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Marco G. Vidart
Santander
Domingo, 11 de agosto 2024, 12:54
Papá puede presumir aún de algo que no tienen sus dos hijos. Con aquella extraña denominación de Equipo Unificado, tras la descomposición de la Unión Soviética pocos años atrás, Talant Dujshebaev se hacía con la medalla de oro en los Juegos de Barcelona de 1992. Poco después de ser campeón olímpico, en diciembre nacía su hijo Álex. El embarazo privó del torneo olímpico a otro miembro imprescindible de la familia. Olga Duishebaeva, esposa de Talant, era portera y tenía todas las opciones de participar en esos Juegos de Barcelona. Pero el pequeño Álex ya estaba en camino.
Antes de poner fin a su trayectoria en Cantabria como jugador, en 1997, y ya nacionalizado como español -fue bronce en Atlanta'96 y Sídney 2000 con la selección española- llegó a principios de julio de ese 1997 el pequeño de los hijos del matrimonio, Daniel. La saga es cántabra de nacimiento, pero ciudadana del mundo de adopción, siguiendo a su padre primero en su periplo por Alemania antes de poner punto y final a su carrera como jugador en Ciudad Real en 2007. A eso le siguió su exitosa carrera como técnico, que inició en la ciudad manchega y que aún prosigue en el Kielce polaco.
Con padre y madre como consumados balonmanistas, no es difícil suponer que este deporte iba a estar metido desde la más tierna infancia en la cabeza de Álex y Dani. Aunque el matrimonio nunca 'empujó' hacia el balonmano a sus hijos, que probaron otras disciplinas antes de que se decantasen por el deporte que más se practicaba en casa. Criado en la cantera de Marianistas, en Ciudad Real, Álex debutó en las filas del equipo manchego, entrenado por su padre. Pero no tardó en volar solo. Naturhouse La Rioja, Balonmano Aragón, Atlético de Madrid... De ahí al Vardar macedonio, en el que pasó cuatro temporadas. Desde 2017 forma en las filas del Kielce polaco, donde se reencontró con su padre.
Español, polaco, inglés, ruso... Y también algo de macedonio y serbocroata. La mente de Álex Dujshebaev da para mucho. Pero sobre todo, para liderar el ataque con una visión de juego que le convierte, para muchos, en el mejor balonmanista del mundo. El santanderino es de esa opinión de que un gol hace feliz a un jugador, pero una asistencia hace felices a dos. Y así es de los que prefiere pasar el balón para que un compañero marque. Aunque no duda un segundo en lanzar con su zurda. Suyo fue el último tanto que selló el bronce ante Eslovenia. «Todo lo hace bien: uno contra uno, lanzamientos…». Una leyenda de este deporte, como el danés Mikkel Hansen, calificaba así al cántabro tras la victoria danesa (23-26) en el último Mundial, en 2023.
El líder de los Hispanos pasa, lanza, y también manda. En los tiempos muertos de los encuentros, aparte del seleccionador, Jordi Ribera, es al que más se le escucha dar consignas y arengar a sus compañeros. Con el de ayer, Álex empata a bronces con su ilustre padre. A buen seguro que el mayor de los Dujshebaev sigue teniendo entre ceja y ceja derribar el gran muro para los Hispanos. El llegar a una final olímpica.
En marzo de 2021, una noticia sacudía a la selección española de balonmano. Dani Dujshebaev se rompía el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. A pocos meses de los Juegos de Tokio, el jugador del Kielce debía decir adiós a su debut olímpico. La sensación, por desgracia, era conocida para el menor de la saga. En enero de 2019, en un partido intrascendente del Mundial de ese año ante Alemania, sufrió la misma lesión. Y en la misma rodilla.
Las lesiones han puesto a prueba la carrera de un portento del balonmano que cumple mucho más que bien en todas las facetas del juego. Sus primeros pasos los dio en los mismos lugares que su hermano Álex, primero en los Marianistas y luego en el Ciudad Real. En 2013, los casi dos metros llenos de talento del menor de los Dujshebaev (1.97) no pasaron desapercibidos para el gran trasatlántico del balonmano español, el Barcelona. Pero Dani no cuajó en las filas del conjunto culé. No se estableció de forma definitiva en el primer equipo.
Así que en 2017 fichó por el Kielce polaco de su padre y su hermano Dani. Los dos hermanos se adoran. «Lo de mi hermano Dani es increíble», apuntaba el mayor tras la recuperación para volver al máximo nivel sobre el pequeño tras las dos lesiones de rodilla. «Mi hermano Álex es el mejor del mundo», apunta el más joven sobre el mayor. Hermanos y compañeros de habitación en las concentraciones, para Dani ha llegado en forma de medalla de bronce el premio a tanto trabajo mezclado con sufrimiento.
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