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Cuando el Sinfín fichó a Silva, no sabía en qué embrollo se estaba metiendo. O nadie le advirtió. Pero cuando esta noche salga al parqué del pabellón Anaitasuna la hoja de partido mostrará la ausencia, esta noche también, de Luciano Silva. El lateral brasileño, refuerzo ... sinfinista de invierno en su carrera por la permanencia, pero de momento tiene que ver los partidos en la grada por un embrollo contractual y de licencias que no termina de resolverse y ya exaspera al jugador. Todo porque las Federaciones Europea e Internacional no se ponen de acuerdo en quién debe cobrar el tránsfer, así que el de Pamplona será ya el tercer compromiso que se pierde.
Parece ser que nadie tiene a bien decirle al Sinfín dónde depositar el tránsfer para recibir la licencia de inscripción. Mientras, el club paga a un jugador que no puede alinear y al que se niega su derecho al trabajo. «Es inaceptable que las organizaciones internacionales y europeas de balonmano sean incapaces de resolver un problema como este. Mientras tanto, tengo que esperar para hacer mi trabajo», se lamentaba esta semana Luciano.
Anaitasuna
Juan Bar, Kisselev, Marco, Edu Fernández, Bazán, Albizu, Ganuza, Gastón, Martinovic, Torriko, Aitor García, Xavi González, Redondo, Arzoz, Elustondo, Bonanno.
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Sinfín
Gercar, Marín, Pardo, Marc López, Tioumentsev, Bohm, Aguilella, Basualdo, Marcos Moreno, Marcos Domínguez, Gustavo Alonso, Sherif,Luis Pla, Monzón, Lon.
Cancha: Pabellón Anaitasuna,21.30 horas.
Árbitras: Tania Rodríguez Estévezy Lorena García Gil.
EHF e IHF han convertido el mercado en un cambalache mientras la Federación Saudí mira hacia otro lado mientras sostiene que el asunto no va con ella. El club santanderino sostiene que a principios de año llegó a un acuerdo con el lateral, que llegaba libre después de rescindir su contrato con el Al- Hada. Todo claro: había que pagar el tránsfer, pero cuando se dispuso a inscribirle se topó con un problema. La documentación -no está del todo claro si la federativa, la del jugador o todas ellas- señala que el lateral es jugador del Benfica, club del que se desvinculó el verano pasado. ¿Por qué? Porque llegó a la entidad saudí como cedido, de modo que al terminar -antes de tiempo- el préstamo sus derechos seguían siendo del Benfica. Todo claro, entonces. Bastaba con pagar a la EHF a través de Federación Portuguesa. Eso debieron pensar -aparentemente- en La Albericia. Pero no. Porque Silva ha se había desvinculado del Benfica meses antes, de modo que el caso, el de un jugador procedente de Arabia Saudí, excedía su ámbito territorial. Lo que ningún organismo contesta, al menos hasta el momento, es a quién ha de pagarse la ficha.
¿Cómo es posible una situación tan rocambolesca? Según el Sinfín, por un error ocurrido hace unos meses. Silva jugó la temporada pasada como cedido -entonces sí- en el Ciudad de Logroño. De hecho, su préstamo iba a ser en principio de año y medio, pero se dio por concluido mucho antes. Tras dejar La Rioja el jugador llegó a un acuerdo para firmar con el Al-Hada ya, según sostiene, como agente libre, pero se le inscribió como cedido. Cuando este invierno terminó también su relación con los saudíes para regresar a Asobal era, o eso creía, de nuevo agente libre.
Así le fichó el Sinfín, que ejerce como parte contratante en el embrollo legal. La primera parte, el Benfica, ya no tiene relación con él, según se ha hecho saber. Y la segunda tampoco. O al menos eso parece, porque el Sinfín no ha recibido respuesta ni de una ni de la otra, el tiempo pasa y sigue sin tener la documentación para inscribir al jugador: Silva no puede alinearse y un Sinfín en economía que siempre se agarró teóricamente a una economía de subsistencia debe asumir a un jugador con el que no puede contar en un momento crítico de la temporada que pone incluso en peligro la continuidad del brasileño.
Mientras, los de Rubén Garabaya, que acaban de abandonar el último puesto deben visitar sin el que aspiraban que fuera un refuerzo diferencial la visita al Anaitasuna, del que le separan once puntos, en esa contrarreloj que protagonizan para evitar el descenso o, al menos, el descenso directo. En especial porque el Sinfín no sabe o nadie le dice a qué ventanilla debe dirigirse para pedir el maldito impreso. Ante la duda, ha preguntado en todas, pero en ninguna le atienden.
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