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La Copa Federación ya tiene finalistas. La última competición de peñas del curso pondrá dirección a Torrelavega o rumbo a Las Fraguas después de unas semifinales disputadas ayer en el Polideportivo de Treceño en las que los primeros doblegaron a Borbolla y los segundos ... a Peñacastillo. La final se disputará el próximo lunes a las 20.00 horas.
Abrieron la tarde, que amenazaba y fue larga, Torrelavega y Borbolla, que buscaban un puesto en la final después de un irregular fin de curso liguero. El partido estuvo dominado por los altibajos, con dos peñas que se combinaron para plantarse en un empate a tres que dejaba la resolución para los brazos más firmes y menos tensionados. Hasta ese momento los altibajos habían marcado el juego de las dos partidas, que afrontaron el chico decisivo de dieciocho metros con el cachi al pulgar. Los costeros cerraron de mano buscando el dos con sus últimas bolas y se encontraron con que la Bolística llegó a falta de dos bolas con la final a tiro de sendas filas. Asumió la responsabilidad Jairo Arozamena, que derribó cinco desde la esquina del pulgar para sentenciar el partido para los suyos.
El rival de Torrelavega en la final iba a salir del duelo de gigantes entre Andros y Peñacastillo, los dos grandes favoritos para el título. Llegado al ecuador del encuentro, sin contar el posible desempate, cada peña había ganado los chicos en los que colocaba raya y emboque. Empezó mal el cuadro de Cañas, que no cerró en el primero pese a embocar. Devolvió el favor su rival, que tampoco se salió en el segundo desde los dieciséis con la raya casi al medio.
Una de las múltiples personalidades de Andros, la negativa, apareció en el tercero. Llevaban 32 a falta de cuatro birles, pero a a partir de ahí sólo aportaron tres más a la caja común. Claro que, enfrente, Peñacastillo tampoco acertaba y cedía un chico clave del partido. Salir vivos del parcial estimuló a los de Las Fraguas, que pese a una bola de uno bajaron 34 para poner tierra de por medio en el marcador.
Los jugadores de Cañas dudaban, miraban a la banda, buscaban soluciones. Ese es, normalmente, su momento más peligroso, cuando ven en el horizonte la derrota y emergen para remontar. Para ello se fueron hasta los veinte metros, desde donde cerraron de mano para recortar distancias. Los nervios se notaban sobre el corro en un sexto parcial en el que El Junco firmó cuatro bolos que servían para llegar a los 40. Era el último birle, el que fue decisivo para poner a Andros en la final al no acertar de tiro Peñacastillo.
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