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Lydia Blanco (Santander, 2002) llegó al balonmano siguiendo los pasos de su hermana mayor Andrea y desde que entró en el 40x20 no ha dejado de crecer. La extremo izquierdo de Peñacastillo ha pasado de vestir del amarillo del Pereda a ser la única cántabra ... que juega en la máxima categoría del balonmano femenino español. La Guerrera júnior dejó Santander para ir al Aula Valladolid y de allí saltó en octubre del año pasado al Super Amara Bera Bera, donde «he crecido muchísimo y, aunque el camino ha sido duro», en cierta forma, ahora «he visto cosas en mí que hace tiempo no veía». Con las donostiarras, Blanco acaba de ganar la Copa de la Reina, mientras opositan a conquistar el Campeonato de Liga.
–Una Copa de la Reina para estrenar su palmarés personal no es un mal comienzo.
–Hasta ahora lo máximo que tenía eran las convocatorias con la selección española júnior y con la selección cántabra, pero ganar un título como una Copa de la Reina sigo sin asimilarlo. Realmente nunca creí que podría levantar un trofeo así.
–¿Cómo afrontó la fase final?
–Mentalmente ha sido duro en el sentido de que son tres días seguidos y vas acumulando tensión. Realmente, no puedes tomarlo como cuartos, semifinales y final ya que son tres finales en las que te lo juegas todo y no puedes evadirte.Un fallo te deja fuera. Desde que te levantabas por la mañana todas teníamos esa presión, pero la llevábamos muy bien porque sabíamos que queríamos la Copa y que la íbamos a conseguir. Deportivamente, sí es mucha carga física. Vas acumulando partidos y minutos. Además, tampoco descansas bien del todo por los nervios y la tensión que vas acumulando.
–Han ganado la final (32-24) a su exequipo, el Aula Valladolid, en un pabellón con más de 4.000 espectadores en las gradas.
–Me parece increíble lo que nos acaba de pasar al equipo y a mí. En ningún momento me llegué a imaginar en un punto como este de mi carrera. La fase final se disputó en Illunbe y ha salido totalmente redondo. Nunca había jugado en un pabellón con tanta gente y en todo momento nos hemos sentido muy arropadas.
–Salió de Santander en busca de nuevos retos en la máxima categoría y no le va nada mal.
–Cuando dejé el Pereda para ir a Valladolid tenía muy claro lo que buscaba. Para mí supone un reto ser capaz de mostrar mis capacidades en la Liga Guerreras Iberdrola y, en aquel momento, el juego del Aula se adaptaba muy bien a mis características. Quería crecer deportivamente y en ese momento yo no pensaba que en Valladolid podía ganar títulos, solo quería seguir mejorando para averiguar hasta dónde podía llegar.
–Y en octubre suena el teléfono. El Super Amara Bera Bera necesitaba cubrir la baja por lesión de la francesa Melinda Marie Louis y hace las maletas.
–Ha sido muy duro mentalmente. Aquí toda la gente que te rodea es increíblemente buena y juegan de una forma que tú te ves, en cierta forma, incapaz de reproducir. Ver a tus compañeras que son tan buenas y rinden a ese nivel hace que te exijas el doble, además de hacerte consciente de que tienes que trabajar mucho más para, al menos, intentar situarte a esa altura.
–Jugar en el José Antonio Gasca es un máster acelerado ¿Ahora es una Lydia diferente?
–Sí, sí. Totalmente. He aprendido muchísimo y mejorado tanto a nivel mental como físico. No he crecido solo a nivel deportivo en cuanto a técnica y táctica, también en madurez. La gente que te rodea te hace crecer deportivamente, pero eso se extiende también a tu vida personal. Soy una jugadora totalmente diferente y, también, una persona diferente. He aprendido a tener paciencia cuando ves que las cosas no salen y que por más que lo hayas entrenado o quieras hacerlo bien, no lo consigues en ese momento. Cuando eso ocurre tienes que confiar en el trabajo que has hecho previamente y en el que estás haciendo. Saber que saldrá y tener paciencia para no volverte loca. La solución no es tirar el balón e irte del entrenamiento, sino ser consciente de que llegará y esperar ese momento mientras trabajas.
–Es la única cántabra en la élite del balonmano femenino español ¿Se considera un ejemplo para las nuevas generaciones?
–No. Para nada. No me siento así, pero sí es cierto que me enorgullece haber llegado hasta aquí y saber que tengo compañeras o entrenadores de hace tiempo que, tras ganar la Copa de la Reina, me han escrito para felicitarme. Ser consciente de que gente con la que no coincides desde pequeña y ver que siguen, de alguna forma, dónde estás y lo que haces me ha sorprendido.
–Ya es oficial su salida del club al acabar la temporada. ¿Cuál es la siguiente parada?
–Yo quiero seguir en la élite y me veo capacitada. El objetivo es continuar en División de Honor Femenina. He visto cosas en mí que hacía tiempo no veía.
–¿Cómo qué?
–Soy una persona un poco insegura y necesitaba esa confianza en mí misma. Venir aquí y ver a gente tan buena, al principio te cohíbe, pero es un reto que te obliga a trabajar mucho y a creer en ti. He ganado en seguridad y en autoconfianza.
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