Benito Fernández alarga la vida de Casa Sampedro con la última bola

En unas condiciones de calor y humedad más propias de otras latitudes, que convirtieron la bolera en un horno, saltaron a la arena Casa Sampedro y Comillas. Podía ser la última vez que los de Torrelavega formasen en un partido oficial, una triste noticia que evitó Benito Fernández con la última bola. Las dos partidas llegaron igualadas a la resolución del duelo, un mini partido a tres chicos que puso el colofón a un inicio dirimido con buen juego, con alternativas y hasta con dos estacazos válidos de Comillas en la misma tirada que no llegaron a superar el emboque. El reparto de parciales se prolongó hasta una séptima manga en la que los comillanos mandaron a ganar a 43. Era un todo o nada para los de Torres, que con Alfonso Díaz abriendo, tiraron de su mejor faceta, el birle, para salvar la papeleta. Tuvieron suerte en algunas bolas y la responsabilidad le quedó al eterno capitán, al de Alles, que necesitaba tres para igualar y cuatro para ganar y birló cinco para mantener en competición a la entidad, al menos, un día más.

A diferencia de lo que es habitual en ellos, Riotuerto jugó de entrada al pulgar y de tiro corto. Los cañoneros buscaban cambiar algo con respecto a su mal final liguero para afrontar el choque ante una partida henchida de moral tras levantar el campeonato. La táctica no surtió efecto, y en apenas veinte minutos los de Maliaño ya mandaban con dos parciales de ventaja gracias a dos boladas refrendadas, en el caso de la primera, con un emboque de Cagigas.

El cambio a la mano en el tercero fue respondido con un acierto de Pedro Gutiérrez con el primer lanzamiento, de otro de Jesús Salmón con el último y del acierto de sus compañeros a bolos. Es decir, con otro recado que el cuadro de La Cavada respondió con un emboque de Miguel Hernando, otra bola que rozó el cachi sin acierto y la sensación de que el partido estaba sentenciado. Y es que, para rematar la tarde, a Rubén Túñez se le colaron dos bolas seguidas entre uno y dos. La tarde-noche tenía los colores camargueses.