La huella de Juan de Dios

Se trasladó a Madrid a comienzos de los años sesenta para cursar sus estudios de Magisterio, Educación Física y Filosofía y Letras, que dieron paso a su faceta de entrenador de balonmano en el Colegio Jesuita de Chamartín.

Desde 1971 hasta 1985 se hizo cargo del banquillo colchonero, logró cinco ligas y cinco copas en dura pugna con el Barça, el Calpisa y el Granollers y llevó al Atlético a una final de la Copa de Europa, un hito hasta entonces inalcanzable para el balonmano español. Tuvo a sus órdenes a Alberto Urdiales, llegado después de aquellos duelos ante la Metaloplastika de Veselin Vujovic.

Después llegó a los Hispanos, que aún no se llamaban así, y fue construyendo lo que después sería aquel gran equipo que, excepto el oro olímpico, lo ganó todo. Llegaron las platas en los Europeos de 1996 y 1998, el bronce continental en 2000, y especialmente los bronces olímpicos de Atlanta 96 y Sidney 00.

Tras la cita olímpica cedió el puesto de seleccionador a César Argiles para desempeñar funciones de comentarista en TVE al lado de Luis Miguel López, pero volvió a los banquillos para construir junto al cántabro José Antonio Revilla el gran Ciudad Real de principios de siglo, financiado por el empresario Domingo Díaz de Mera. En 2005, tras perder la final de la Liga de Campeones frente al Barça, le sustituyó el extekista Talan Dujshevaev.

Ya en 2008 se convirtió en presidente de la Federación Española de Balonmano, con el cántabro Enrique Villa en su equipo, en una época en la que los Hispanos ganaron su segundo título mundial. Su último servicio al balonmano.

«Fue un maestro», explica Alberto Urdiales. «Para mi ha sido una persona muy grande; un amigo que me vino a buscar para ir a jugar a su Atlético, donde pasé unos años maravillosos gracias a él. De cara al balonmano es uno de los que ha marcado su evolución».

«A todos los niveles ha sido un referente», añade Julián Ruiz. «Tengo un recuerdo muy cariñoso; siempre he recordado cuando siendo juvenil vino a mi casa y habló con mis padres para llevarme a jugar a Madrid. Recuerdo un clinic que dio en Santander, con el pabellón del Pereda abarrotado. A todos los niveles ha sido un referente. Introdujo métodos y conocimientos en nuestro deporte, sin lugar a dudas ha sido nuestro mejor maestro», explica el de Pero Niño.