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El éxito es para los osados. No es una frase filosófica, ni siquiera de un poeta de generación, pero es una verdad como un templo. Para triunfar hay que arriesgar, es el primer mandamiento del deporte, prepararse a fondo para luchar contra rivales e ... intangibles y hacerlo siempre con la pata para delante. En los bolos, por supuesto, también. Eso lo sabe Marta Castillo desde que siendo una cría se fogueaba con niños que tenían más fuerza y, por ende, tiraban más peso de bola, pero que no tenían ni la calidad ni la valentía de la corraliega. Una carrera forjada y trabajada a fuego que ayer culminó (y eso que le quedan muchos años por delante), con la obtención del Campeonato de España, un entorchado logrado tras dominar de principio a fin el torneo.
Si algo le había pesado a Marta en los últimos años eran las bolas quedas. Quizá porque le pese más que a sus rivales birlar desde el tablón, quizá porque es su forma de jugar, su filosofía de temple y primer bolo le había pasado factura con la caldera. Podía haber cambiado, buscar ser más conservadora, pero dicho ha quedado más arriba, el éxito es para los osados. Osada en este caso. Castillo cimentó su título el sábado con dos grandes concursos y lo ratificó ayer en una sesión bolística en Treceño en la que no dio opción a sus rivales.
A la campeona de España le ha llegado su madurez bolística en el momento adecuado, a tiempo para competir y superar a una generación que se retroalimenta para derribar más y más bolos y que, en 2024, tiene en Marta a su líder. Con la mente despejada y las cosas meridianas, ayer daba igual que se quedase una bola, como ocurrió en cuartos, que los birles estuvieran lejanos o que las rivales apretasen. El torneo era suyo y la confirmación llegó en el primer concurso de la tarde, cuando su perseguidora, Judit Bueno, se fue hasta los 146 bolos y vio aumentada su desventaja en once palos más. Marta había derribado 157 con una bola menos.
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El resumen de los cuartos es sencillo, se convirtieron, como si fuera una discusión, en un 'yo más' permanente, con cada dupla de bolistas superando a su predecesora. Pinchó Iris Cagigas, mantuvo su regularidad Laura Abascal, templó frente a su mala suerte Noemí Pelayo y fue Andrea Gómez la que creció gracias a sus 149 bolos.
Con el torneo sentenciado la corraliega aumentó la ventaja en semifinales con otros 145 bolos para verse en la final con Andrea Gómez, que se coló por delante de una Judit Bueno desfondada en la semifinal. Con el récord ya lejano, las últimas ocho manos fueron de disfrute, de tensión comprimida en una mano zurda que, después de cuatro subcampeonatos nacionales, dos de ellos en los últimos tres años, ya rozaba el trofeo con la punta de los dedos.
Para deleite de los aficionados Marta siguió a lo suyo, a derribar bolos y más bolos. Con 81 a raya alta sólo restaba rematar de tiro largo, llegar al final de un torneo que era suyo desde que lanzó la primera bola. Era su día, su tarde, la de su familia, que nunca falta en las boleras. Al final la exhibición fue de 161 bolos, y eso que no acertó con algún birle cercano a la caja. El récord, que parecía tan lejano, se quedó a tan sólo tres palos.
1-Marta Castillo 770
2-Andrea Gómez 704
3-Judit Bueno 564
4-Noemí Pelayo 560
5-Laura Abascal 420
6-Iris Cagigas 419
7-Rebeca Bustara 398
8-Blanca Ruiz 389
Pese a que tenía el título encarrilado, no fue hasta la última bola cuando Marta Castillo desató su alegría. «Estoy muy contenta, emocionada, si tuviera que poner un pero sería el del récord». Y es que con sus 770 bolos se quedó a tres de los registrados por Judit Bueno en 2019.
La corraliega ha sumado los dos grandes campeonatos este año, una hazaña que considera casi una proeza. «Llevaba un año jugando muy bien y esto es la guinda del pastel, además le llevaba rondando varios años»
A sus 23 años y con tres Regionales ya a sus espaldas, la de la peña Camargo se quitó la espina tras haber sido cuatro veces subcampeona, una prueba de madurez bolística después de varios años instalada en la élite. «Estoy jugando muy bien, los nervios ya se toman de otra forma, aunque estaban muy presentes. Estoy muy contenta». Como para no estarlo.
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