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Albert Postils
Barcelona
Viernes, 2 de diciembre 2022
Lo del Sinfín en el Palau fue un suplicio, como era de esperar. El cuadro cántabro, que acumula diez encuentros sin conocer la victoria, completó en su visita al todopoderoso Barça un episodio sombrío, en el que casi no compitió ante la escuadra blaugrana. Con ... la enfermería a rebosar y una penitencia a cuestas de nueve partidos seguidos sin ganar, los muchachos de Rubén Garabaya solo transformaron siete goles en un primer tiempo tétrico. El vía crucis, que no parecía tener fin, fue insoportable para un conjunto que ni siquiera compareció y que deberá olvidar rápido para afrontar el trascendental duelo ante Guadalajara.
Barça
Emil Nielsen (-), Carlsbogard (3), Hampus Wanne (5), Blaz Janc (6), Artur Parera (2), Domen Makuc (2), Richardson (8) – siete inicial- Pérez de Vargas (-), Dika Mem (2), N'Guessan (-), Petrus (-), Martí Soler (4), Luka Cindric (3), Langaro (1), Pablo Urdangarín (3) y Luis Frade (4).
43
-
19
Sinfín
Ernesto Sánchez (-), Gustavo Alonso (1), Marcos Aguilella (4), Diego Monzón (2), Ángel Basualdo (1), Perbelini (1) – siete inicial – Nico Bono (3), Marcos Domínguez (-), Alberto Pla (1), Jacob Díaz (-), Óscar García (2), Herrero (-) y Pablo Rama (1).
Parciales 3-1, 8-4, 12-4, 15-4, 17-5, 22-7 (descanso), 27-9, 31-11, 32-13, 35-14, 39-17, 43-19 (final)
Árbitro Víctor Navarro Baquero y Fernanda Espino Guerra
Bastó con ver el siete inicial para comprender la fragilidad que lo atormenta. El veterano Renaud-David empezó de corto a pesar de todo. De tener un aterrizaje de urgencia en el Sinfín. De llevar tres meses sin equipo, entrenando en el gimnasio, esperando la llamada de algún equipo para volver a sentirse jugador.
La titularidad del jugador francés no fue la coartada, solo un síntoma. Porque el desbarajuste fue generalizado. Empezando por el ataque, con un Sinfín que terminó el primer tiempo con un gol en nueve lanzamientos desde los nueve metros. Con Perbelini cayéndose solo con el balón en la mano. Con un Nielsen que paraba balones con una suficiencia estremecedora. Y con los palos como enemigos. Parte de esta inoperancia también procedió del islote en el que se convirtió Herrero, prácticamente inédito.
El trote del capitán, al que le contemplan 45 años, fue otra estampa de las limitaciones del cuadro santanderino. Solo entró cuando el equipo atacaba y en las carreras hacia el banquillo para cambiar a fase defensiva parecía que sus rodillas podían decir basta en cualquier momento.
Tal vez lo más descorazonador fue contemplar a Garabaya desde el área técnica. Impasible ante la previsible hecatombe. Alternando manos en los bolsillos con brazos cruzados. Quizás el estoicismo fuera la única manera de soportar el chaparrón.
Si el ataque fue estéril, la defensa no resultó mejor. El Barça llegaba por el centro y por los extremos. Con posesiones más largas y con jugadas puramente individuales. Pero una imagen bien pudo resumir el desempeño en la retaguardia: en pleno repliegue, Pablo Rama pensó que era una buena idea dirigirse al banquillo para efectuar el cambio.
Antes de hacérsele eterno el partido, al Sinfín ya le sucedió lo propio con el primer tiempo. Con solo cuatro goles en su haber pasados los primeros 25 minutos, Aguilella salió al rescate con un tanto de penalti que en realidad solo ponía un poco de maquillaje a la paliza (22-7).
El cuadro santanderino, que terminó convirtiéndose en el equipo más frágil que ha pasado por el Palau Blaugrana, solo pudo tirar de inercia en el segundo tiempo. También de las manos de Mohamed Aly, cuyo nombre de ecos legendarios hizo efecto. Las paradas del meta egipcio, la mayoría entre el milagro y la magia negra, fueron el sostén de un Sinfín que no paraba de mirar el reloj.
Al menos, los pupilos de Garabaya lograron un mejor parcial con respecto a la primera parte. Ese fue el único consuelo posible para un equipo alicaído, atrapado en una cadena incesante de partidos seguidos sin vencer y al que aguarda en el horizonte una final ante el Cívitas Guadalajara.
«Muerte es quedarse solo, mudo y quieto, y no poder gritar que sigues vivo». Gloria Fuertes lo dejó escrito en uno de sus poemas, pero bien podría servir para capturar el momento existencial del Sinfín, necesitado de una reacción inmediata para poder salir del descenso.
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