El primer jugador de la historia en birlar dos bolas de ocho
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«Hasta que no pasó un tiempo no fui consciente de lo que había hecho», confiesa Ángel GutiérrezJulio de 2019. El Astillero. Bolera de La Planchada. Los componentes de la Escuela de Bolos de Peñacastillo se dirigen a la zona de birle durante la disputa de la fase final de la Liga Infantil. Apenas han pisado la zona final del corro cuando ... uno de ellos, Ángel Gutiérrez (Santander, 11 de abril de 2006), coge en su mano zurda la bola más cercana a la caja, adelanta la pierna para meterla de pegar a la fila del pulgar. El lanzamiento toma el camino correcto y antes incluso de que la madera deje de sonar sus compañeros celebran y se acercan a felicitar a Ángel. El primer palo de la fila de la mano ha caído, el resto han jugado y eso significa que los bolos en la arena eran ocho. Ángel había hecho historia; ha derribado una bola de ocho, algo que sólo un puñado de jugadores ha acreditado lograr. Óscar González, Juan Carlos Villalba, Alfonso González, Ramón Túñez... Pocos son los elegidos. Con todo, la ascensión de Ángel al olimpo solo acababa de comenzar.
La acción se traslada ahora un poco más al interior de Cantabria; a Corvera de Toranzo. Es jueves 16 de mayo de 2024, y Construcciones Calante y Fernando Ateca se juegan pasar de ronda en la Copa Federación. Para algunos, la copa pequeña. Para los más modestos, los picapedreros de los bolos, su torneo del KO.
Ha llovido durante la tarde, el partido se ha visto interrumpido y cuando ambas partidas afrontan el sexto parcial la noche ha caído sobre el valle. En la ida los capitalinos ganaron por 4-2, pero la eliminatoria se les escapa de las manos por culpa del buen hacer local. Al final, de hecho, fueron los toranceses los que avanzaron en el torneo, pero antes de que el partido llegara a su fin, Ángel Gutiérrez se convirtió en el primer jugador de la historia en birlar dos bolas de ocho. O, por aportar más precisión al relato, el único en la historia del que se tiene constancia y que ha podido acreditarlo.
La historia de los bolos se construye a base de grandes ases y campeonatos, pero también en torno al trabajo modesto y de formación, de pequeñas hazañas cotidianas que mantienen vivo el deporte y de paso llaman la atención y cambiar el foco desde la élite a otras categorías. Es el caso de Ángel Gutiérrez, un jovencísimo jugador que todavía está en edad juvenil y dada su progresión puede aspirar a muchas cosas.
La bola que le sitúa a la vera de los elegidos fue también de pegar, de las que se le dan bien y le gustan, y le permitirá ser recordado ya para siempre dentro de un deporte en el que, cuando un nombre hace historia, pasa siempre de boca en boca y de generación en generación.
Con todo, lo primero que recuerda el santanderino es que no superaron la eliminatoria: «En ese momento solo pensaba que perdimos el partido y también la eliminatoria. Habíamos ganado 4-2 en la ida y por eso te frustras un poco. Ha tenido que pasar el tiempo para ser consciente de ello».
Jugador humilde, buen chaval y buen compañero, Gutiérrez es uno de los tres zurdos que militan en la partida de Segunda de Fernando Ateca, una circunstancia poco habitual que se da en una peña de barrio, con arraigo y que en los últimos años ha crecido a la sombra del trabajo de Eloy Vázquez, a la sazón abuelo de un jugador que no ha parado de recibir parabienes tras su hazaña. «He tenido muchas felicitaciones. De mi familia, amigos, de mis compañeros de la FP... Han sido muchas».
Con el paso de los años, cuando los más viejos del lugar narren lo que hicieron y lo que vieron sobre los corros, ninguno podrá dejar atrás que un jugador, todavía en edad juvenil, fue el primero y único en derribar dos bolas de ocho, algo que ninguna gran generación de bolistas, del Zurdo de Bielva a Víctor González ha logrado acreditar: «Ojalá me nombren jugador histórico, pero a mí lo que me importa es jugar bien, entrenar duro y ser consciente de lo que hago».
En El Astillero el último de los bolos de la mano fue el octavo en caer. Años después, en Corvera de Toranzo, en seguida se dio cuenta de que podía repetir éxito: «La bola era de pegar, de esas de cruce que me gustan. Cuando hay una bola de caja siempre las suelo poner ahí porque es donde mejor se me da». Tan bien se le da que en los últimos días en los corros no se ha hablado de otra cosa. De un lanzamiento del que sólo unos pocos fueron testigos, y que son que deben dar fe de la hazaña. Los garantes de que en la noche de Corvera de Toranzo los bolos vivieron un acontecimiento casi único.
Ubicado en la zona media de la tabla del Grupo 2 de la Segunda Categoría, el cuadro de Monte cuenta también con otra peña en Tercera y apuesta por una filosofía más de personas que de nombres. «Hay que seguir trabajando y esforzándose para lograr los objetivos individuales y de la peña y a seguir como estoy». Sin duda, a partir de ahora los espectadores acudirán expectantes a la modesta bolera que la entidad posee en la zona polideportiva del barrio Fernando Ateca, porque saben que pueden asistir a un acontecimiento especial. Salvo alguna excepción como Óscar, ninguno de los jugadores que ya han birlado una bola de ocho pueden repetir, pero hace mucho tiempo que se circula un dicho: no hay dos sin tres.
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