La Apebol inicia un nuevo curso

Por el estrado del recinto campanero desfilarán las catorce peñas que componen este año la Liga Apebol, una División de Honor que arrancará el 16 de marzo y que se prolongará hasta mediados del mes de agosto. Un total de 26 jornadas en las que Andros será el rival a batir, Peñacastillo el principal aspirante, Riotuerto, Camargo o Borbolla los que cuentan con más papeletas para hacer frente a los dos grandes y en las que el resto de partidas buscarán posicionarse de una manera positiva desde las primeras bolas.

Será el sorteo del calendario, el acto central de la gala de hoy, el que decida quién tendrá un inicio más duro, quién tendrá que mirar al final para enfrentarse a los grandes o, incluso, quién tendrá que empezar a hacer cábalas y mirar al cielo para cuadrar los posibles días de lluvia con sus boleras auxiliares. La distribución de las peñas en los bombos es un arte perfectamente estudiado, que pocos más allá de José Ángel Hoyos o Santi Guardo conocen bien y que determina que las peñas que coinciden en zona geográfica o en el mismo corro cubierto no puedan coincidir como locales.

Porque los bolos están así, si Ribamontán y Borbolla juegan a la vez en sus respectivas boleras el público se tendría que dividir y los asistente serían más escasos. Y eso que, en Liga y en determinadas boleras todavía se mantiene el interés. Por ejemplo en Las Fraguas, donde los grupos de mensajería de los aficionados recibirán, a eso de las 19.00 horas, las primeras fotos oficiales de Jesús Salmón con la elástica de Andros. En el Valle de Iguña la llegada del camargués ha aumentado todavía más la expectación creada por una peña que afronta su cuarto asalto a los cielos con la sensación de que, esta vez, la única resolución posible es ganar.

Para impedirlo estará, por ejemplo, Peñacastillo, que hoy también presenta en sociedad a su último fichaje, Mario Pellón, una joven promesa, cada vez menos promesa y cada vez más realidad, que da el salto de la Carmelo Sierra a Cañas con la necesidad de ser importante en un conjunto que si algo ha demostrado en los últimos años es que juegue bien o juegue mal es un animal competitivo.

La Gala de Apebol servirá también como carta de presentación del curso para las autoridades, empezando por el presidente de la entidad, Fernando Soroa. No estará, sin embargo, el presidente de la Federación Cántabra, Norberto Ortiz, que asistirá a otra gala, en este caso la de presentación de las Ligas Regionales de pasabolo tablón, colocada en la misma fecha y a la misma hora en una demostración de que, últimamente, los bolos provocan más disidencias que encuentros.

Ausencias aparte, junto al calendario liguero se sortearán los cruces de la Copa Apebol, un torneo a medio camino entre pretemporada y temporada en el que las partidas empiezan a ponerse serias a medida que avanzan rondas. El torneo ha perdido caché en los últimos años, en concreto desde que la pandemia se llevó por delante las jornadas de El Corte Inglés, un escaparate que nadie ha sabido recuperar y que suponía que la familia que entraba al centro comercial a comprarse una chaqueta o una tableta de chocolate veía, aunque no quisiera, veía madera caer.

Ahora la competición, cuyas dos primeras rondas se disputan en las boleras particulares de los conjuntos que primera salgan en el sorteo, se dirime en la Marcelino Ortiz Tercilla de Cueto, un recinto tan bueno y bonito para jugar a los bolos como diferente al instalado en El Corte Inglés. La Copa Apebol ha pasado a ser humana. Una más.

Con todo, lo de hoy será una fiesta. Una tarde de reencuentros, de fotos, de sonrisas y de un ágape final en el que empezar a preparar estrategias, amedrentar rivales, siempre en el buen sentido. y en el que recordar entre todos que, pese a sus problemas, los bolos todavía gozan de buena salud. Al menos, que un acto de presentación de estas características, es bueno que se mantenga y se prolongue durante muchos años.