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Cantabria regresó del Campeonato de España con dos bronces juvenil y cadete masculinos en la Copa que dejan a la delegación, en palabras de su director técnico, Rodrigo Reñones, «relativamente contenta, sobre todo por el buen trabajo que hemos hecho durante la preparación». Sin embargo, ... a tenor de los resultados, el máximo responsable del área deportiva de la territorial añade que, «en líneas generales, tenemos que mejorar». Además de las medallas, las selecciones juvenil femenina e infantil masculina se hicieron con el quinto puesto de Copa, mientras que las cadetes e infantiles se clasificaron sextas.
Cantabria puso rumbo a Cataluña, sede del torneo, con los objetivos de ascenso o de medallas, que finalmente se han quedado en parte por el camino. «Tenemos que conseguir no solo competir durante una parte del partido, sino aguantar durante todos los minutos».
El entrenador cántabro se puso al frente del área deportiva el pasado abril con la intención de darle un impulso a las selecciones cántabras y a las jóvenes promesas del balonmano de la comunidad autónoma. «Los últimos meses yo he sido el responsable y creo que hay todavía mucho margen de mejora por delante». Las seis selecciones -infantiles, cadetes y juveniles tanto masculinas como femeninas- disputaron la Copa, «una competición dura» dadas sus características, ya que «son muchos partidos en pocos días y, lógicamente, unos salen mejor y otros, peor», concluye Rodrigo Reñones. Ese último enunciado del director técnico refleja lo sucedido a los juveniles que dirige Juan Domínguez y a los cadetes de María Lanza. En ambos casos, una derrota en la primera jornada los dejó sin opciones de jugar el ascenso al campeonato.
Ambos seleccionadores reconocen el varapalo que supuso para ambos no arrancar la competición con victoria. «Empezamos jugando contra Castilla y León (42-28)», explica Juan Domínguez. «Lo teníamos bien preparado y nos veíamos con muchas opciones. Es más, comenzamos el partido con muy buenas sensaciones, pero en la segunda parte nos encontramos con una selección muy bien preparada físicamente y nos fueron desgastando». En el caso de los cadetes, su debut fue ante Asturias (30-35). María Lanza reconoce que «no empezamos muy bien y no sé si fue por el miedo o por la presión».
A partir de ese momento tocó recomponerse. Los juveniles de Domínguez fueron «superando partidos con victorias, aunque en el cruce que marcaba el pase a la final de Copa tropezamos con Navarra, una de las selecciones más fuertes». Los cadetes de Lanza «supieron rehacerse tras perder las opciones de jugar el ascenso por un solo gol y fueron ganando confianza hasta conseguir competir de tú a tú, sin miedos ni complejos».
Al final, juveniles y cadetes subieron al tercer cajón del podio para vestirse de bronce y dejaron, además, una lección de resiliencia: «la empatía y generosidad de los jugadores por el beneficio común», apunta Domínguez, y «la capacidad de sobreponerse y adaptarse a los nuevos objetivos de los cadetes», concluye Lanza.
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