El carisma es esa energía invisible con efectos visibles que rezuman los poros de Martí Villòria (Barcelona, 1998). El extremo derecho del Bathco Torrelavega es capaz de llenar el Vicente Trueba con energía positiva, ganar la atención de los presentes y, una vez conseguida, transferirles ... su entusiasmo. Pero Villòria, también, es una mente fría al servicio de un corazón caliente. Desde los siete metros, el catalán -segundo máximo anotador naranja de esa distancia con una efectividad del 82%- no falló en el último minuto del partido ante el Viveros Herol Nava para arañar un punto en tierras segovianas que «es aire fresco».
-¿Se encontraron en Nava el partido que esperaban?
-Fue justo como esperamos. Sabíamos que iba a ser así. Claro que nosotros teníamos que ganar, pero ellos tenían la misma intención porque llevaban una dinámica de cinco partidos perdidos. Era el momento de liberar la tensión acumulada y toda la presión que conllevaba el llegar a estas alturas jugándose la permanencia. También es cierto que estábamos más tranquilos porque sabíamos que los resultados del día anterior nos habían acompañado -no ganó ninguno de los implicados en la zona baja de la tabla- y eso te tranquiliza porque sabes que si sumas estás un poco más cerca del objetivo.
-Ayuda rebajar la presión.
-Al ser un equipo joven, estar ahí abajo pesa. Si ya pesa a cualquier otro, en nuestro caso, dada la juventud del vestuario, más. Así todo no te vienen las dudas porque al final confiamos mucho tanto en el grupo que formamos como en el sistema. Por ejemplo, ante el Ciudad de Logroño jugamos como sabemos: sin presión y yendo a por todas. Después, que sea lo que Dios quiera. Así todo, cuando ganas, luego todo sale rodado y juegas liberado.
-El aspecto mental es determinante en estos momentos.
-Absolutamente. Es 99% mental. En cualquier equipo profesional es una parte fundamental del trabajo el manejo de la presión y aprender a cohabitar con ella. A gestionarla.
-Con el empate ante Nava (26-26) parece que han capeado el descenso directo.
-De momento solo podemos hablar virtualmente, pero se tendrían que dar circunstancias muy extrañas -los naranjas tienen ganada la diferencia de goles al Unicaja Banco que marca la frontera con la pérdida de la categoría y los santanderinos tienen que jugar contra el Barcelona a falta de cuatro jornadas-. Así todo nosotros somos precavidos y no vendemos la piel del oso antes de cazarlo. Este punto es aire fresco. Hay que ser sinceros y reconocer que nos da aliento.
-Hay que llenar los pulmones para lo que viene con Bidasoa y Granollers en el Trueba y las visitas a Cuenca y Puente Genil.
-La gente que igual no sigue tanto el balonmano hace unas semanas te veía octavo o noveno y pensaba que esto ya estaba hecho. Sabíamos desde el principio el calendario que tenemos y que, además, es más complicado que el de otros rivales directos por la permanencia. Hemos tenido siempre claro que, cuanto antes sacásemos los puntos, mejor, porque jugársela fuera de casa siempre es complicado. Así todo, ahora mismo ante cualquier equipo que no está ni arriba ni abajo en la clasificación y se queda un poco descolgado sin un objetivo claro porque está muy lejos de puestos europeos y salvado, se pueden sacar los puntos. Al final, es una cuestión de lo que la gente se está jugando. Sí que se puede intentar rascar puntos.
-¿Qué les está pesando más la juventud del vestuario o ser los novatos de la categoría?
-Diría que hay de ambas. Somos un equipo joven que nos vamos adaptando a Asobal poco a poco, y luego como novatos también hay una vertiente buena y una mala. Es decir, por un lado tienes la suerte de que los primeros meses no te conocen. Sí que pueden tener conocimientos aislados y básicos, por ejemplo, de como juega Gonzalo Porras -el experimentado pivote naranja que llegó a Torrelavega desde Benidorm previo paso por el Granollers- o cómo juegan los equipos de Álex Mozas, pero tienes a tu favor el factor sorpresa, ya que los entrenadores no han acabado de analizarte globalmente, como conjunto. Luego, acaba desapareciendo esa capacidad de sorprender, pero se contrarresta con lo que hemos ido ganando en madurez y seguridad durante ese tiempo.
-No solo el equipo, también a nivel individual se ve que ha evolucionado.
-He tenido la suerte de que esta es la primera vez que disputo una temporada completa en Asobal -en Alcobendas y Cangas jugó seis y siete partidos, respectivamente- y he aprendido en un equipo con un vestuario muy fácil y muy acogedor. Cada vestuario es un ecosistema diferente, pero aquí en Torrelavega estoy a gusto. Además, cuando estas así en tu grupo de trabajo y este se convierte en un grupo de amistades, es magnífico, porque tu hobby se convierte en tu trabajo. También tenemos la suerte de contar con un bloque de gente más veterana como José Carlos Hernández -capitán del Bathco-, Léo Renaud-David -lateral izquierdo que llegó en el mercado de invierno al Bathco- o Mile Mijuskovic -portero naranja que ocupa el arco torrelaveguense tras la lesión de Elcio Carvalho -. Es chulo apoyarse en ellos y sacarle provecho a toda la experiencia que tienen acumulada durante años.
-Con una efectividad del 82% desde los siete metros. Cuénteme, ¿cuál es el secreto?
-He perdido la cuenta de cuantas veces hemos entrenado los siete metros. Diría que infinidad. El lanzamiento mecanizado está, pero también es un ejercicio de tranquilidad, de que bajen las pulsaciones, de confiar en tu lanzamiento y en ti. Los siete metros son más un juego mental que deportivo.
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