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En el mundo de los bolos hay pocas cosas ya novedosas. Más allá de que está todo, o caso todo, inventado, las caras sobre las boleras se repiten de manera constante. Algún joven jugador que pisa terreno vedado a los grandes, y poco más. Por ... eso este año la División de Honor es especial ya que cuenta con una peña debutante, un equipo que se estrena en la élite después de una gran temporada pasada en Primera categoría. Una entidad con el nombre de un jugador histórico, Marcos Maza, que aspira a competir en una liga muy dura y, sobre todo, a dar guerra en su pelea por la permanencia.
«De momento nos lo tomamos con tranquilidad, llevamos dos semanas entrenando y vamos poco a poco, hace frío y al no tener bolera cubierta lo tenemos complicado para ejercitarnos», apunta Víctor Cagigas, capitán de una plantilla que completan Víctor Revuelta, Óscar Salmón, los Gonzalos (López y Fernández) y Diego Díaz, benjamín de un conjunto que se estrena como escudo en la élite, pero que tiene tres jugadores con varias ligas de máxima categoría a sus espaldas. «De cuatro titulares tres ya hemos jugado en División de Honor, la diferencia es abismal con respecto a las categorías en las que hemos jugado estos años, pero nuestro objetivo es intentar competir».
Un 75% de veteranos y un novato, Diego Díaz, que como su propio capitán reconoce pasa por ser una de las más firmes promesas del mundo de los bolos. «Su debut era cuestión de tiempo, tiene todas las facultades para jugar arriba y va a ser, entre comillas, el que menos problemas va a tener para jugar de tiro largo». Criado en la cantera de Peñacastillo, tras pasar por Orejo Díaz aterrizó en Villanueva de Villaescusa en 2023 para sustituir a otro bisoño, Néstor Viar, y ayudar así en una trayectoria que ha hecho a su peña quedarse a un paso del ascenso tras ser terceros hace dos campañas y a certificar su llegada a territorio supremo el pasado 27 de julio.
Celebraciones, y gozos para un equipo y una localidad que se prepara para vivir un año especial cargado de sueños y pesadillas, de días bonitos y partidos duros vividos de una manera diferente por jugadores ya curtidos en la batalla que, eso sí, no dejan de pensar en que todo es posible. «Tenemos los pies en el suelo», confiesa Cagigas. «Venimos de unos años en los que estábamos acostumbrados a ganar y este va a ser difícil. Cambia el objetivo totalmente, está claro que si hay tres descensos las opciones de salvación son prácticamente nulas, para mí el objetivo es competir partido a partido, seguir con el buen ambiente que tenemos y jugar lo mejor posible. Somos realistas, pero sabemos que tenemos nuestras armas y si desplegamos nuestro juego podemos hacer las cosas bien».
Ex jugador, entre otros, de La Cavada, Los Remedios o Nautilus, el portador del emboque de Marcos Maza ha diseñado estos cursos en Primera una forma de juego que ha derivado en éxito y que, a priori, piensa repetir en la Apebol. «Si alguien ha seguido al equipo estos años tiene una forma de jugar clara, nuestro fuerte siempre ha sido el birle. Jugar de tiro corto, nos da igual a la mano o al pulgar, y aprovechar el birle. En Primera marcamos la diferencia así. Está claro que en División de Honor el tiro va a ser cercano y la raya dependerá de los contrarios que tengamos enfrente».
Haya tres descensos o dos, la parte baja de la máxima categoría promete emociones fuertes, pelea y un castigo al que más errores cometa en forma de caída que hace que sean varias las peñas que lucharán por evitar el infierno. «Hay mucho nivel, no sabría decir quiénes van a estar ahí. De cara al sorteo del calendario prefiero empezar contra equipos con los que haya más posibilidad de sumar, eso te da confianza».
Con amplia tradición bolística, el runrún de la División de Honor ya resuena en Villaescusa, una localidad con tradición bolística por la que este año van a pasar, si el tiempo no lo impide, todos los grandes de la madera. «Dentro del Ayuntamiento están bastante implicados, es la primera vez que ocurre que un equipo llegue hasta aquí y estamos encantados». Con Parbayón como bolera auxiliar, el corro que lleva el nombre del mítico jugador de los albores del juego bolístico reglado puede ser clave en ese factor competitivo al que aspiran los capitaneados por Cagigas. «Va a depender si podemos jugar en ella o no, en función del tiempo. Yo creo que es una bolera fácil, donde se juega muy bien a los bolos, pero muchos contrarios no piensan lo mismo. Está claro que si de trece partidos en casa podemos jugar diez en Villanueva las posibilidades de jugar bien y puntuar son mayores que si lo hacemos en Parbayón».
Será un año especial para jugadores, aficionados y para la competición, que este año cuenta con un debutante plagado de veteranos conocidos que ya saben lo que es jugarse las castañas en la élite. Que nadie entierre antes de tiempo a una partida con las ideas claras.
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