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Las medallas olímpicas tienen un efecto casi inmediato y bastante duradero en el tiempo en aquellos que las ganan. Su cara irradia felicidad. Aunque es algo extraño. Porque el propio protagonista reconoce que aún no es consciente de la dimensión de lo que significa ese ... trozo de metal unido a una cinta. Ángel Fernández (Astillero, 16 de septiembre de 1988) cumple a la perfección con ese manual de sensaciones que trae consigo un premio que pone a uno en la historia de su deporte. En su caso una medalla de bronce que, por cierto, pesa una barbaridad. En su primera experiencia olímpica, el 'abuelo' de la representación cántabra en Tokio no duda en señalar que «merece la pena cada segundo en la villa y en cada partido» en unos Juegos.
-¿Cuántas veces ha mirado esa medalla de bronce?
-Es un sentimiento raro... (sonríe). Me encanta mirarla, pero no quiero excederme. Es como si fuese un tesoro, tan valioso...
-¿Ya se cree que es medallista olímpico?
-De momento, no. Sigo sin creérmelo. Y sigo sin darle el valor que tiene a lo hecho. Pasa algo parecido con un Europeo o un Mundial. Como todo va tan rápido, en pocos días te vas con tu club y se olvida. Esos campeonatos conciernen solo al mundo del balonmano. Pero esto es mayor. Esto concierne a todo el deporte español y mundial. Es una responsabilidad mucho mayor para conseguir una medalla. En la villa, veías donde estaban otras delegaciones que había 'contadores' de medallas. Y tienes esa presión de sumar una para España.
-¿Cómo ha sido la estancia en la villa? ¿Ha sido todo tan restrictivo?
-En la villa podías hacer lo que quisieras, aunque siempre con la mascarilla y el gel hidroalcohólico. Para la competición, sí íbamos solo al pabellón y vuelta. En una ciudad a la que llegamos para habituarnos al 'jet lag', nos rodeaba gente por todas partes. La burbuja era real. En ese sentido, los Juegos han sido un compromiso de Japón. Pero en la villa sí podíamos estar con los atletas de otros países. En el comedor estábamos separados por biombos, lo que no dejaba de ser un poco extraño, porque podía ser un rival que te encontrases en la pista ese mismo día. Y además, nos hacíamos una PCR todas las mañanas.
-¿Qué había en la villa olímpica?
-Había tiendas para comprar 'merchandising', pequeños supermercados para comprar aquellas cosas que pudieras necesitar, tiendas de patrocinadores, una zona recreativa y el gimnasio.
-¿Tuvo ocasión de hacerse foto con algún deportista famoso?
-A mí me hacía mucha ilusión una foto con Rafa Nadal. Pero como no fue a los Juegos, los siguientes de mi lista eran los hermanos Gasol. Con ellos sí pude hacerme una foto. Y también otra con Kevin Durant. Aunque esa fue un poco por presión. Como todo el mundo quería hacerse una foto con él, pues también me la hice yo. Y el último día, también tengo una foto con la selección española de fútbol.
-¿Merece la pena tanto esfuerzo por esa medalla?
-Totalmente. No me arrepiento de lo que me ha costado llegar a unos Juegos Olímpicos. Es una competición a la que solo llegas si eres campeón de Europa -nuestro caso-, campeón del mundo o ganas un preolímpico durísimo. Pero merece la pena cada segundo en la villa olímpica, cada segundo de cada partido. Y encima, venimos con la medalla. Todo ha salido a pedir de boca.
-Además, una medalla que sirve para despedir a una generación histórica, con Raúl Entrerríos a la cabeza...
-Que algunos de los mejores jugadores de la historia del balonmano español hayan acabado su ciclo con la selección de esta forma, es el broche perfecto. Y que Raúl haya terminado así su carrera, anotando el último gol del partido para ganar una medalla de bronce... Es el final perfecto. Ha tenido una gran suerte.
-Usted ha sido otro de los jugadores destacados de los Hispanos en este torneo olímpico...
-Sabía que iba a ser importante en el equipo, porque estaba solo en mi posición -extremo izquierdo-. Creo que he hecho un buen campeonato, aunque no excepcional, como fueron el último Europeo o el Mundial. En el partido ante Francia -perdimos por 36-31- me pasó factura el cansancio. Llevaba en la cancha una hora más que mis compañeros. En el siguiente partido, ante Argentina, me dieron descanso.
-¿Tiene ahora vacaciones para descansar?
-Casi nada. Porque el lunes empiezo la temporada con el Barcelona. De aquí en tres semanas, jugamos el primer título, la Supercopa de España -que precisamente se celebra en Torrelavega- ante el Ademar de León. Este verano habré tenido once días libres, y no seguidos. Y son dos años ya sin vacaciones. Esta temporada va a ser larga... Pero los grandes estamentos miran por su economía, por su negocio, y no por la salud de los deportistas.
-¿Hay miedo a una lesión por tanta acumulación de esfuerzos?
-A los Juegos ya llegamos con cuatro jugadores lesionados y yo creo que dos de ellos era por esa acumulación de partidos. En mi caso habrá que ir viendo cómo el entrenador nos maneja esos tiempos de descanso. Es que en Tokio hemos jugado ocho partidos en 15 días. Eso es una brutalidad.
-Ha cambiado el Kielce polaco por el Barcelona, el equipo que domina sin oposición el balonmano español. ¿Cómo va a ser jugar en ese club?
-Pues no lo sé. Ya se lo diré. Será la misma presión que había en Polonia. De nuevo hay que optar a todo, ya que es un equipo que ha ganado todo en las últimas temporadas. El objetivo es ganar lo máximo. Allí, en Polonia, a nivel de Liga hay algo más de competencia, con otro equipo. Pero en el Kielce también se contaba con ganar la Liga. Aunque aquí también hay que dar mérito a lo que hace el Barça en la Liga Asobal.
-Para los Juegos de París no queda tanto. ¿Se ve Ángel Fernández con la selección allí?
-Claro que me gustaría pelear en este cambio de ciclo de la selección. Coger más responsabilidades en el equipo y estar en París. Para mí, es un objetivo prioritario estar con la selección. A ver cómo se da este cambio generacional. Y luego, a ganarse la plaza para los Juegos.
SOMOS BRONCE OLÍMPICOOOOO!!!!!!!! #Hispanos 🇪🇸🇪🇸🇪🇸🇪🇸 @RFEBalonmano pic.twitter.com/G9BDtF0yfc
Ángel Fernández (@Angel_F32) August 7, 2021
-Por lo que se ha visto en Tokio, la igualdad es máxima entre muchas de las selecciones...
-Sí es cierto que a nivel europeo, hay diez o doce equipos que pueden ganar a cualquiera. Y si a ellos se les suman Túnez, Egipto, Brasil, Argentina... Y hay campeonatos en los que te tienes que pegar con todos. Quizá Francia y Dinamarca están un poco por encima. Son batibles, pero quizá tienen más jugadores de ese altísimo nivel que el resto.
-¿Para quién es esta medalla?
-Para mi familia, para mis amigos de toda la vida, para mi novia y su familia, que me aguantan bastante (risas). Se la quiero dedicar a quienes han estado conmigo todos estos años y se han interesado por mí en los buenos momentos, pero sobre todo en los malos.
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