El Bathco da la cara en el Palau

Se vio obligado a parar el cronómetro Mozas para cortar un intercambio de golpes con ataques muy cortos en el que los locales propinaron muchos y recibieron pocos. Ni siquiera las buenas intervenciones de Murillo Araújo en el amanecer del envite dieron a sus compañeros la opción de alargar la intriga de una película en la que todos eran conocedores del desenlace. A gol por minuto se manejó un equipo que encontró y castigó todas las rendijas que dejó la muralla naranja, con problemas a la hora de frenar la circulación del balón en las manos azulgrana.

La pizarra cántabra intentó modificar su defensa en 6-0 saltando a los lanzamientos exteriores, donde la envergadura de la primera línea dirigida por Antonio Carlos Ortega fue un factor desequilibrante. Sí encontró el entrenador visitante en Isidoro Martínez la movilidad y el descaro buscado para recortar distancias superado el ecuador de la primera mitad (12-7, minuto 16). El joven central leonés ni siquiera se arrugó ante colosos como Thiagus Petrus o Melvyn Richardson, lo que le valió la ovación de sus compañeros, quienes, además, se sumaron a la fiesta con las paradas de Murillo Araújo y la fiabilidad de Martí Villoria desde el punto de penalti. Con apenas tres goles de margen para el Barça (17-14) se llegó al descanso.

Una insolencia que provocó la feroz e inmediata reacción por parte del gigante del balonmano español. Un parcial 11-3 firmado por los muchachos de Antonio Carlos Ortega volvió a poner un abismo de por medio entre azulgrana y naranjas. Echó el cerrojo el argentino Leo Maciel en la meta anfitriona, Dika Mem sacudió el látigo acaparando el intervalo entre la zona del pivote y la del lateral y Aleix Gómez aprovechó sus minutos en el extremo abriendo una herida que ya fue incapaz de cerrarse (29-19, minuto 40). Mención especial merece la actuación de la estrella parisina con su inagotable capacidad de anotar y doblar balones a sus pivotes apuntando una excelente toma de decisiones. Quiso, sin éxito, Álex Mozas detener la ráfaga de golpes propinada a un púgil que se sintió zarandeado y acorralado, justo en ese momento previo que se vive siempre antes de tirar la toalla.

El último cuarto de hora sirvió para seguir sumando minutos de calidad en un lado y goles en el otro. Porque incluso con el Barça desatado, el plantel torrelaveguense tuvo momentos de juego brillantes. La pareja de centrales rayó a un gran nivel y Jaime Gallego nunca se arrugó ante una primera línea rebosante de talento, centímetros y kilos. También en la portería Urrutia dio continuidad a la buena labor de Murillo Araújo.