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Una de las peñas históricas del panorama bolístico se encuentra en serios apuros. La frase no sorprende, empieza a ser habitual, pero no deja de ser un serio problema para el deporte que una entidad como Casa Sampedro se encuentre al borde de desaparecer ... si no encuentra a lo largo del año a alguien que quiera colocarse al frente de la junta directiva.
Tras estrenarse en la competición en 1977, los de Torres han estado 37 años en la máxima categoría y acumulan en sus vitrinas una Copa Cantabria, una Copa Federación, dos Copas Apebol y dos Supercopas. Sin embargo, más allá de sus trofeos Casa Sampedro es sinónimo de estabilidad, de seriedad y de peña modélica, todo ello gracias a Manolo Oliva, su recordado presidente durante 40 años y fallecido el 1 de junio del pasado año. Ejemplo de gestión deportiva y económica, su legado es tan gigante que nadie se atreve a tomar el relevo de un equipo que, eso sí, tiene sus cuentas saneadas y preparadas para sobrevivir, al menos, dos años y medio sin necesidad de generar ingresos. Así era Oliva, alguien capaz de cerrar presupuestos con temporadas de antelación.
Ahora mismo la directiva del cuadro del Besaya está integrada por tan solo tres personas, José Ángel Urbistondo, Mariano Iturbe y José María Santamaría, que cargan con la gestión completa de la peña. Un esfuerzo lastrado por la avanzada edad de los dos últimos -Santamaría tiene 79 años y Mariano Iturbe, 74- y las ocupaciones laborales de 'Urbis'. Es por eso que los tres presentaron su dimisión en la asamblea celebrada el pasado 27 de enero, en la que manifestaron la necesidad de relevo que hay en la entidad. Su compromiso con Manolo Oliva y los jugadores es el de mantenerse en el cargo hasta final de año y ayudar a la persona que llegue en la transición durante esta temporada, pero en el caso de que nadie se haga cargo de la gestión del club antes del 31 de diciembre Casa Sampedro podría desaparecer 46 años después de su fundación.
El propio Urbistondo se muestra pesimista sobre la posibilidad de que llegue alguien que asuma las riendas de la entidad. «Una peña de División de Honor requiere mucho trabajo y son pocos los que ahora son capaces de trabajar en los bolos». reconoce el directivo, que ha rescatado las bolas para ayudar a sus jugadores en la pretemporada.
Y eso que la situación económica es buena y la peña tiene tesorería para sobrevivir al menos dos años. En una negociación paralela el regente del bar del mismo nombre que la peña, Marco Bustamante, se encuentra en proceso de adquisición del local de hostelería y de la bolera, propiedad de la familia Sampedro. La intención del hijo de Luis Bustamante es colaborar con la peña (nada cambiaría a efectos de cesión del corro), aunque sus obligaciones laborales le impiden hacerse con la gestión completa. El próximo día 17 el equipo celebrará otra asamblea en la que el único punto del día será la elección del nuevo presidente. De momento, se buscan candidatos.
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