La Albericia, una fábrica de talento con mucho futuro

Cuando Rubén Garabaya llegó a Santander se encontró con una plantilla construida –salvo por la incorporación del portero Mohamed Aly, que fue petición expresa del técnico asturiano– en base a veteranos y un grupo de canteranos entre los 17 años, como el central Marcos Domínguez y el pivote Pablo Rama, y los 21 del lateral Leo Alonso y el pivote Ángel Basualdo. En esa búsqueda de talento para reforzar el vestuario santanderino, en el Sinfín ha encontrado una fábrica que funciona a pleno rendimiento y ya empieza a acumular minutos, experiencia y goles en Asobal.

El técnico sinfinista no hace distinciones: «Les transmito lo mismo que intentaría enseñar a cualquier otro. Hay ciertos fundamentos que todos deben entrenar asiduamente durante todo el año, sobre todo en pretemporada». A Garabaya, que esta temporada debuta en los banquillos de Asobal como técnico principal, no le ha costando comenzar con un vestuario joven. «La gente joven es muy fácil de motivar porque tiene mucha energía y muchas aspiraciones». De todos modos, el técnico reconoce que se encontró «con un equipo de más calidad de la que esperaba»: «He querido transmitirles ese punto de autoconfianza de que tienen calidad suficiente para jugar en Asobal».

El benjamín es Marcos Domínguez. El central ha estado convocado en los seis partidos y ha marcado dos tantos. «Es muy diferente a lo que había hecho hasta ahora, porque es un ritmo de juego mucho más alto y hay que estar todo el partido con todos los sentidos puestos». Su receta para no desentonar enAsobal es sencilla: «Hacer lo que mejor me sale, no precipitarme y tirar a lo seguro para ir poco a poco cogiendo el ritmo y confianza».

El central considera que ha mejorado «mucho, sobre todo en cuanto a las tomas de decisión, a la hora de marcar jugadas y no hacerlo porque sí, sino teniendo en cuenta cómo va el partido». Apenas unos meses mayor es el pivote Pablo Rama. En su caso, al cambio de nivel añade la «diferencia también en el físico y en la calidad de los rivales. También, además de la velocidad, el juego es más colectivo». «Es una gran suerte tener a Rubén Garabaya como entrenador», reflexiona, ya que como él mismo «jugó de pivote.Es tener no solo a un entrenador, sino a un referente en el rol que intentas desempeñar». El santanderino se ilusiona tras pasar de «ver los partidos en la grada a estar en la pista»: «Estar aquí, para mí, es un regalo». El lateral Jacob Díaz no esconde que aspiraba a jugar en Asobal, pero «no esperaba que fuera a llegar tan pronto». Tiene claro que el camino pasa por «escuchar todo lo que dicen los compañeros y el cuerpo técnico, porque si te paras a escuchar aprendes de cualquiera de ellos».

Ángel Basualdo, Gustavo Alonso, Sergio Rubio, Leo Alonso e Isra Marín ya son más veteranos en el vestuario sinfinista, aunque no ha sido hasta la llegada de Garabaya cuando han empezado a disfrutar de minutos de forma regular. Salvo Gus Alonso, que está en la ultima fase de recuperación de una lesión, e Israel Marín, el tercer portero. Leo Alonso valora mucho esta temporada. «Puedo demostrar mi potencial gracias a la confianza que me está dando Garabaya». Para Rubio también es el curso con más minutos: «Cuanto más juegas, mejor lo haces, y si te presionas demasiado eso puede tener un efecto contrario». Los canteranos mejoran jornada a jornada y eso se debe, según Alonso, «en gran parte a Garabaya, que nos guía y nos dice como hacer, y a jugadores como Lon, Berto o Diego, que ayudan corrigiéndonos».

Ángel Basualdo resume el sentir general de sus compañeros: «Ya no tengo la presión de ser un cambio más. Sé que si lo hago mal a la primera, tengo en la siguiente jugada otra oportunidad y eso te da seguridad».