarle tiempo. Ahora, tras su fallecimiento, ha llegado el momento del regreso.
Hace una semana, superado ya el estrés que le generó la alta competición, el Leganés anunció su fichaje, y poco después la cántabra explicaba a Relevo los motivos de su ausencia: «Cuando decidí dejar de jugar al baloncesto se juntaron muchas cosas. Fue un poquito físico, mental, una situación familiar que requería que estuviese en casa. Esa situación familiar no sabía cuánto tiempo me requería. Un año, dos años, tres años... Pero una vez solventada, es cierto que siempre lo he echado de menos, ¿no? En esos momentos tampoco me lo permití mucho, porque no podía hacer otra cosa».
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